Actualizado 17/12/2013 22:14

Bachelet, carisma y convicción: En la vida hay que ser "ética y estética"

Chilenos apoyan a Bachelet
Foto: REUTERS

SANTIAGO, 18 Nov. (EUROPA PRESS) -

   Cuando Michelle Bachelet fue nombrada ministra de Salud hace casi una década y media, el entonces presidente Ricardo Lagos le dio una difícil tarea: terminar en tres meses con las largas filas en los abarrotados centros de atención primaria.

   Bachelet se esforzó para cumplir con el plazo, pero no lo logró. Sin embargo, cuando Lagos visitó un centro médico para evaluar la situación, una mujer se le acercó para elogiar a su ministra y pedirle que la mantuviera en el cargo.

   "No recuerdo que me hayan dicho en mi período presidencial: no vaya a echar a su ministro", dijo Lagos, entre risas, en una reciente entrevista con Reuters. "En este período corto (...) estableció una relación, una empatía (con la gente)", explicó.

   Sus esfuerzos por mejorar e incrementar los centros de salud y su estilo ameno le abrieron las puertas para suceder a Lagos y convertirse en la primera mujer en ocupar la presidencia chilena, que ejerció entre el 2006 y el 2010.

   El mismo carisma, junto con políticas más ambiciosas para reducir la amplia brecha entre ricos y pobres en Chile, dejó a la socialista a un paso de su segundo mandato tras emerger como la candidata más votada en las elecciones de este domingo y asomar, de lejos, como la favorita para la segunda ronda electoral de diciembre, en la que se enfrentará a la candidata de la derecha Evelyn Matthei.

   Tal vez un sueño hecho realidad. Dos mujeres rivalizando por la presidencia de su país. Y es que en septiembre del año 2010, y con ocasión de ser investida en España Doctora Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Bachelet consideraba necesario que hubiera más mujeres en la política, y no sólo en la Presidencia de un país porque "más mujeres es más democracia, es mucho mejor".

   En una entrevista en la que participó Europa Press, la que fuera la primera mujer presidenta de Chile, reconocía que aunque el hecho de ser mujer "no constituye una seguridad del tipo de políticas ni el tipo de liderazgo", sí se mosrtaba firmemente convencida de que se necesitan mujeres en la política "porque eso significa que nuestros países, nuestras democracias, van a estar mejor representadas ya que las mujeres somos al menos la mitad".

"HAY QUE SER ÉTICA Y ESTÉTICA"

   En aquél momento en que Bachelet hablaba de la necesidad de que hubiera más mujeres en política, también aseguraba que entonces no estaba en su agenda volver a ser presidenta de Chile y por tanto presentarse a estas elecciones. "Mi objetivo fundamental es ser útil, en Chile y fuera de Chile", aseguraba en aquél momento.

   Se sentía "honrada" y sobre todo con "una tremenda responsabilidad" porque una encuesta la situara en aquél entonces como la mejor gobernante de Chile en los últimos doscientos años, una valoración que ya tenía cuando en marzo había abandonó el cargo con el mayor registro de popularidad logrado por un gobernante chileno, un 84% de aprobación.

   Al respecto recordaba que cuando estaba en el último año de la Presidencia, muchas personas le pidieron que hiciera algo a lo cual ella se negó "rotundamente": un cambio en la Constitución que permitiera la reelección inmediata.

   "Mi respuesta fue única: En política como en la vida hay que ser ética y estética, y no creo en los trajes hechos a la medida de nadie.....por más que se pueda decir que es democrático contar con la aprobación de un 80 por ciento, y que por tanto no es algo arbitrario, dar pasos de esa naturaleza es en esencia un espíritu antidemocrático", aseguraba quien hoy parece estar de nuevo a las puertas del Palacio de la Moneda.

LUCHADORA

   Médico, y madre de tres hijos, algunas de sus propuestas tienen origen en su propia vida, que refleja un Chile con las heridas la dictadura militar aún abiertas.

   Como joven militante de izquierda que nació en una familia de políticos, la vida de Bachelet estuvo profundamente marcada por el golpe que derribó al presidente Salvador Allende en 1973 y dio inicio a 17 años de brutal dictadura.

   El padre de Bachelet, un general de la Fuerza Aérea leal a Allende, fue arrestado el día del golpe y luego fue torturado por los agentes de Pinochet. Alberto Bachelet murió en prisión en 1974.

   Dos años después, dos agentes de la policía secreta irrumpieron en el departamento donde vivían Bachelet y su madre, que fueron llevadas vendadas a la Villa Grimaldi, un infame centro de tortura en las afueras de Santiago. Bachelet ha dicho que fue golpeada y torturada durante su detención.

   Una vez libre, con su madre, la arqueóloga Angela Jeria, partió primero a Australia y luego a Alemania oriental. En el exilio conoció a su ex esposo Jorge Dávalos, un arquitecto chileno padre de dos de sus hijos.

   Bachelet es amada por gran parte de las mujeres de clase media y baja desencantadas con la elite política chilena, que se jacta de la estabilidad y del crecimiento de la economía de un país que tiene la peor tasa de distribución del ingreso entre los socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

   Sus críticos dicen que su popularidad depende demasiado de su personalidad y muchos votantes de izquierda desilusionados con su primer mandato por sus políticas moderadas son escépticos de sus promesas de cambio.

   Bachelet prometió impulsar varias reformas, incluyendo un aumento de los impuestos corporativos para financiar mejoras en la educación pública, cambios en la Constitución heredada de la dictadura y la legalización del aborto para algunos casos.

   Y muchos de los que se sienten marginados en un país que ha sido catalogado como un caso de éxito en América Latina están poniendo sus esperanzas en ella.

   Lejos de los resplandecientes rascacielos y los impecables parques en el este de Santiago, decenas de eufóricos seguidores en el humilde barrio de Cerrillos vitorearon a la ex presidenta durante un acto de campaña la semana pasada.

   "Es una mujer luchadora (...) Es lo que más valoro", dijo Josefina Osorio, una estudiante de derecho de 32 años, que daba a los gritos la bienvenida a Bachelet. "Viene con nuevas ideas", añadió.

IR A COMPRAR EN BERMUDAS

   Impedida de postularse a un segundo mandato consecutivo por la Constitución, Bachelet se mudó a Nueva York para dirigir la oficina de las Naciones Unidas para la mujer, una agencia creada para mejorar las vidas de las mujeres y las niñas alrededor del planeta.

   En ese cargo viajó por todo el mundo para defender los derechos de las mujeres, lo que le permitió desarrollar su capacidad de negociación y autoconfianza, según analistas.

   En una muestra de simpleza, Bachelet dijo durante una entrevista televisiva este mes que una de la cosas que más disfrutaba viviendo fuera de Chile era la libertad de "ir a hacer las compras en bermudas". Durante el mismo programa bailó al ritmo de la cumbia con el popular presentador Don Francisco.

   "Ella plantea una suerte de ideología social más que una ideología política", dijo Guillermo Holzmann, analista político de la Universidad de Valparaíso. "No hay una explicación lógica o teórica respeto a eso", explicó en referencia a su alta popularidad.

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