Actualizado 18/08/2016 08:29

El Padre Hurtado, el 'cura comunista' chileno declarado santo

PADRE HURTADO
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   SANTIAGO DE CHILE, 18 Ago. (Notimérica) -

Alberto Hurtado Cruchaga, más conocido como el Padre Hurtado, es una de las figuras más relevantes de la historia chilena del pasado siglo. Tanto es así que su labor como sacerdote jesuita fue beatificada por el papa Juan Pablo II en el año 1994.

   Hurtado nació en la ciudad costera de Viña del Mar, en el seno de una familia chilena de raíces españolas que pronto tuvo que trasladarse a la capital del país, Santiago, cuando su padre fue asesinado por unos asaltantes. Allí, ingresó en el Colegio San Ignacio, que estaba dirigido por la Compañía de Jesús, en 1908.

   Por entonces, inició su trabajo social dirigido hacia los más desfavorecidos, compaginándolo con sus labores en el periódico conservador 'El Diario Ilustrado'. Conoció en esa misma época a uno de sus principales referentes, el jesuita Fernando Vives, uno de los principales impulsores de la doctrina social de la Iglesia chilena.

   Al finalizar, estudió la carrera de Derecho en la Universidad Católica, concluyendo sus estudios en 1924. Durante su etapa universitaria ingresó en el Partido Conservador y volvió a ingresar un año antes, en 1923, en la Compañía de Jesús, donde inició su instrucción en el Noviciado jesuita de Chillán, una ciudad ubicada en la Región del Biobío.

   Bajo esta orden viajó al país vecino, Argentina, trasladándose también a España y Bélgica, donde fue ordenado sacerdote en 1933 por el cardenal Jozef-Ernest Van Roey. Unos años más tarde viajó a Alemania, donde recibió el doctorado en Pedagogía.

   En su regreso a Chile en 1936, mostró especial interés por acercar la Iglesia a la juventud en la capital del país, de manera que trabajó como doctor en psicología y pedagogía en el colegio donde él mismo estudió, impartiendo también clases en el lugar donde se licenció en Derecho.

   Fue allí, en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde impulsó la creación de la Facultad de Teología. Nombrado asesor en el área de juventud de la organización Acción Católica, Hurtado recorrió todo el país fundando diferentes centros fundamentados en la obra social donde se asistiera a los jóvenes.

ACUSADO DE COMUNISTA

   Como asesor de la Acción Católica trabajó junto al obispo de Talca, Monseñor Manuel Larraín Errázuriz, con quien había compartido pupitre en San Ignacio. Pero en sus entusiastas labores como predicador se cruzó con Monseñor Augusto Salinas Fuenzalida, un obispo que le encomendó su renuncia, ya que Hurtado había invocado la Doctrina Social en defensa de los derechos de los obreros.

   Así, los sectores más conservadores de la sociedad, e incluso la Iglesia, lo apodaron "el cura rojo" o "comunista" debido al apoyo que prestaba a los sectores menos beneficiados. Además, se le relacionaba con la Falange Nacional, actual Partido Demócrata Cristiano (PDC), por lo que el Partido Conservador le acusó de aleccionar a sus jóvenes seguidores hacia una división de su partido.

   A pesar de que su renuncia decepcionó a sus partidarios, continuó su labor como catequista y decidió fundar el 19 de octubre de 1944 el Hogar de Cristo, una instancia dedicada a ofrecer "pan, techo y abrigo" a los más pobres y excluidos. Fue en diciembre cuando inició la construcción de su sede principal, en la calle Bernal del Mercado, en la comuna de Estación Central.

   Entre 1945 y 1948 fundó la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH), un sindicato católico que se declaraba ajeno a la política y que tenía la pretensión de hacer realidad la redención del proletariado bajo las normas sociales romanas. Para llevarla a cabo, el Padre Hurtado necesitaba la aprobación de la Iglesia aunque la Conferencia Episcopal consideraba que era una especie de organización comunista.

   Para difundir sus doctrinas sociales, Hurtado publicó una serie de libros a inicio de ésta década, como 'El orden social cristiano en los documentos de la jerarquía católica' y 'Sindicalismo, historia, teoría y práctica'. Además, fundó una revista llamada 'Mensaje', como método de divulgación de su ideario católico.

A finales de la década de los 50, el Padre Hurtado comenzó a sentir molestias en su cintura, que desencadenarían unos años más tarde en un terrible cáncer de páncreas incurable que le hizo pasar sus últimos días en el Hospital de la Universidad Católica bajo el cuidado del prestigioso médico Rodolfo Armas Cruz.

BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN

   Tras su muerte el 18 de agosto de 1952, declarado 'Día de la solidaridad' desde su beatificación en 1994, se realizaron en Santiago y en todos los rincones del país diferentes actos conmemorativos que se sumaron al velatorio al que asistieron miles de seguidores y amigos en la Iglesia de San Ignacio. Más tarde fue trasladado a la Parroquia Jesús Obrero, cercana al Hogar de Cristo que él mismo había fundado.

   Chile perdía a una de sus personalidades más relevantes, que vivió por y para los demás y lo hizo incluso después de su muerte, ya que mandó un mensaje a sus fieles para que no gastaran ni un peso en coronas de flores en su entierro, destinando esas cantidades a otras labores sociales que extendieran sus obras realizadas en vida.

   En el año 1977, la Iglesia Católica chilena dio comienzo a los primeros trámites para su proceso de beatificación aunque fue en 1993 cuando el papa Juan Pablo II aprobó dicho tratamiento. Así, el 10 de octubre de 1994, Alberto Hurtado fue beatificado en la plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano.

   Pero su 'contacto' con el papado no quedó ahí, ya que en octubre de 2005 se le atribuyó un milagro y fue canonizado y declarado santo de la Iglesia católica en una misa solemne celebrada por Benedicto XVI. A este acto asistieron los miembros de la delegación oficial encabezada por el presidente de la República, Ricardo Lagos, quien lo definió como 'el nuevo Padre de la Patria'.

   El Padre Hurtado tuvo la valentía de ser el protagonista de una etapa marcada por las injusticias sociales y un panorama político en el que incluso la Iglesia no se posicionó a su favor. Ésta parecía estar más interesada en frenar las ideas comunistas que en fomentar la creación de una sociedad útil y benigna.

   Por eso, Hurtado también criticó su actitud, como también comentó su oposición a la disolución de la Falange o la situación del Partido Conservador y, en definitiva, hacer una llamada de atención ante los desequilibrios del poder que funcionaba en detrimento a las necesidades de su pueblo.