Actualizado 25/01/2008 17:50

Chile.- Carlos Franz muestra lo "vampiresca" que puede resultar la madurez personal en su novela 'Almuerzo de vampiros'


MADRID, 25 Ene. (EUROPA PRESS) -

El escritor chileno Carlos Franz muestra lo "vampiresca" que puede acabar resultando la madurez personal en su novela última novela 'Almuerzo de vampiros' (Alfaguara). El crecimiento personal, como acaba descubriendo el protagonista, va parejo inevitablemente de una muerte de la sensibilidad que tiene como contrapartida el ir adquiriendo una mayor experiencia, explica el autor en una entrevista concedida a Europa Press.

La novela nos sitúa en dos planos históricos muy marcados. Por un lado muestra el Chile de los años 70, que podrían ser tanto los de este país como los 70 españoles; y por otro, el plano presente, en una cafetería de moda de cualquier gran urbe donde dos antiguos compañeros de internado se encuentran con la increíble noticia de descubrir que su antiguo profesor de literatura, desaparecido hace treinta años, está aún vivo.

Para Carlos Franz, entre estas dos épocas hay una "tensión en el paso de esa época oscura, como también lo pudo ser la española con el franquismo, a una época próspera de éxito material". En este tránsito--apunta el autor-- mucha gente "no pudo evitar dejarse el alma en el camino y se ha convertido sin saberlo en vampiro". Se produjo un vacío de ideales que antes de defendían con vehemencia y se ha pasado de la oscuridad donde antes estaban las cosas mucho más claras.

DE MAESTRO A 'MAESTRITO'.

Otro de los grandes temas de la novela es la necesidad de modelos para el crecimiento como personas, defiende el autor. El protagonista busca esta referencia en su maestro de literatura y lengua, que asume como padre sustitutivo.

Sin embargo, su referente desaparece sin dejar rastro y el protagonista queda huérfano en un mundo hostil para el que su profesor no fue capaz de prepararle. De pronto, su maestro vuelve a aparecer convertido en un 'vampiro', 'un maestrito degradado' en lo más oscuro de la ciudad pero que paradójicamente acaba por ser un padre que le enseña mucho más que aquel maestro, noble de espíritu pero tremendamente utópico y alejado de la realidad.

Este encuentro con alguien muy similar a su profesor que tal vez podría ser el mismo profesor, pero transformado todo su humanismo en grosería y violencia verbal, con los valores invertidos, le acaba descubriendo nuevas enseñanzas para sobrevivir en la vida nocturna.

NOSTALGIA DE LA JUVENTUD.

El escritor considera a la juventud como otro de las temas sobre los que reflexiona el libro. Sin quererlo, defiende Franz, "todo el mundo ve esta época de su vida como maravillosa aunque haya sido asquerosa". "En el fondo, es una actitud que también mostraban los jóvenes de los 70 en España que aunque les tocara la época gris del franquismo, la recuerdan todo con mucha pasión simplemente porque eran jóvenes".

En este sentido, el protagonista es asimismo un joven intransigente, incapaz de adoptar otra visión de la vida que no sea la suya propia porque la considera la única realmente válida y correcta. Pero el escritor explica que todo esto se acaba con el paso de los años cuando el personaje se da cuenta de que "cada uno hace lo que puede para entender el mundo en el que vive".

La novela posee una constante voz narrativa en primera persona que el escritor adoptó por considerar que era la perspectiva "más arriesgada, la posición más difícil" pero la única que le despertaba su sensibilidad para escribir y en consecuencia para poder trasladársela a los lectores. Todo ello a pesar de que, al narrar experiencias lúgubres y goyescas, quienes lo leyeran pudiesen identificarlo con su protagonista, una ambigüedad que le gusta mantener.