Publicado 04/05/2016 22:00

Cae la aprobación a Nicolás Maduro, alcanzando uno de sus peores niveles

Venezuela's President Nicolas Maduro gestures as he speaks during the launch of
MARCO BELLO / REUTERS


CARACAS, 4 May. (Reuters/Notimérica) -

La aprobación a la gestión del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha caído en marzo hasta el 26,8 por ciento, su peor nivel en los últimos cinco meses, según una encuesta de la firma local Datanálisis.

Maduro, un ex conductor de autobús de 53 años, enfrenta un difícil panorama con recesión económica, escasez de productos básicos y la inflación más alta del mundo, en medio de millonarios pagos de deuda externa.

Ante la aguda crisis que vive el país petrolero, la oposición, fortalecida tras lograr la mayoría en las parlamentarias del año pasado, está tratando de activar un referéndum para revocar el mandato de Maduro, pero se ha encontrado con varios escollos legales.

A finales del año pasado, la aprobación del heredero político del fallecido Hugo Chávez tocó un mínimo a 21,1 por ciento. Sin embargo, a partir de allí repuntó hasta 33,1 por ciento en febrero, para volver a caer en marzo.

Según el sondeo, realizado entre el 4 y el 14 de marzo y con un nivel de confianza del 95 por ciento, un 71,5 por ciento de los encuestados desaprueba la gestión del presidente y nueve de cada 10 consultados creen que la situación del país es "negativa".

Sin embargo, la baja aprobación de Maduro no es inusual entre los presidentes de América Latina, donde Dilma Rousseff en Brasil y Ollanta Humala en Perú por ejemplo tienen índices aún menores. Sin embargo, durante sus 14 años de gobierno socialista, Chávez puso la vara muy alta en términos de popularidad en la polarizada Venezuela.

Desde que asumió como presidente del país petrolero hace tres años, la popularidad de Maduro ha perdido terreno a medida que la crisis económica empeora con el desplome de los precios del crudo, fuente del 90 por ciento de los ingresos del país.

Maduro atribuye los problemas económicos a la oposición política que, dice, se apoya en el Gobierno estadounidense para buscar sembrar el caos y derrocarlo.