Actualizado 14/05/2011 17:42

FUTBOL-Brasil, bajo fuego por desalojos favelas Mundial

Por Stuart Grudgings

RIO DE JANEIRO (Reuters/EP) - José Santos de Oliveira es una isla de resistencia, al igual que su casa.

El jardinero y su hogar se erigen en medio de un mar de escombros, que es lo que queda de la comunidad de la favela de Vila Recreio 2, en el oeste de Río de Janeiro.

¿Cuál era el error de las cerca de 200 familias que vivían ahí? Se interponían en la senda de reformas de Brasil para organizar los mayores eventos deportivos de los próximos años. En este caso, una de las tres nuevas rutas para autobuses que apuntan a disminuir la congestión vehicular.

El Mundial de fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro dos años después están impulsando inversiones multimillonarias para actualizar la decrépita infraestructura local.

Pero mientras los trabajos avanzaban, se toparon con una barrera: la desigual sociedad brasileña y su caótica planificación urbana, que ha visto aparecer cientos de favelas en ciudades como Río de Janeiro en las últimas décadas.

Grupos de derechos humanos afirman que los residentes pobres son los que parecen estar perdiendo, lo que ha provocado inmediatos cuestionamientos respecto a si los grandes eventos deportivos ayudarán a sanar las profundas divisiones sociales de Brasil o si las profundizarán aún más.

Tanto Amnistía Internacional (AI) como una relatora de la ONU han condenado a Brasil por desalojos relacionados con obras para el Mundial de fútbol y los Juegos, un bochorno potencial para la presidenta Dilma Rousseff, quien juró que eliminará la pobreza extrema en la mayor economía de Latinoamérica.

Pero esto no pasa solamente en Río de Janeiro. La relatora de la ONU Raquel Rolnik dijo el mes pasado que había recibido alegatos de desalojos y posibles abusos a los derechos en ocho de las 12 ciudades que van a ser sede de partidos del Mundial, incluyendo a la capital financiera Sao Paulo.

Rolnik citó un patrón de falta de consultas con comunidades afectadas, así como también compensaciones insuficientes en momentos en que los precios de las propiedades están aumentando en muchas ciudades brasileñas.

¿CAMINO EQUIVOCADO?

Oliveira, cuya casa aún está en pie debido a que presentó una acción legal contra los desalojos, dijo que ninguno de los residentes fueron invitados a reuniones de planificación de la ciudad antes de que llegaran los camiones y retroexcavadoras y comenzaran las demoliciones a fines del año pasado.

Los residentes afectados dicen que están sufriendo porque no tienen influencia política y sus casas no se ajustan a la imagen que la ciudad quiere proteger.

"No somos basura, somos personas", dijo Oliveira, mientras camiones municipales transportaban montículos de escombros detrás de él. "Estamos siendo pisoteados por los poderes económicos", agregó.

Las autoridades de Río de Janeiro han dicho que van a expropiar 3.000 casas para hacer espacio para una de las tres nuevas rutas para autobuses, la Transcarioca, de 39 kilómetros.

Los funcionarios dicen que están siguiendo los requisitos legales de informar previamente sobre los desalojos, ofrecer una alternativa de vivienda y pagar precios justos por las propiedades, aunque la naturaleza ilegal de muchas casas en las favelas se traduce en que no pueden pagar por las tierras.

"La ciudad no está tratando de ninguna manera tratando de expulsar a los pobres", dijo el secretario de Vivienda de Río de Janeiro y miembro del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff, Jorge Bittar

"Estas nuevas rutas están satisfaciendo una demanda que ha estado ahí por década en Río (...) la gente que usará los autobuses son los pobres, no los ricos", sostuvo.

El número de familias que enfrentan trastornos debido a las obras son pocas en comparación con la cantidad de ciudadanos con baja renta que se beneficiarán de mejores transportes y de una ola de inversiones públicas en favelas que se han visto estimulados por los Olímpicos, agregó.

Pero los críticos ven señales de que Brasil está siguiendo el paso marcado por otros organizadores de grandes eventos deportivos: gastar enormes cantidades de dinero público sin mucho debate respecto a si los proyectos son del interés de la población a largo plazo.

Alrededor de 1,5 millones de personas fueron desalojadas por las autoridades chinas cuando Pekín se preparaba para los Juegos Olímpicos del 2008.

Pekín y otros recientes organizadores olímpicos como Sídney y Atenas construyeron caros estadios que se han usado poco desde los Juegos.

"Esto es muy autoritario (...) sin audiencias públicas, sin participación democrática y va a cambiar la ciudad para siempre", dijo Chris Gaffney, un profesor de urbanismo en la Universidad Federal Fluminense, en Río de Janeiro. "En todos los lugares donde se realizan megaeventos, éste es el modelo", agregó.

"UNA MISERIA"

Muchos condominios recién construidos para la emergente clase media y letreros que publicitan oportunidades inmobiliarias atiborran el camino desde el centro de Río de Janeiro al área occidental de playas donde se realizarán la mayoría de los eventos olímpicos.

Las obras han estado en curso durante meses en las rutas de autobuses que las autoridades afirman que deberían aliviar la congestión para los eventos y más allá, pero que pasan directamente a través de comunidades pobres.

"No tuve mucha alternativa. Mis cuatro hijos habrían estado en la calle", dijo Tania Maria Alves, de 43 años, quien aceptó 40.000 reales (24.700 dólares) en compensación por su casa de tres dormitorios y los usó para comprar una nueva propiedad en las cercanías.

El director de AI Salil Shetty -quien visitó las comunidades afectadas durante un viaje a Brasil en abril-, dijo a Reuters que a algunos residentes les han ofrecido nuevas casas en lugares distantes hasta 60 kilómetros y que las ofertas compensatorias a menudo eran "una miseria".

"Hay una sensación de que estos temas de derechos humanos están interfiriendo en el desarrollo", sostuvo.

Como la mayoría de los brasileños, Sueli Afonso da Costa es apasionada por el fútbol y se hinchó de orgullo cuando su país ganó el derecho a organizar el Mundial.

Sin embargo, ahora el evento siempre estará manchado por la pérdida de su casa en la favela Vila Harmonia, que también estaba emplazada en la vía de una nueva ruta para autobuses.

"La ciudad nunca vino acá para ayudarnos, para ver cómo estábamos de salud, sobre higiene. Pero cuando fue el momento de destruir, llegaron y nos robaron", afirmó la enfermera.

"Todos estamos a favor del progreso y la cultura del deporte, pero en este caso ellos llegaron y destruyeron nuestras vidas", agregó.

(1 dólar = 1,620 reales)