Actualizado 30/06/2014 17:02

Suárez, el "Pistolero" que vio el final de su Mundial por televisión

Luis Suárez tras recibir  la sanción de nueve partidos
Foto: STRINGER BRAZIL / REUTERS

 

   SALTO, Uruguay, 30 Jun. (Reuters/EP) -

   Era uno de los candidatos a brillar en el Mundial de Brasil. Pero el uruguayo Luis Suárez acaparó los titulares por morder a un rival, ser expulsado de la Copa y recibir la sanción más extensa que la FIFA ha impuesto en su historia a un futbolista.

   Su anticipada despedida fue un golpe mortal para la selección de Uruguay, que sin su presencia para desequilibrar en el campo fue derrotada por Colombia y dijo adiós el sábado al Mundial.

   Quienes conocieron al delantero mientras crecía en la pequeña ciudad de Salto, en la frontera noroeste de Uruguay, recuerdan sus ansias por marcar goles y su talento, pero también su enojo cuando no concretaba una jugada como pretendía.

   "Ya en ese momento tenía la chispa, era muy inteligente, siempre hacía goles y todos lo seguían", comentó Richard Suárez, que dirigió a la estrella uruguaya cuando llegó a los cuatro años a las categorías infantiles del Deportivo Artigas, un club en Salto donde también jugaba su padre, que era soldado.

   "Pero se enojaba cuando no le salían las cosas, si erraba los goles", aseguró el entrenador que tiene el mismo apellido del delantero de 27 años pero no es familiar suyo.

   Los uruguayos creen que Suárez es un jugador apasionado y lo apoyaron ante lo que consideraron una sanción excesiva de la FIFA por su mordida al defensor italiano Giorgio Chiellini.

   Pero esa no fue la primera vez que el temperamento le jugó una mala pasada al aguerrido goleador del Liverpool FC.

   Los raptos explosivos ya le habían costado varias sanciones a nivel internacional. En esta ocasión, la FIFA le impuso una implacable suspensión de nueve partidos con la selección y cuatro meses sin poder pisar un estadio.

   "Suárez era calentón (que se enoja con facilidad) en la cancha, siempre cuando sale a la cancha sale a ganar", comentó José Luis Esposito, dirigente del fútbol infantil del club Nacional de Montevideo en la década de 1990, que recordó que a pesar de todo Suárez era un chico tranquilo que no se peleaba.

   "Todos los problemas que dicen que tiene ahora nunca lo vimos", sostuvo. "Nosotros veíamos chicos con líos todos los fines de semana en la cancha o afuera y él nunca", agregó.

PICARDIA

   Suárez nació en una familia de siete hermanos y se crió hasta los siete años en un conjunto de viviendas que formaba parte del cuartel militar local donde estaba asignado su padre. El complejo tenía en la esquina algo que lo marcaría: un terreno usado para jugar al fútbol.

   No le iba mal en la escuela, pero cuando no estaba en las aulas se la pasaba jugando a la pelota. Y no era de extrañar considerando que su hermano mayor era futbolista y su papá un aguerrido defensa de la primera división de Deportivo Artigas En la liga de Salto.

   "Vivía jugando a la pelota con todos ahí en la cuadra, eran calles de tierra pero siempre lo veías pegado a una pelota", comentó Elsa Goncalvez, una maestra retirada de 67 años que vive hace 56 en el barrio donde nació el jugador.

   Después de que la familia se mudara a la capital Montevideo, el chico fue subiendo a fuerza de talento y dedicación en los equipos juveniles de Nacional, uno de los dos clubes más importantes de Uruguay.

   "Luis era muy bandido, muy pícaro", dijo Daniel Enríquez, coordinador de las divisiones juveniles cuando el delantero jugaba en Nacional.

   "Era calentón si no hacía goles, si estaba en el banco él estaba enojado porque quería jugar, pero como un niño", agregó, contando que el equipo tenía un psicólogo pero nunca consideraron que Suárez lo necesitara.

   Como adolescente Suárez -apodado "El Pistolero" por como celebra sus goles- protagonizó un incidente violento con un árbitro durante un partido en Montevideo, pero sus allegados o quienes lo conocen se negaron a discutir detalles con Reuters.

UN RECUERDO INDELEBLE

   Nadie en su ciudad natal, también cuna del delantero Edinson Cavani, recuerda incidentes graves en los que Suárez estuviera involucrado. O al menos no como los que protagonizó en Europa.

   Antes de ser expulsado del Mundial, el delantero ya había sido sancionado dos veces por morder a oponentes. Primero, en el 2010 cuando estaba en el Ajax Amsterdam, y luego el año pasado con la camiseta del Liverpool, cuando fue suspendido por 10 fechas, lo que no le impidió acabar como el máximo goleador de la temporada.

   Además quedó en el centro de una polémica cuando lanzó un insulto racista a Patrice Evra del Manchester United.

   "Era re travieso (...) pero acá nunca hizo nada de eso", dijo Suárez, su ex técnico, que también fue jugador de primera división del Deportivo Artigas junto al padre del futbolista.

   Después de la sanción en el Mundial, el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, dijo que el uruguayo debería someterse a tratamiento para controlar su temperamento en la cancha, pero ni el Liverpool ni el jugador hicieron comentarios.

   "La vida de él es normal, no tiene trauma ninguno. Tendría capaz un par de championes (zapatillas deportivas) menos, pero tuvo una niñez normal", dijo Jorge Díaz, tío abuelo del jugador, que todavía vive en Salto.

   No siempre fue titular en las divisiones juveniles de Nacional porque la competencia de otros compañeros más grandes físicamente le jugaba en contra, y el club casi prescinde de él. Pero persistió, brilló y hoy es uno de los mejores futbolistas del mundo.

   Después de los incidentes de las mordidas en Europa, Esposito comentó que Suárez le dijo que sus reacciones son "algo que le nace, interior, que no lo controló".

   Con la última suspensión, Suárez se perderá la Copa América del 2015 con Uruguay, además del comienzo de la Liga Premier y la Liga de Campeones. En pleno período de pases, medios europeos han insinuado una costosa transferencia al Barcelona español.

   Suárez tuvo que ver por televisión la eliminación de Uruguay del Mundial de Brasil, a donde casi no viaja por una cirugía de rodilla a la que debió someterse apenas tres semanas antes del torneo. Fuera de su casa, decenas de hinchas miraron también el partido en una pantalla gigante.

   "El va a volver a hacer goles como hacía, esto es una trancada", dijo Enríquez. "Pero el otro mundial es en cuatro años y Luis estaba en la cresta de la ola, esto no se lo va olvidar más".