Actualizado 03/08/2016 08:59

Dolores del Río, la estrella mexicana de Hollywood

Dolores del rio
WIKIPEDIA

   CIUDAD DE MÉXICO, 3 Ago. (Notimérica) -

   Hollywood, la cuna del cine estadounidense. Por allí pasan todos los grandes artistas del panorama cinematográfico; la mayoría de ellos, procedentes de Estados Unidos: Katharine Hepburn, Tom Hanks, Walter Brennan, Meryl Streep, Jack Nicholson, Steven Spielberg,John Ford...

   Muchos son los artistas estadounidenses que deslumbraron en la industria cinematográfica en su paso por Los Ángeles. Sin embargo, la prestigiosa región californiana tiene un hueco reservado para artistas de todo el mundo, y los iberoamericanos no son una excepción. Es el caso reciente del director mexicano Alejandro González Iñárritu ('El Renacido') o, si nos remontamos un siglo atrás, Dolores del Río.

   Actriz y triunfadora en Hollywood, María de los Dolores Asúnsolo y López Negrete, conocida artísticamente como Dolores del Río, nacía un 3 de agosto de 1905 en Durango (México), día en el que este miércoles se cumplen 111 años.

   La actriz Dolores del Río trabajó tanto para cine, como para teatro y televisión en México, pero no tardó en colaborar con la industria estadounidense cinematográfica de Hollywood, donde se coronó como una estrella durante la década de los 20, siendo la primera estrella iberoamericana que triunfó allí. Además, del Río también representó una de las figuras femeninas más importantes de la Época de Oro del Cine Mexicano durante los 40.

   Con el paso del tiempo, gracias a su físico tan característico y su rol protagónico en el cine internacional, se fue convertido en un objeto de culto y veneración en diversos círculos cinematográficos, artísticos y culturales no solamente en México, sino también en otros países, llegando a ser considerada uno de los rostros más bellos que aparecieron en la industria fílmica de la época.

   Dolores del río saltó a la fama gracias al cineasta estadounidense Edwin Carewe, quien fue el encargado de descubrir a la actriz que empezó su carrera cinematográfica en 1925.

   Durante los últimos años del Cine mudo estadounidense, del Río llegó a ser considerada una especie de versión femenina de Rodolfo Valentino, una "latin lover femenina".

   En esta época, la actriz mexicana participó en una serie de películas con éxito, como 'What Price Glory?' (1926), 'Resurrection' (1927), 'Ramona' (1928) y 'Evangeline' (1929).

   Cuando nació el cine sonoro, del Río trabajó en películas de la talla de 'Ave del paraíso' (1932), 'Volando a Río' (1933), 'Madame Du Barry' (1934) y 'Journey into Fear' (1943).

REGRESO A MÉXICO

   Pero la fama en Hollywood no le duraría para siempre, ya que en el momento en el que su éxito comenzó a declinar, la actriz iberoamericana decidió volver a México en 1943 e incorporarse a la industria fílmica del país que le vio nacer, que en ese momento se encontraba en su apogeo.

   En México se convirtió en una de las promotoras y principales figuras femeninas de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano, época en la que las cintas 'Flor Silvestre' (1943), 'María Candelaria' (1943), 'Las abandonadas' (1944), 'Bugambilla' (1944) y 'La malquerida' (1949), consideradas obras maestras ayudaron a impulsar la cinematografía mexicana alrededor del mundo.

   Dolores del Río permaneció en el espectáculo en su país natal por las próximas tres décadas, regresando a Hollywood solo esporádicamente.

   A partir de la década de los 60 la actriz comenzó a experimentar complicaciones con la artritis. En 1978 se le diagnosticó osteomielitis y en 1981 Hepatitis B como consecuencia de una inyección en vitaminas contaminadas.

   En 1983 sus salud empeoró y decidió trasladarse a la ciudad de Newport Beach, California, donde finalmente fallece el 11 de abril de 1983 a los 77 años de edad.

   Sus restos mortales fueron depositados en el Panteón Dolores de la Ciudad de México y, curiosamente, el día de su muerte recibió una invitación para aparecer en la próxima entrega de los premios Oscar de la Academia Americana.

   Es en este momento cuando Dolores del Río da el paso consagratorio en la historia de la cinematografía.