Actualizado 04/07/2014 18:12

Peloteros cubanos se abren paso en Japón ante la mirada de EEUU

 

   LA HABANA/TOKIO,  4 Jul. (Reuters/EP) -

   - Por décadas el sueño prohibido de algunos beisbolistas cubanos, las Grandes Ligas de Estados Unidos enfrentan ahora una insólita competencia por los talentosos peloteros de la isla: Japón.

   La reciente profesionalización del deporte cubano como parte de las reformas del presidente Raúl Castro ofrece a los atletas de la isla un camino menos lucrativo pero más seguro al mercado internacional.

   En lugar de desertar o arriesgar sus vidas atravesando el Estrecho de la Florida, Frederich Cepeda y Yulieski Gourriel ficharon legalmente este año por equipos de la Nippon Professional Baseball, la segunda liga del mundo en importancia después de Estados Unidos.

   "Nos gustaría contratar más cubanos en el futuro", dijo a Reuters Masao Shimazaki, director de relaciones internacionales de los Gigantes de Yomiuri de Tokio, donde milita ahora Cepeda.

   Cuba ha producido algunos de los mejores peloteros de la historia, pero durante medio siglo las autoridades comunistas les impidieron jugar en Estados Unidos, su enemigo ideológico desde la época de la Guerra Fría.

   Eso llevó a estrellas como José Ariel Contreras u Orlando "El Duke" Hernández a desertar o arriesgar la vida cruzando el mar para alcanzar el sueño de pitchear en las Medias Blancas de Chicago o los Yankees de Nueva York.

   Aunque el presidente Castro autorizó a fines del 2013 la contratación de deportistas cubanos en el exterior, ahora es el embargo comercial estadounidense el que prohíbe su fichaje.

   Y los equipos japoneses están dispuestos a aprovechar su ventaja.

   "Una razón por la que Cuba tiene un montón de jugadores es porque no tiene un acuerdo con la MLB todavía", dijo Shimazaki, de los Gigantes de Yomiuri, en alusión a las Grandes Ligas de Estados Unidos.

   Tras la revolución de Fidel Castro en 1959, Cuba abrazó el deporte amateur como bandera de su nueva sociedad socialista.

   Extremadamente talentosos en deportes como el béisbol y el boxeo, los atletas cubanos gozaban de un inmenso reconocimiento social, pero no en el dinero que ganaban sus colegas en la otra orilla del Estrecho de la Florida.

   Cuando la economía socialista de Cuba se vino abajo junto con la Unión Soviética, la hemorragia de talento se acentuó.

   En un intento por frenar el éxodo, Castro aumentó el año pasado los sueldos de los deportistas y los autorizó a fichar por un equipo extranjero a cambio de una comisión de un 20 por ciento de sus contratos e impuestos.

JAPÓN ABRE PUERTAS

   El primero en lanzarse a la aventura japonesa fue Cepeda, uno de los jugadores más destacados de la última década en Cuba.

   Ya en el último tramo de su carrera, el potente bateador ambidiestro de 34 años firmó en abril un contrato de 1,5 millones de dólares con los Gigantes de Yomiuri, una cifra astronómica para Cuba.

   Al mes siguiente le siguió los pasos Gourriel, tercera base de 30 años fichando con el Yokohama DeNa Baystars por 900.000 dólares.

   "Si a Gourriel le va bien en Japón, más jugadores cubanos buenos llegarán", dijo Shigeru Takada, gerente general de los Baystars de la ciudad de Yokohama.

   Para los peloteros cubanos Japón tiene otras ventajas.

   Cepeda, por ejemplo, pudo llevarse consigo a su esposa y su hijo de 6 años, algo mucho más complicado si hubiera elegido el camino de la deserción.

   Algunos como Contreras volvieron recientemente de visita a la isla. Pero cuando un pelotero cubano abandona la delegación durante un viaje al extranjero o aborda una lancha envuelto en la oscuridad de la noche, sabe que no volverá a vestir jamás el uniforme blanco, azul y rojo de Cuba.

   Y ahora por ley deben esperar 8 años antes de poder regresar a Cuba como turistas.

ÉXODO CONTINUA

   A pesar de la apertura del mercado asiático, algunos siguen acariciando el sueño americano.

   Aunque ahora ganan un mínimo de 40 dólares mensuales, el doble que antes de las reformas de Castro, la cifra está a años luz del contrato de 68 millones de dólares que el desertor José Abreu firmó el año pasado con los Medias Blancas de Chicago.

   Más de 20 peloteros cubanos que desertaron desde el 2009 ficharon con equipos de la MLB por más de 330 millones de dólares, según cifras de Baseball-Reference.com.

   Yasmani Tomás, un prospecto de 23 años, acaba de desembarcar ilegalmente en República Dominicana. Y otros seis beisbolistas fueron excluidos de la selección nacional por sospechas de haber intentado escapar de la isla.

   Cepeda dice que una de las razones de las deserciones es que todavía no hay suficientes oportunidades en el exterior a través de los canales legales.

   "Todos no pueden firmar contratos con equipos extranjeros", dijo el pelotero a Reuters en Tokio.

   "Algunos jugadores cubanos elegirán ir a la MLB", comentó. "Tal vez la cifra de jugadores que deserten caerá, pero no creo que el número sería cero", señaló.

   TRAVESíA DE ALTO RIESGO

   La ansiedad por llegar a las Grandes Ligas pudo haberle costado caro a Yasiel Puig, un potente bateador cubano de 23 años que hoy juega para los Dodgers de Los Angeles.

   El pelotero escapó de la isla en el 2012 a bordo de una lancha operada por la organización criminal mexicana Los Zetas, que amenazó con cortarle un brazo si no se pagaba 250.000 dólares por el trayecto, unas 20 veces más de lo que cuesta normalmente el pasaje.

   La odisea de Puig para llegar a Florida fue reportada por primera vez este año por Los Angeles Magazine en base a entrevistas y testimonios de un caso judicial en Estados Unidos.

   Estados Unidos permite a los cubanos que ponen un pie en tierra firme quedarse legalmente en el país.

   La historia de Puig reforzó el argumento de Cuba de que la política migratoria estadounidense promueve la inmigración ilegal sin pensar en la seguridad de los cubanos.

   "Las salidas ilegales son muy peligrosas", dijo Carlos Tabares, un jardinero de los Industriales de La Habana. "Tienen un precio muy alto que pagar".

   "Al final eres una mercancía", comentó el jugador, que tras las reformas de Castro pasó de ganar 20 a 420 dólares mensuales.