Actualizado 03/12/2014 21:34

Desesperados por cemento y bulldozers, residentes de Gaza enfrentan invierno en las ruinas

Por Nidal al-Mughrabi y Luke Baker

GAZA, 1 dic, 1 Dic. (Reuters/EP) -

- Tres meses después de la guerra en Gaza, Sadeeqa Naseer aún vive en un sitio bombardeado. Los ataques aéreos convirtieron en escombros los dos pisos superiores del edificio de tres plantas en la Franja de Gaza.

Unas 35 personas viven en la planta baja, donde los agujeros en las paredes causados por el fuego de los tanques han sido cubiertos con chapas o telas que hacen poco para evitar el viento frío y la lluvia del cercano invierno boreal en el pueblo de Beit Hanoun.

Alguien se las ingenió para tender un cable eléctrico desde un edificio cercano, que suministra suficiente energía para mantener un refrigerador y una lámpara durante la noche. Pero no hay cemento para reconstruir y nadie puede conseguir un bulldozer para quitar los escombros.

Los hombres intentaban inútilmente romper el concreto con martillos.

"¿Quién podría vivir aquí?", preguntó Naseer, de 60 años, quien dijo que no había recibido ayuda de Naciones Unidas ni de nadie más.

Desde la guerra desatada en julio y agosto entre Israel y los islamistas de Hamas que gobiernan Gaza, en la que más de 2.100 palestinos y 70 israelíes murieron, casi ningún progreso se ha logrado para reconstruir el destruido territorio, pese a que donantes prometieron 5.000 millones de dólares.

Israel controla estrictamente la importación de materiales de construcción y equipamiento a Gaza, argumentando que de lo contrario podría ser usado para reconstruir túneles usados por milicianos de Hamas que controlan la franja para realizar ataques.

Autoridades palestinas y críticos de la política de Israel dicen que se ha hecho imposible la reconstrucción, lo que ha dejado a 40.000 personas de los 1,8 millones de residentes en refugios temporales y a miles más enfrentando al invierno en ruinas apenas habitables.

"El cemento y la arcilla están reguladas como si fueran armas nucleares", dijo Sari Bashi, cofoundador de Gisha, una organización israelí que supervisa el acceso a Gaza y afirmó que apenas una pequeña parte del cemento que se necesita para cubrir la demanda llega a la Franja.

Un funcionario del Gobierno israelí dijo que su país estaba dispuesto a ayudar de alguna manera para que avanzara rápidamente la reconstrucción de Gaza, pero también quería asegurarse que Hamas no estuviera reconstruyendo su infraestructura militante.

MILES EN RUINAS

Según Mufeed al-Hasayna, ministro de Vivienda palestino, Gaza necesita 8.000 toneladas de cemento por día para cubrir la demanda. Un nuevo sistema ideado con Naciones Unidas para cumplir con los requisitos israelíes deja pasar al menos 2.000, explicó.

A ese ritmo, la reconstrucción tomaría más de 30 años, dijo Hasayna, uno de los cuatro miembros del gobierno de unidad basado en Gaza en vez de Cisjordania.

"Tenemos 18.000 edificios totalmente destruidos y unos 50.000 parcialmente destruidos", dijo el ministro. "Antes de la guerra Gaza necesitaba unos 70.000 apartamentos por año para mantenerse a la par del crecimiento de la población. Ahora, después de la guerra, Gaza necesita 150.000 nuevos apartamentos", agregó.

Desde la guerra, la electricidad ha sido parcialmente restaurada por lo que la energía ahora se corta solo por ocho horas al día. Aunque casi no hay agua potable.

Pero en términos de limpiar las enormes montañas de escombros y hierro retorcido, reconstruir las casas y arreglar las calles, puentes y otra infraestructura, casi nada ha sucedido.

Para satisfacer las demandas israelíes de rastrear todo el cemento, Naciones Unidas presentó un estricto mecanismo con video y control de GPS de los materiales, que solo pueden ser transferidos por proveedores comprobados.

Para un palestino común que no tiene acceso a los suministros oficiales, si pueden encontrar cemento, lo pueden comprar en el mercado negro a más de 50 dólares la bolsa, más de siete veces el precio normal.

Limpiar los escombros es casi imposible, con poco acceso a excavadoras y bulldozers.

"Treinta y cinco personas viven en condiciones que no serían tolerables sin la ayuda de Dios", dijo Naseer. "Queremos reconstruir nuestra casa antes de que nos maten el frío y las enfermedades", agregó.