Publicado 01/02/2014 20:42

ENFOQUE-Estadio rezagado de Brasil corre el riesgo de ser excluido del Mundial

Por Andrew Downie

CURITIBA, Brasil, 1 feb, 1 Feb. (Reuters/EP) -

- Cuando Brasil eligió las 12 ciudades que serían sede del Mundial de fútbol del 2014, el estadio que todos pensaban que estaría terminado a tiempo era el Arena da Baixada en Curitiba.

Construido en 1999, el recinto era el más moderno de Brasil. Su dueño, el club de fútbol Atlético Paranaense, era conocido por su prudencia fiscal y buena administración.

Y la ciudad misma, establecida por inmigrantes italianos, alemanes y de Europa Oriental, era famosa por sus políticas públicas progresivas y su buena organización.

Hoy, esas predicciones parecen irrisorias. El Arena da Baixada está amenazado de ser excluido del Mundial, ya que la FIFA estableció como límite el 18 de febrero para convencerse de que el estadio estará listo para el inicio del torneo en junio. Curitiba se encuentra en estado de conmoción.

"La administración del club debería estar avergonzada", dijo Marcos Malucelli, ex presidente del Atlético, que se opuso a que Brasil organice la Copa del Mundo.

Malucelli dijo que los gobiernos estatal y municipal también deberían estar avergonzados, y sobre todo la FIFA.

"Ellos tienen la responsabilidad última, estuvieron viendo esto todo el tiempo y no tuvieron la fortaleza suficiente como para hacer algo", señaló.

El tiempo y el dinero son la raíz de la crisis. Atlético empezó tarde los trabajos de construcción y la obra avanzó a paso de tortuga. El club tuvo dificultades para obtener financiamiento y eso ralentizó aún más las tareas.

Pero aunque estos problemas han afectado también a otros proyectos de construcción, Curitiba ha sido la más perjudicada por una razón principal: Atlético decidió construir el estadio por cuenta propia en lugar de contratar a alguna de las grandes empresas constructoras de Brasil.

"Lo que falló fue la manera en que se manejó el trabajo", dijo Reginaldo Cordeiro, secretario del comité organizador del Mundial en Curitiba.

"Hay grandes compañías constructoras haciendo los otros 11 estadios. Tienen una estructura administrativa y financiera. El Atlético Paranaense no tiene el poder económico para hacerlo funcionar", agregó.

CAMPEON DE LIGA

Atlético es el club más grande de Curitiba y en los últimos años ha tenido mucho protagonismo. Ganó la liga brasileña en el 2001, un hito extraño para un club alejado de los centros futbolísticos del país, finalizó segundo en el 2004 y llegó a la final de la Copa Libertadores de América al año siguiente.

El equipo descendió en el 2011 pero retornó rápidamente a la máxima categoría y el año pasado tuvo su mejor temporada en una década, llegando a la final de la Copa de Brasil y finalizando tercero en la liga.

Cuando en octubre del 2011 firmó el contrato para construir el estadio, Atlético eligió pagar un tercio del recinto por cuenta propia y recibir un tercio en garantías de préstamos tanto del gobierno municipal como del estatal.

Los dos tercios correspondientes al estado y la municipalidad no fueron inmediatos debido a que Atlético optó por establecer su propia empresa, CAP S.A., para llevar a cabo la obra.

Sin historial en la construcción de estadios, el banco gubernamental que distribuye los créditos pidió a CAP más garantías de las habituales y la compañía tardó en facilitarlas, con lo cual el prestamista demoró la liberación del dinero.

Durante 16 meses hasta enero del 2013, el único dinero disponible para financiar parte de la demolición del viejo estadio y la construcción de uno nuevo provino del club mismo o de préstamos de emergencia.

Hubo poca disponibilidad de dinero cuando se necesitaba una cantidad importante, suficiente como para comenzar pero no para ponerse realmente en marcha.

"Perdimos prácticamente todo el 2012 porque no teníamos el dinero para ponerse en marcha al ritmo indicado", declaró a un programa de radio Mario Celso Petraglia, presidente del Atlético y responsable último de la construcción del estadio.

SIN PARTIDOS

Incluso cuando los grandes cheques llegaron a la cuenta bancaria de CAP, los problemas continuaron.

Concejales de la ciudad lanzaron una investigación por denuncias de excesos en los contratos para proveer y colocar los 43.981 asientos del estadio. La obra se paralizó por cinco días cuando investigadores del ámbito laboral determinaron que los trabajadores de la construcción corrían riesgo de lesiones.

Además, el césped se sembró tan tarde que las autoridades son reacias a probarlo antes de que Irán enfrente a Nigeria en el primer partido mundialista que recibirá la sede el 16 de junio.

"La FIFA no quiere un partido de prueba", dijo Petraglia. "No quieren arriesgar el césped. Así que no tendremos partidos, no habrá pruebas, no habrá un partido inaugural hasta que comience el Mundial", remarcó.

Otro problema es el costo de la obra. El estado y la ciudad dicen que acordaron dar garantías de préstamos por dos tercios de los 185 millones de reales (76,48 millones de dólares) presupuestados en costos. Esa cifra ya superaba en 54 millones de reales a los 131 millones citados en la presentación de la candidatura de Brasil como organizador en el 2007.

Pero el costo ascendió a 265 millones de reales en julio pasado y volvió a subir a 319 millones la semana pasada, horas después de que la FIFA diera su ultimátum. Malucelli cree que el costo superará los 400 millones de reales debido a concesión de contratos en el apuro por finalizar las obras.

Ahora las dos partes están enfrentadas para ver cuál de ellas se hace cargo del incremento del precio.

"Petraglia dice que el acuerdo es por lo que sea que cueste el estadio", indicó Cordeiro, que es empleado municipal. "Pero nosotros firmamos por un tercio de los 185 millones (de reales). No podemos firmar un cheque en blanco. No va a recibir más dinero público", sostuvo.

Mientras el conflicto se resuelve, el trabajo continúa en el estadio, en gran parte gracias a otro crédito de emergencia otorgado la semana pasada.

Por ahora, la estructura sigue siendo una cáscara, rodeada por grúas y escombros. Las paredes de cemento están al descubierto y pueden verse las vigas metálicas que sostendrán el techo.

OTROS PROBLEMAS

Aunque la crisis en Curitiba es ciertamente más aguda, lo que está sucediendo en el Arena da Baixada no es tan diferente de lo que sucede en otros estadios que están siendo construidos para el que será el primer Mundial en Sudamérica desde 1978.

Solo dos de los 12 estadios fueron terminados a tiempo, cinco de ellos aún no están concluidos y uno, el Arena Corinthians en Sao Paulo, no será entregado hasta dos meses antes de que se juegue allí el prestigioso partido inaugural.

Y no se trata solo de los estadios. Las líneas de metro y autobuses prometidas no se están construyendo o no estarán listas a tiempo en al menos cinco ciudades sede. Los pasajeros arribarán al país a través de una carpa en lugar de una terminal en un aeropuerto.

Muchas de las sedes darán feriados no programados a escuelas y trabajadores en los días de partido para evitar atascos en el tránsito.

"Sé que hay muchas obras públicas que estarán listas recién en 2018 o 2020, o a tiempo para los Juegos Olímpicos (de Río de Janeiro 2016), pero queríamos tener todo listo para el Mundial", dijo el entrenador asistente de la selección de Brasil, Carlos Alberto Parreira, en una entrevista con la cadena radial CBN la semana pasada. "Hay una negligencia total".

PESADILLA LOGISTICA

Atlético tiene a las autoridades de la FIFA detrás suyo todos los días, y aunque la situación parece ser crítica, pocos creen que la ciudad vaya a ser excluida del Mundial, y no solo porque la FIFA no haya cumplido ninguno de sus anteriores ultimátum.

La entidad rectora del fútbol nunca antes excluyó a una sede a tan poco tiempo del inicio del torneo y, en caso de hacerlo, enfrentaría una pesadilla logística al tener que reubicar cuatro partidos en nuevos estadios.

Tanto la FIFA como Brasil afrontarían acusaciones de ineptitud, además de una potencial avalancha de demandas de hinchas que ya han comprado sus localidades, hoteles o vuelos.

Solo por esa razón, la mayoría de los residentes de Curitiba son optimistas. Los partidos que recibirá la ciudad no son los más destacados, pero los involucrados son inflexibles respecto a que se van a jugar allí.

"Nadie piensa en no tener el Mundial aquí", dijo Cordeiro. "Técnicamente, es posible estar listos a tiempo. Nadie tira la toalla", subrayó.