Actualizado 04/07/2009 22:09

Confusión en Argentina sobre magnitud epidemia gripe

Por Damián Wroclavsky

BUENOS AIRES (Reuters/EP) - La violenta expansión de la gripe H1N1 en Argentina trajo consigo un rápido aumento de las muertes, forzó la salida de una ministra y detuvo el flujo de información pública, instalando una densa ola de desconcierto en la población acerca de la real magnitud de la epidemia.

Mientras la Casa Rosada lanza nuevas medidas sanitarias e intenta retomar el control de la situación, la Organización Panamericana de la Salud envió una reprimenda al país por celebrar una elección nacional en pleno brote del virus, una combinación que el organismo consideró "no recomendable".

Además de costarle al oficialismo una dura derrota, los comicios del domingo último coincidieron con la desinformación sobre los números de la pandemia, que alimentó la desconfianza de una población que ya no cree en las estadísticas públicas.

Poco antes de la votación dejó de publicarse el reporte diario con la cantidad de infectados y fallecidos, y 24 horas después de cerrado el acto electoral la entonces ministra de Salud dejó su cargo intempestivamente en el momento de mayor propagación de la gripe, en pleno invierno austral.

"La mejor medida para evitar el desconcierto de la población, si es que lo hay, es informar", dijo a Reuters Eduardo López, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica.

"Tanto los expertos, como los políticos, como el periodismo, deben tratar de informar en tiempo y en forma sobre un proceso tan dinámico y tan difícil como es una epidemia", añadió.

Mientras el país trepaba al tercer lugar mundial en cantidad de muertes, la confusión también aumentaba.

El Gobierno instruyó a la población para evitar contagios durante las polémicas elecciones, con consejos como evitar saludar a las autoridades electorales luego de votar. Pero la propia presidenta Cristina Fernández besó una por una a todas las que estaban en la mesa de la escuela donde sufragó.

Días después, en medio de una profunda confusión sobre la amplitud de la epidemia, un medio llegó a reportar la inexplicable cantidad de 320.000 casos en el país, el cuádruple del total mundial.

Para agregar más confusión, el nuevo ministro de Salud, Juan Manzur, aseguró el sábado que, desde que la gripe H1N1 llegó al país en mayo último, los casos denunciados en hospitales -sin confirmación- llegan a alrededor de 100.000.

EMERGENCIA

También las medidas adoptadas unilateralmente por distintos distritos y su diferente magnitud hicieron su aporte.

Cuando el nuevo ministro de Salud aún no había asumido, un día después de las elecciones, las dos mayores localidades del país -la Ciudad de Buenos Aires y la provincia homónima- decretaron la emergencia sanitaria y varios municipios también adoptaron medidas unilateralmente.

"Necesitamos conducción, de esto no me cabe la menor duda", dijo esta semana Claudio Zin, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, en una entrevista con radio Mitre.

Tras la asunción del nuevo titular de la cartera nacional de Salud, el número de fallecidos saltó a 55 desde los 26 previos, y los infectados a 2.800 desde los 1.587 anteriores, mientras que las clases fueron suspendidas en todo el país luego de que varios distritos lo habían hecho por propia iniciativa.

Con las mascarillas y el alcohol en gel virtualmente desaparecidos de las farmacias y la televisión transmitiendo en cadena cada mínimo detalle vinculado a la gripe H1N1, la psicosis pareció filtrarse por todas partes.

"El Gobierno no está manejando bien el tema, definitivamente. Ni tomo en consideración lo que dicen, no les tengo confianza. Mandé a mis hijos a San Martín de los Andes (en la Patagonia) para que estén lejos de acá", dijo Leopoldo Fernández Suárez, un ingeniero de mediana edad.

Las sospechas sobre el encubrimiento de información pública están arraigadas en muchos argentinos debido a los cuestionamientos que desde hace dos años y medio reciben las estadísticas oficiales del área económica que elabora el ente estatal Indec.

La Casa Rosada intervino el organismo en el 2007 para modificar la metodología de medición de la inflación, lo que le valió una lluvia de acusaciones de manipulación.

"Hay mucha manipulación y desinformación, y esto tiene que ver con el Indec. Ahí empezó la debacle", dijo Andrea, una abogada de 44 años, en Buenos Aires.

Las dudas existentes sobre la inflación se trasladaron a otros indicadores después, y en el verano llegaron al área de salud con una epidemia de dengue, otra enfermedad de origen viral, que afectó a miles de argentinos.