Actualizado 11/04/2016 12:10

Las claves de la llamada a consultas al embajador de España en Venezuela

Maduro y Rajoy
REUTERS

   MADRID, 8 Abr. (Notimérica) -

   Por segunda vez desde que el presidente de Venezuela Nicolás Maduro ganara las elecciones en 2013, el Gobierno de España ha tomado la medida de llamar a consultas a su embajador en Caracas. Esta vez, en señal de protesta por los últimos insultos del mandatario venezolano dirigió al jefe del Ejecutivo en funciones, Mariano Rajoy.

   "Basura corrupta te digo, Rajoy. Basura colonialista, a Venezuela se le respeta", dijo este jueves Maduro en el discurso que pronuncio al término de una multitudinaria marcha por Caracas en contra de la Ley de Amnistía aprobada por la nueva Asamblea Nacional, controlada por la oposición.

   Con la llamada a consultas, España ha manifestado su más enérgico rechazo" por los "intolerables insultos" de Maduro a Rajoy, una actitud "impropia del respeto que debe regir las relaciones entre gobiernos" y que el Ejecutivo "lamenta" que se haya convertido en una "práctica habitual" en el presidente venezolano, según un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.

   La llamada a consultas es una herramienta enérgica de protesta diplomática y equivale a una retirada temporal del embajador del país que protesta.

   En la escala de medidas de protesta diplomática, la llamada a consultas está un nivel por debajo de la retirada definitiva del embajador y la ruptura de relaciones diplomáticas.

   Se trata de la segunda vez que el Gobierno de Rajoy se ve obligado a recurrir a esta medida excepcional. También recurrió a ella hace un año, cuando la Asamblea Nacional venezolana, entonces dominaba por el 'chavismo', declaró persona non grata al expresidente del Gobierno español Felipe González. En aquella ocasión, el diplomático español se ausentó de su puesto unos pocos días.

UNA HISTORIA DE DESENCUENTROS

   El mes de abril de 2015 el Ejecutivo de Mariano Rajoy decidió aplicar por primera vez la llamada a consultas, una medida que no había utilizado antes en lo que iba de legislatura contra ningún Gobierno.

   La escalada verbal creciente de Maduro contra el Gobierno, el Parlamento español y contra una institución como el expresidente del Ejecutivo Felipe González terminó con la paciencia del Gobierno 'popular'.

   La sucesión de desencuentros entre los dos Gobiernos en estos dos años en los que Maduro ha estado al frente del país comenzó tan solo un día después de celebrarse las elecciones que dieron la victoria a Maduro en abril de 2013.

   El presidente venezolano se sintió entonces profundamente ofendido cuando el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, no reconoció el día después de los comicios su victoria ante unos resultados ajustados que la oposición cuestionaba pidiendo un recuento de votos.

   Maduro reaccionó llamando a consultas a su embajador en España, una herramienta enérgica de protesta diplomática a la que Maduro recurriría en ocasiones posteriores. A la investidura de Maduro, España no envió al Príncipe de Asturias, habitual en estas citas, sino al presidente del Congreso, Jesús Posada.

Una posterior visita del ministro venezolano de Exteriores a España recondujo la situación momentáneamente, pues Maduro volvió a criticar a España por los problemas que el presidente boliviano, Evo Morales, tuvo en julio de 2013 para sobrevolar el espacio aéreo de varios países europeos, ante la sospecha de que en su avión se escondiera el filtrador de documentos de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU Edward Snowden.

Maduro denunció públicamente que las autoridades españolas pretendían revisar el avión de Morales y dijo que Venezuela podría hacer lo mismo con el avión de Rajoy en su territorio para "ver si tiene droga o los euros que roban al pueblo español". El presidente venezolano volvió a llamar a consultas a su embajador en España --y en otros países europeos-- en señal de protesta.

   En medio de estos desencuentros, el PP mantuvo su apoyo a la oposición venezolana y su cuestionamiento a los resultados de las elecciones de 2013, denunciando en reiteradas ocasiones que el candidato oficialista, Nicolás Maduro, abusó de los medios de comunicación públicos durante la campaña y precampaña.

   Luego llegaron las protestas contra Maduro en febrero de 2014, que degeneraron en unos disturbios que el Gobierno atribuyó a un intento de golpe de Estado orquestado por EEUU y en los que murieron unas 40 personas.

El Gobierno español mantuvo en los primeres meses un perfil bajo, con llamamientos generales al cese de la violencia y al diálogo entre las partes, y decidió suspender la venta de material antidisturbios a las fuerzas de seguridad venezolanas.

FIN DEL PERFIL BAJO

   Hasta octubre de 2014, cuando Rajoy recibió en Madrid a Lilian Tintori, la mujer del líder opositor Leopoldo López, encarcelado después de que el Gobierno de Maduro le acusara de ser el instigador de las protestas de febrero.

   Aunque Rajoy recibió a Tintori en la sede del PP y no en Moncloa para dejar patente que ese encuentro lo mantenía más como presidente del partido que como jefe de Gobierno, Maduro interpretó como una "injerencia" en los asuntos internos de su país que Rajoy pidiera la liberación de López.

   Una vez más --la tercera-- el presidente venezolano llamó a consultas a su embajador en España, Mario Isea, al que mantuvo cuatro meses fuera de su plaza. En ese periodo, los exabruptos de Maduro en relación con España se sucedían periódicamente, obligando al Gobierno español a protestar por esas salidas de tono.

   Así ocurrió, por ejemplo, cuando Maduro responsabilizó al expresidente del Gobierno español José María Aznar de la muerte de más de un millón de iraquíes como consecuencia de la invasión del país árabe por parte de Estados Unidos y sus aliados. España respondió convocando al encargado de negocios de la Embajada venezolana, ante la ausencia del embajador, para presentar su queja.

   La detención en febrero de 2014 del alcalde de Caracas, el también opositor Antonio Ledezma, obligó de nuevo al Gobierno español a pronunciarse y a pedir al Ejecutivo de Maduro "un comportamiento acorde a un Estado de Derecho".

   Rajoy recibió también a la esposa de Ledezma, Mitzy Capriles, durante su visita a España en marzo del año pasado. Maduro le llamó "franquista".

CONSECUENCIAS

   La llamada a consultas no tiene términos específicos ni duración determinada --puede durar unos días o unos meses--. Según los analistas, la medida es una seña de desagrado, de molestia y que puede ser el escenario previo a una ruptura definitiva entre ambos países.

   Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones el embajador retorna en poco tiempo a su puesto y las crisis se solucionan o la situación se apacigua.