MÉXICO DF, 12 Ago. (EUROPA PRESS) -
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha presentado ante el Congreso un proyecto de reforma energética cuya principal novedad reside en la posibilidad de recibir inversión extranjera en los principales sectores del país, en especial en la petrolera Pemex.
La propuesta, para la cual se deberán modificar dos artículos de la Constitución referidos a la soberanía de los hidrocarburos del país y a la prohibición de ponerlos en manos extranjeras, fue aprobada por el Senado la semana pasada, aunque con los votos en contra de los partidos de izquierda.
El texto presentado este lunes por Peña Nieto recoge la posibilidad de celebrar contratos de utilidad compartida con el sector privado, aunque no de producción compartida. También plantea la participación de particulares en la generación de electricidad aunque el Estado mantendrá el control del servicio eléctrico, así como el servicio público de redes de distribución.
Aunque Peña Nieto defiende que "México se encuentra ante una oportunidad histórica de elevar la calidad de vida de todos los mexicanos", muchas voces han salido al paso y han defendido que esta reforma acabará por privatizar los sectores más importantes del sector energético del país, además de considerar dicha reforma de ineficiente e incompleta.
Por su parte, la iniciativa recoge que una vez los operadores hayan producido petróleo o gas recibirán un pago por sus actividades, pero al mismo tiempo las multinacionales extranjeras desembolsarán impuestos al Estado mexicano, aunque no se ha precisado ni el tipo de tributos ni las tasas a aplicar.
La controvertida reforma energética ha tenido también su expresión en las calles del país y este mismo lunes varias organizaciones civiles, sociales y populares, así como los sindicatos, se han manifestado contra lo que ellos consideran entregar los recursos naturales estratégicos a empresas extranjeras, principalmente el de la minería y el petróleo, según han informado medios locales.