Actualizado 18/06/2009 21:30

Ecuador mantendría firme postura, evitaría estatizar

Por Alonso Soto

QUITO (Reuters/EP) - El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, se abstendría de estatizar las industrias petrolera y minera del país sudamericano, pese a que prometió mantenerse firme con los inversores y a que sus aliados izquierdistas en la región han acelerado sus campañas de nacionalización.

Correa considera que las estatizaciones son ineficientes para un Gobierno que lucha por operar sus compañías, como la petrolera estatal Petroecuador, según asesores y analistas.

Y pagar por la toma de control de alguna compañía también sería difícil en momentos en que la crisis económica mundial ha erosionado los ingresos petroleros del miembro más pequeño de la

OPEP.

Las nacionalizaciones nunca figuraron en el programa de Gobierno de Correa cuando fue elegido por primera vez en el 2006, apoyado por una amplia alianza de izquierda que iba desde comunistas hasta acaudalados empresarios.

El llamado "socialismo del siglo XXI" de Correa busca reforzar el control estatal y obtener más beneficios de las compañías que extraen los recursos naturales que, bajo la Constitución, ya son propiedad del Estado, dijeron funcionarios.

"No tenemos en nuestro horizonte la nacionalización de las empresas. En nuestro horizonte está defender los intereses de los ecuatorianos y tenemos otros mecanismos a través de los cuales lo hacemos", dijo a Reuters el ministro de Coordinación de la Política, Ricardo Patiño, uno de los aliados más cercanos de Correa.

"Queremos cambiar el rol del Estado, pero no convertirlo en un estado socialista del siglo XIX", explicó.

El presidente venezolano, Hugo Chávez, un ex militar y cercano aliado de Correa, aceleró una ola de las estatizaciones de sectores clave de la economía en sus esfuerzos por instaurar un Estado socialista.

Además, su par boliviano, Evo Morales, un ex dirigente cocalero, tomó el control de activos que van desde compañías de combustible para aviación hasta firmas de gasoductos.

"Nunca nos va a entender si nos sigue comparando con Venezuela o Bolivia", dijo Patiño, quien trabajó brevemente para el Gobierno socialista de Nicaragua en la década de 1980.

NO HABLA DE ESTATIZAR

Al igual que sus aliados, Correa, un ex profesor de economía, ha atemorizado a los inversores extranjeros, primero con una sorpresiva alza impositiva a las compañías petroleras -que provocó demandas internacionales- y más recientemente con el incumplimiento del pago de 3.200 millones de dólares de sus bonos globales.

Pero tras dos años en el cargo, el académico se ha abstenido de tomar firmas petroleras y nunca habló de estatización cuando puso fin a los acuerdos con una compañía de construcción brasileña y con una pequeña petrolera estadounidense.

"Nosotros nunca discutimos el tema nacionalización", dijo Galo Chiriboga, quien fue por un año ministro de Petróleos y Minas.

"El presidente Correa tiene claro que la economía funciona con el sector privado y el público", agregó.

Tras su reelección en abril, Correa renovó sus amenazas de endurecer su postura frente a los inversores, pero asesores cercanos y analistas dicen que es parte de una estrategia para lograr más beneficios para el Estado en los nuevos acuerdos petroleros.

Ecuador se alista para lo que serían duras negociaciones con firmas privadas, como la español Repsol-YPF, para modificar los acuerdos que elevarían el control del Gobierno sobre el sector.

En una entrevista concedida a Reuters en abril, Correa dijo que no había necesidad de estatizaciones en el sector petrolero, pero que su Gobierno mantendría su línea dura con los inversores.

"Con adecuados contratos no será necesario (la nacionalización)", dijo Correa. "Tendremos exactamente la misma posición, total firmeza para defender los intereses del país", agregó.

Sin embargo, Walter Spurrier, un analista económico del Grupo Spurrier, dijo que las amenazas de Correa y las riesgosas tácticas de negociación han afectado las inversiones en Ecuador.

"Correa quiere un Estado más interventor, pero no una economía estatista", explicó Spurrier. "Pero tiene que tener cuidado con sus amenazas porque ha desgastado la confianza de los inversores", afirmó.