Actualizado 25/03/2015 10:43

Así logró Obama el acuerdo histórico con Cuba

OBAMA Y CASTRO
Foto: MONTAJE NOTIMÉRICA

NUEVA YORK, 25 Mar. (Reuters/Notimérica) -

   Diciembre fue un mes histórico para Cuba y Estados Unidos, que lograron un acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas entre dos países que habían sido enemigos desde hace 53 años. La iniciativa que puso fin a la enemistad ha sido presentada como el fruto de 18 meses de diplomacia secreta, aunque podría haberse tratado de un camino aún más largo y cauto por parte del presidente estadounidense, Barack Obama.

   El contacto entre ambos se realizó de forma intermitente, estancándose temporalmente a finales de 2013, en sesiones secretas celebradas en Canadá. Los obstáculos que se vivieron durante el proceso son reveladores de lo que todavía enfrentan Washington y La Habana para lograr un acuerdo permanente.

   Obama no ha sido el primer presidente demócrata que se acerca a Cuba, pero su intento se benefició de un cambio generacional entre los cubanoamericanos que redujo mucho los riesgos políticos. En un discurso en mayo de 2008 ante la conservadora Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) en Miami, Obama presentó una nueva política que permitiría más viajes y remesas a Cuba, aunque agregó que mantendría el embargo en vigor.

   "Obama comprendió que los cambios de política que estaba proponiendo en 2008 eran populares entre la comunidad cubanoamericana, así que no estaba asumiendo un riesgo electoral real", según ha explicado el principal asesor de Obama sobre América Latina en aquel momento, Dan Restrepo.

   Seis meses después, Obama obtuvo el 35 por ciento de los votos cubanoamericanos, una cifra inesperadamente alta, que se elevó al 48 por ciento en 2012, récord para un demócrata. Una vez superada su última elección, Obama instruyó a sus asesores en diciembre de 2012 para hacer de Cuba una prioridad y "ver hasta dónde podíamos llegar", recuerda el asesor de Seguridad Nacional, Ben Rhodes, que tuvo un destacado papel en el modelo de la relación política con Cuba.

   Una visita a Miami a principios de 2013 del máximo asesor de Obama sobre Latinoamérica, Ricardo Zúñiga, allanó más el camino. Sus reuniones con un representante de la 'anticastrista' FNCA y con jóvenes cubanoamericanos ayudaron, según un testigo, a confirmar la influencia cada vez menor de los exiliados cubanos más veteranos, tradicionalmente favorables al embargo.

   La Casa Blanca propuso reuniones extraoficiales discretas con los cubanos en abril de 2013, tras saber que La Habana sería receptiva. Obama congeló en un primer momento al Departamento de Estado, preocupado en parte por "intereses particulares" que buscan perpetuar un estado de confrontación, según un ex alto funcionario de Estados Unidos.

   El secretario de Estado, John Kerry, solo fue informado de las conversaciones cuando pareció que podrían ser fructíferas, según han señalado los funcionarios. La jefa de asuntos estadounidenses en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Josefina Vidal, fue igualmente dejada de lado, según dos estadounidenses cercanos al proceso.

   Por su parte, el presidente cubano, Raúl Castro, también actuó en secreto. Las reuniones empezaron en junio de 2013 con las típicas quejas cubanas al embargo y otros perjuicios. Rhodes usó su relativa juventud [37 años] para "hablar sobre el futuro": "Mira, ni siquiera había nacido cuando entró en vigor esta política".

"CUBANOS ATRINCHERADOS"

   La estrategia de Obama se vio complicada por una persona: Alan Phillip Gross. El Gobierno de Estados Unidos había enviado a Gross, un contratista de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), en arriesgadas misiones para entregar equipos de comunicaciones a la comunidad judía de Cuba. Su arresto en diciembre de 2009 dejó en suspenso el plan de "nuevo comienzo" de Obama con Cuba.

   Las conversaciones secretas casi fracasaron por la exigencia de La Habana de que Obama intercambiara a Gross por tres espías cubanos presos en Miami y que eran considerados héroes en la isla 'castrista'. Sin emabrgo, Obama rechazó un intercambio directo, porque Washington rechazaba que Gross fuera un espía, y la diplomacia encubierta frenó su avance a finales de 2013.

   Incluso aunque Obama y Castro se saludaron en Johannesburgo tras la muerte del ex presidente sudafricano Nelson Mandela, la situación no parecía muy esperanzadora. "Los cubanos estaban atrincherados (...) Y nos quedamos atascados en eso", ha explicado Rhodes.

   A finales de la primavera boreal de 2014, amigos y familiares de Gross se alarmaron por su estado físico y psicológico. La Casa Blanca y Cuba sabían que, si moría en la cárcel, la restauración de las relaciones sería imposible.

   Además, la madre de Gross, Evelyn, estaba muriendo de cáncer de pulmón, por lo que el Gobierno de Estados Unidos y su equipo legal intentaron convencer a los cubanos de que le dieran un permiso para verla, algo que no lograron.

   Sin embargo, en enero de 2014 hubo un cambio en una reunión en Toronto. Los estadounidenses propusieron -para sorpresa de Cuba- incluir en el acuerdo a Rolando Sarraff, un espía de Washington encarcelado en Cuba desde 1995. La Casa Blanca podría hablar así de un auténtico "intercambio de espías", logrando cobertura política. Pero se necesitaron once meses más para sellar el acuerdo.

   Castro no accedió de forma inmediata a entregar a Sarraff, un criptógrafo que, según Washington, ayudó a descubrir redes de espionaje cubano en Estados Unidos. Además, Obama, afectado por las críticas tras un intercambio de cinco talibanes por el sargento Bowe Bergdahl en mayo de 2014, temía más reacciones en contra.

   Se manejaron otras opciones, pero según Scott Gilbert, abogado de Gross, en abril de 2014 quedó claro que desde el Gobierno de Obama se apoyaría la conmutación total de las sentencias de los presos cubanos.

LA MEDIACIÓN DEL VATICANO

   La última pieza del rompecabezas se colocó en una reunión en la Casa Blanca en febrero de 2014 con varios legisladores, entre ellos los senadores demócratas Patrick Leahy y Dick Durbin. Durbin dijo en una entrevista: "Propuse la posibilidad de usar al Vaticano y al Papa como intermediarios".

   El Papa Francisco aportaría la influencia moral de la Iglesia Católica y su estatus como primer pontífice latinoamericano. También brindaría protección ante los críticos más duros, como el senador cubanoamericano Robert Menendez.

   Leahy persuadió a dos cardenales para que pidieran a Francisco que abordara el asunto de Cuba y los presos cuando se reuniera con Obama en marzo del año pasado. El Papa lo hizo y después escribió cartas personales a Obama y Castro.

   El acuerdo fue finalizado en octubre en Roma, donde los equipos de Estados Unidos y Cuba se reunieron por separado con funcionarios vaticanos, y después todos juntos.

   Rhodes y Zúñiga se citaron con los cubanos de nuevo en diciembre para ultimar la logística de los anuncios del día 17 de ese mes sobre la liberación de presos, el suavizamiento de las sanciones, las normalización de las relaciones entre los dos países y la liberación de 53 presos políticos en Cuba.

   Castro y Obama se verán cara a cara en abril en la Cumbre de las Américas de Panamá. Los asesores de Obama incluso se atreven a imaginar a Obama como el primer presidente estadounidense que visita Cuba desde Calvin Coolidge en 1928. Tal y como dijo Rhodes: "Estamos en un territorio nuevo", lo que cada vez es más cierto y más próximo.