Actualizado 30/10/2017 08:50

La disidencia de las FARC: Una minoría muy ruidosa que amenaza la paz

A supporter rallying for the nation’s new peace agreement with FARC holds a tiny
REUTERS / JOHN VIZCAINO

   BOGOTÁ, 29 Oct. (Notimérica) -

   Son una excepción, pero una excepción muy ruidosa. Las disidencias son un mal inevitable de todos los procesos de paz, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no iban a ser una excepción. Según 'Los grupos armados de Colombia y su disputa por el botín de la paz', un informe desarrollado por 'International Crisis Group', alrededor de 1.000 guerrilleros no han dejado las armas.

   Son muchos los factores que han influido en que determinados guerrilleros no hayan escogido la vía pacífica, como la mayor parte de las FARC, entre ellos la dependencia de los beneficios económicos que suponen los negocios ilícitos, los posibles crímenes contra los guerrilleros que se desmovilizan, la desconfianza creada hacia el Gobierno por sus demoras y la ausencia de las Fuerzas Públicas en las zonas que aún son muy conflictivas.

   Este informe ha apuntado que nueve grupos disidentes de las FARC continúan operando en Colombia, principalmente en los departamentos de Nariño, Cauca, Caquetá, Guaviare, Vaupés, Guainía y Meta. El estudio detalla que, si bien se diferencian en tamaño y poder, hay cuatro características que estos grupos disidentes comparten: "representan tan solo un subconjunto de las unidades originales de las FARC; todos están involucrados en actividades económicas ilegales; buscan consolidar el control territorial; y operan en áreas en las que estuvieron activos durante el conflicto armado".

LA ACCIÓN DISIDENTE

   Uno de los principales motivos que ha llevado a una porción de las FARC a decir "no" a la paz es la incapacidad de ganarse la vida de una forma legal, tras años haciéndolo de formas ilícitas. "Tanto los disidentes como las comunidades en las que operan dependen de los ingresos procedentes del crimen", afirma este estudio, donde se recoge que la disidencia sigue haciendo las cosas de la misma forma que antes las hacía toda la guerrilla.

   Esto supone que continúan enfrentándose con Ejército y Policía para proteger sus zonas, sobre todo aquellas dedicadas al cultivo de cocaína, que supone el principal de sus sustentos. Otra práctica común en estos grupos disidentes es la extorsión.

   Al carecer de la estructura jerárquica que vertebraba las FARC, estas pequeñas guerrillas actúan ahora de forma individual y competitiva entre ellas. "Muchos grupos disidentes son mucho más abusivos que sus predecesores de las FARC, ya que compiten entre ellos, en ocasiones maltratando a las comunidades locales para mantener el control", explica el estudio.

   En ocasiones, ha sido el miedo lo que ha llevado a determinados miembros de la guerrilla a continuar con la lucha armada. La incertidumbre sobre lo que les deparará la paz ha sido un fuerte argumento para no desmovilizarse, así como el miedo a la violencia sobre ellos o sus familias. Desde la firma del Acuerdo de Paz, 23 exguerrilleros o familiares de las FARC han sido asesinados, según recoge este documento.

DEBILIDAD DE LA PAZ

   La acción de estos grupos supone, además de situaciones de violencia y la continuidad de negocios ilícitos, una debilidad para el proceso de paz en Colombia y sus acuerdos, muchos de los cuales aún permanecen en fase de implementación.

   Esta debilitación se observa tanto a nivel local como nacional, ya que la existencia de una guerrilla activa demuestra, según los líderes opositores, "que las guerrillas nunca entregaron realmente las armas ni renunciaron a sus bienes ilícitos, sino que usaron a estos frentes rebeldes para llevar adelante una campaña armada y actividades criminales".

   Estos argumentos serán centrales en la arena política colombiana durante la campaña electoral para las elecciones de 2018, las primeras a las que las FARC, bajo el nombre Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, concurrirán.

   Por otro lado, la persistencia de situaciones de inseguridad en el país también suponen un obstáculo para la completa implementación de los acuerdos ya que "la persistencia de la inseguridad privaría a las poblaciones periféricas de cualquier dividendo de la paz, a la vez que confirmaría las afirmaciones de los disidentes de que el Estado nunca tuvo la intención de cumplir sus promesas a los colombianos de zonas rurales", según recoge el informe de 'International Crisis Group'.

COMBATE A LA DISIDENCIA

   La lucha contra la disidencia será un esfuerzo que tendrán que llevar a cabo tanto el Gobierno de Colombia como las FARC, cada uno con las armas de las que disponga.

   Por un lado, al Gobierno colombiano le corresponde un papel muy activo en este tema, en cuanto al aumento de la presencia pública en las zonas concretas en las que opera la disidencia; la continuación de la sustitución de cultivos ilícitos, sin olvidar proporcionar alternativas a este negocio; y ser permisivos con los disidentes que tomen la opción de desmovilizarse.

   Por su parte, a las FARC le corresponden los esfuerzos pedagógicos, orientados a convencer a la disidencia de que no de la espalda al Acuerdo de Paz, mediante el ofrecimiento de medidas de protección, inclusión y reincorporación a la vida civil.

   Juntos, el Gobierno colombiano y la exguerrilla, deberán impulsar las medidas y proyectos pactados en el Acuerdo de Paz, para que tanto la disidencia como la sociedad colombiana observen como el Acuerdo no es papel mojado, sino una voluntad inquebrantable de terminar de forma definitiva con un conflicto que dura ya más de cuatro décadas.