Actualizado 16/09/2008 03:45

Brasil.- La ONU denuncia la responsabilidad de la Policía brasileña en los homicidios cometidos en el país

NUEVA YORK, 16 Sep. (EUROPA PRESS) -

La Policía brasileña es responsable de gran parte de los más de 48.000 homicidios que se cometen cada año en Brasil, afirmó hoy el relator especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, Philip Alston.

En un informe presentado ante el Consejo de Derechos Humanos, Alston afirmó que en su tiempo libre muchos agentes forman parte de escuadrones de la muerte y de las llamadas "milicias" que extorsionan a los habitantes de las "favelas". "Un gran número de policías vive una vida doble", explicó el experto. Cuando están en funciones luchan contra las pandillas de la droga, pero en sus días libres, trabajan para el crimen organizado.

Asimismo, agregó que la poca reacción pública ante la violencia en el país se debe, en parte, a que la gente tiene poca confianza en que las medidas normales para hacer cumplir la ley funcionen contra las poderosas pandillas de la droga. Según Alston, una de cada cinco favelas de Río de Janeiro está controlada por esas "milicias" y la vida allí es tan insegura como en los lugares en poder de las pandillas.

HOMICIDIOS

En el noreste del país, en el estado de Pernambuco, estimó que el 70 por ciento de los homicidios es cometido por escuadrones de la muerte, muchos integrados por policías y ex policías. Esos grupos son contratados para matar comerciantes, políticos o rivales, y para suprimir el activismo indígena o de trabajadores de la tierra.

Entre los factores que contribuyen a que los policías fuera de servicio participen en el crimen organizado destacan su bajo salario, sus horas de trabajo y la impunidad de un sistema de justicia penal que muy pocas veces castiga a los culpables de asesinatos, explicó el relator.

En Sao Paulo, apenas el 10 por ciento de los homicidios llega a la corte y de ellos, sólo la mitad termina en condena. En una entrevista con la radio de la ONU, Alston criticó a las autoridades de Río de Janeiro por no tener una estrategia de combate a la violencia. También informó de que durante su visita a Brasil, en noviembre del año pasado, el gobernador de ese Estado no quiso reunirse con él por no tener tiempo, y sus oficiales de seguridad dieron la impresión de no estar preocupados por el índice de muertes a manos de la Policía.

PLANES CONTRA LA VIOLENCIA

Sostuvo además que la gente está atrapada en ese ciclo de violencia y se siente desesperada. "En un caso como el de Río, no tienen un gobierno que trate de desarrollar un plan amplio para combatir la violencia. Más bien tienen un gobierno que se concentra en la reforma económica, en donde parece irle muy bien. Mientras tanto, concentra todos sus esfuerzos de hacer cumplir la ley en las llamadas "mega operaciones", que están diseñadas par llamar la atención de la prensa y muestran que el gobierno es duro. Pero de hecho, no logran nada", subrayó.

Agregó que la situación en las favelas cariocas es muy compleja. Están bajo el control de pandillas, milicias y narcos. Después, el experto opinó que para restituir la autoridad estatal es necesario ganarse la confianza de la población.

"La población de esas favelas siente muy poca simpatía por los traficantes de drogas o por las milicias que los aterrorizan. Pero el Estado no les ofrece servicios sociales efectivos, ni una fuerza de policía que actúe de manera constructiva y efectiva. En cambio, sólo ve una fuerza de policía que actúa como un ejército de invasión que llega por un periodo muy corto, mata a muchas personas y vuelve a desparecer", apuntó.

En Sao Paulo, en cambio, agregó Alston, el gobierno sí ha tomado medidas más enérgicas para hacer cumplir la ley, y el número de muertes causadas por la policía se ha reducido de manera significativa. Este es un ejemplo de lo que se debe hacer, explicó el relator. El problema más grave son las prisiones.

"El Estado debe reafirmar su autoridad. En la actualidad hay muchas cárceles en las que el Estado ha abdicado la responsabilidad a favor de líderes pandilleros. No logra controlar el flujo de armas, de teléfonos celulares, ni la violencia interna", recalcó. A corto plazo va a ser difícil cambiar la situación, sostuvo el relator, pero en el largo plazo será esencial hacerlo.