Actualizado 10/03/2016 09:16

Asamblea-Gobierno de Venezuela, una oportunidad para acabar con la excesiva división política

ASAMBLEA VENEZUELA
REUTERS

   Por Carlos Martínez Sáchez*, investigador del Instituto Universitario de Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá (UAH).

   MADRID, 10 Mar. (Notimérica) -

   La victoria de la oposición en Venezuela en las pasadas elecciones legislativas abre una nueva etapa en el país. Se termina con 17 años de hegemonía política del chavismo donde elección tras elección, Chávez y su sucesor Maduro, fueron revalidando la confianza mayoritaria de los electores venezolanos.

   Sin embargo, el capital político y el liderazgo que ejercía Chávez no fue heredado en su totalidad por Maduro, que ya en las elecciones que se celebraron en abril de 2013 tras el fallecimiento del líder venezolano quedó a escasos 1,49 puntos del candidato de la oposición, Henrique Capriles. Cabe recordar que en las elecciones que se habían celebrado 7 meses antes, en octubre del 2012, Chávez obtuvo más de diez puntos porcentuales de diferencia sobre Capriles.

   Las elecciones municipales que se celebraron en diciembre de 2013 permitieron al chavismo rearmarse de la ajustada victoria al obtener un claro triunfo. En buena medida, consecuencia de la mayor estructura organizativa del PSUV en el conjunto del país.

   La oposición, sin embargo, supo explotar con éxito meses después el descontento generalizado en buena parte de la población. Consiguió en los primeros meses de 2014 paralizar el país en una serie de protestas que bajo el plan 'La Salida' pretendían hacer caer al gobierno y provocar la renuncia de Maduro.

   Dichas protestas se saldaron con más de 40 muertos, entre policías, oficialistas y opositores, a la par que con numerosos detenidos. Entre los encarcelados por estos sucesos, sin duda el que mayor relevancia internacional ha tenido ha sido el de Leopoldo López, líder del partido opositor Voluntad Popular. Estas protestas produjeron un agrio debate en el seno de la oposición. De un lado el sector liderado por Henrique Capriles, partidarios de una contienda electoral para confrontar y vencer al chavismo. Del otro lado, el sector más radical, liderado por Leopoldo López, dispuesto a acompañar esa contienda electoral con un fuerte enfrentamiento en las calles.

LOS ERRORES DEL GOBIERNO

   La incapacidad del chavismo de solventar problemas como la violencia, la corrupción y los desabastecimientos han hecho resquebrajarse la hegemonía chavista basada en el reparto de la renta petrolera. Una buena parte de la población que se incorporó a una naciente clase media gracias a las políticas públicas redistributivas y que en el pasado sostuvieron al chavismo mira ahora con recelo al oficialismo ante la ineficiencia para garantizar ciertos bienes públicos como la seguridad o la estabilidad. La corrupción endémica que afecta al partido del gobierno ha sido otro de los factores que explica el alejamiento de una parte de su base electoral.

   Los errores en materia económica, en un contexto de depresión de los precios del petróleo, están pasando una costosa factura a la sociedad venezolana. La escasa política pública encaminada a diversificar productivamente el país (un problema estructural de Venezuela), junto con un gasto en ocasiones irresponsable, han hecho que los fértiles años de bonanza petrolera no hayan sido aprovechados para fortalecer la economía venezolana, excesivamente dependiente del precio del crudo. Esto está provocando unas altas tasas de inflación y reduciendo la capacidad de Venezuela de realizar importaciones, lo que se traduce en una creciente inflación, y en desabastecimientos.

   NUEVO ESCENARIO POLÍTICO

   Tras el fracaso de las protestas en 2014, la oposición realizó una lectura adecuada de la situación política del país, optando por una estrategia menos agresiva y de confrontación electoral. Dicha estrategia parece haber sido acertada a la vista de los estupendos resultados obtenidos en las pasadas elecciones del 6 de diciembre. La oposición obtuvo un 56,22 por ciento de los votos frente al 40,91 por ciento del oficialismo. Un éxito sin paliativos que se tradujo en 112 escaños frente a los 55 escaños del chavismo. Estos 112 escaños suponen una mayoría calificada, lo que da la oposición un potente contrapoder para oponerse al gobierno.

   El control de la asamblea les permite promulgar leyes, aprobar o rechazar tratados internacionales, aprobar la deseada amnistía, además de capacidades para destituir jueces que cometieran faltas graves o elegir a los miembros de organismos estatales como el poder electoral. Pero, sin duda, el factor más importante es la posibilidad que abre esta mayoría calificada de reformar la constitución. Es sobre esta circunstancia donde posiblemente veamos aflorar las diferencias dentro de la MUD, la coalición de partidos que agrupa a los diferentes partidos de la oposición. De un lado el ala más radical, continuadores de 'La Salida', partidarios de tener una línea dura con el gobierno, provocar la salida del presidente y hacer cambios constitucionales. Del otro lado, la vía moderada, partidarios de una cohabitación con el presidente, que afiance resultados, y construya despacio la alternativa al chavismo.

   En este sentido, en una entrevista realizada por el diario TalCual el 23 de diciembre, el líder del ala moderada, Henrique Capriles, se expresaba con rotundidad al afirmar que "La Salida hay que incluirla en los grandes fracasos nacionales; como el paro. Le dio narrativa al gobierno por un año y todavía. De haber asumido ese camino no habríamos tenido el triunfo del 6D." Además añadió la necesidad de "organizar una mayoría con piso en los barrios del país".

   En clara alusión a la línea más radical de la MUD, Capriles sostuvo que "ahora hay una política que triunfó y hay que seguir fortaleciéndola. Aquí no hay espacio para La Salida segunda parte, si pretendes mantener la unidad. Quien quiera eso, le saldremos al frente con firmeza. Yo no voy a descalificar a nadie, pero es cierto que hay gente que le encanta mandar a revisar a otros, pero deberían revisar sus propias actuaciones".

EL FUTURO DE VENEZUELA Y DE LA MUD

   La salida de prisión de Leopoldo López, que se produciría previsiblemente en los próximos meses, tras la promulgación de una ley de amnistía, probablemente agudizará las tensiones entre las dos posturas de la oposición. Máxime cuando todo parece indicar que el candidato presidencial tendrá que elegirse entre López y Capriles. Del resultado de la contienda interna en la MUD dependerá el futuro de Venezuela. Una excesiva tensión dentro de la oposición podría ocasionar su división, lo que reforzaría al chavismo.

   Por otra parte, una victoria del ala más radical podría tensionar aún más la polarizada sociedad venezolana. En el pasado, el oficialismo ha sabido moverse muy bien en este clima, por lo que una excesiva beligerancia por parte de la oposición quizás pueda traducirse en un rearme político del chavismo que actualmente se encuentra en retirada. El control del parlamento se puede volver un arma de doble filo si no se utiliza adecuadamente.

   El reto que tiene por delante la oposición es saber construir una alternativa de país que confronte al modelo bolivariano. El chavismo aún cuenta con una gran fuerza electoral, y con gran arraigo social. Una estrategia de confrontación directa y agresiva posiblemente se encuentre enfrente a una gran oposición social. El chavismo como identidad política no va a desparecer, hay peronismo 40 años después de Perón y habrá chavismo en el futuro de Venezuela. El desafío por el que pasa el país es construir un sistema político que reconozca la legitimidad del adversario en un marco democrático. En el pasado esto no ha sido así.

El control de la asamblea por parte de la oposición, abre una ventana de oportunidad para establecer otro tipo de relaciones entre los distintos actores políticos. El oficialismo debería empezar a reconocer la legitimidad de los argumentos de sus adversarios políticos y abrirse a la negociación, judicializar los resultados electorales no es una buena señal, el Tribunal Superior de Justicia debe ser un órgano para velar por el cumplimiento de la ley, y no un instrumento político al servicio del gobierno. La oposición por su parte, debería continuar por el camino seguido en los últimos tiempos y entender que el fin de la hegemonía chavista sólo llegará por la confrontación política e institucional, no inflamando las calles. En ese sentido, el proyecto de ley de amnistía perdonando todo tipo de delitos como la corrupción, el tráfico de drogas, la posesión de armas o la estafa urbanística, parece querer legitimar el "todo vale" contra el gobierno. El escenario que se abre, por tanto, no invita excesivamente al optimismo. Cabe preguntarse si finalmente se producirá un choque de trenes entre Gobierno y Asamblea, una perspectiva que parece más que probable y que abre oscuros nubarrones en el porvenir venezolano. Los ciudadanos venezolanos quizás deberían ir comprando paraguas, se avecinan tormentas.

*Carlos Martínez Sánchez es licenciado en Historia y posee una maestría en 'América Latina y la Unión Europea: una relación estratégica'. En la actualidad se encuentra realizando un doctorado que lleva como título 'Desafección política y movimientos sociales en las ciudades de Madrid, Barcelona y Guadalajara (2011-2015)' en el IELAT, en la UAH. Además es miembro de la Asociación Visuahl que tiene como fin renovar los lenguajes de divulgación académica dentro de las ciencias sociales incorporando recursos audiovisuales.