Publicado 05/09/2013 17:39

Aumenta presión sobre Obama por Siria en cumbre del G-20

Por Timothy Heritage


SAN PETERSBURGO, Rusia, 5 Sep. (Reuters/EP) -

- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, enfrentaba el jueves una creciente presión de líderes mundiales para que no lance ataques militares contra Siria, en una cumbre donde la economía global era eclipsada por el conflicto.

El Grupo de las 20 economías desarrolladas y en vías de desarrollo (G-20) se reunía en San Petersburgo para tratar de forjar un frente unido sobre crecimiento económico, comercio, transparencia de la banca y combate a la evasión tributaria.

Pero el grupo, que abarca a dos tercios de la población mundial y a un 90 por ciento de su producción, está dividido sobre temas que van desde la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de terminar con su programa de estímulo para la economía hasta la guerra civil en Siria.

El mandatario ruso, Vladimir Putin, quiere usar la reunión para convencer a Obama de que no lance una acción militar contra el presidente sirio, Bashar al-Assad, por un ataque con armas químicas del que Washington culpa a fuerzas gubernamentales.

El primer round en la cumbre fue para Putin, dado que la Unión Europea y el Papa Francisco -en una carta a los líderes del G-20- se alinearon más con él que con Obama sobre la posibilidad y legitimidad de una intervención armada.

"Una acción militar tendría un impacto negativo sobre la economía global, especialmente sobre el precio del petróleo; causará un alza en el precio del petróleo", dijo el viceministro de Finanzas de China, Zhu Guangyao.

Líderes del grupo BRICS de economías emergentes expresaron preocupación durante las conversaciones del G-20 de que un ataque militar contra Siria pueda dañar a la economía mundial, dijo el portavoz de Putin.

El Papa llamó a los líderes a "dejar a un lado la persecución fútil de una solución militar". También invitó a los 1.200 millones de católicos y a personas de otros credos a unirse a él en un día de oración y ayuno el sábado para poner fin a la guerra civil.

Líderes de la Unión Europea, usualmente fuertes aliados de Estados Unidos, describieron el ataque del 21 de agosto cerca de Damasco, que mató a cerca de 1.400 personas, como "aborrecible", pero agregaron que "no existe una solución militar para el conflicto sirio".

Putin, el aliado más importante de Assad, fue aislado por su postura sobre Siria en una reunión del G-8 en junio, la última gran reunión de potencias mundiales. Ahora podría desquitarse de Obama, quien recientemente lo comparó con un "niño aburrido en la parte de atrás de la sala de clases".

Sólo Francia, que se prepara para unirse a una acción militar estadounidense, ha apoyado a Obama.

Con pocas probabilidades de contar con el respaldo de Pekín y de Moscú en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde ambos países tienen poder de veto, Obama está buscando la aprobación del Congreso de su país.

Putin afirma que fuerzas rebeles podrían haber realizado el ataque con gas y que cualquier ataque militar sin la aprobación del Consejo de Seguridad violaría la legislación internacional, una opinión que está siendo cada vez más respaldada públicamente por otros.

El mandatario ruso no tiene programado un encuentro cara a cara con Obama, pero espera discutir el tema de Siria en una cena con todos los líderes.

Los ministros de Relaciones Exteriores de estados clave del G-20 -que incluye a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU- también discutirán sobre Siria en el marco de la reunión.

PERDIDA DE ARMONIA

El G-20 logró una cooperación sin precedentes entre países desarrollados y naciones emergentes para evitar el colapso económico durante la crisis financiera del 2009, pero ahora la armonía se ha perdido.

Las economías emergentes del grupo BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- llamaron al G-20 a impulsar la demanda global y a asegurar que cualquier cambio en política monetaria esté bien anunciado.

El llamado refleja las preocupaciones entre naciones en desarrollo por la posibilidad de que la Reserva Federal estadounidense reduzca su política monetaria ultra expansiva y una visión de que Europa no está haciendo lo suficiente para promover una recuperación impulsada por la demanda.

Rusia y China también unieron fuerzas al advertir sobre el impacto potencial de que la Fed ponga fin a su programa de compras de bonos para estimular a la economía.