Actualizado 18/07/2009 04:12

EEUU se mueve con cautela ante conflicto en Honduras

Por Tim Gaynor

WASHINGTON (Reuters/EP) - Latinoamérica fue vista durante décadas como el "patio trasero" de Estados Unidos, un escenario donde ese país impuso a menudo su voluntad a punta de cañón.

Pero desde que el presidente Hondureño, Manuel Zelaya, fue raptado en pijamas desde su casa por militares y llevado fuera del país el 28 de junio, Washington ha jugado un rol de bajo perfil poco usual.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que busca enmendar los vínculos con Latinoamérica que a menudo se vieron tensos bajo el Gobierno de su predecesor, George W. Bush, condenó inmediatamente el golpe como ilegal y se unió a los llamados internacionales para la reinstauración de Zelaya.

Obama ha comentado que el izquierdista Zelaya puede ser un opositor enérgico a la política estadounidense, pero que eso no debería menoscabar los principios democráticos.

Pero, mientras la peor crisis política en Centroamérica desde la Guerra Fría avanza hacia su tercera semana, su resolución ha sido dejada en gran parte en manos de la Organización de Estados Americanos (OEA), un órgano hemisférico prodemocrático con limitados poderes, y bajo la mediación del presidente de Costa Rica, Oscar Arias.

"Esta es la primera vez que recuerdo que la respuesta inmediata de Washington fue dejar que otros hagan las cosas correctas aquí en el hemisferio", dijo Julia Sweig, una analista de Latinoamérica del Consejo de Relaciones Exteriores en Washington.

"Han declarado sus principios: instituciones democráticas, restauración del presidente (...) Lograr que esa restauración tenga lugar, es un tema muy diferente", agregó Sweig.

En un intento por presionar a Roberto Micheletti, el presidente interino instalado por el Congreso de Honduras tras el golpe, la OEA dio un ultimátum para el restablecimiento de Zelaya y el 4 de julio suspendió a Honduras como miembro del grupo hemisférico.

En tanto, Arias, ganador del Premio Nobel de la Paz y una eminencia regional, oficiaría de anfitrión entre enviados de Zelaya y Micheletti el sábado, mientras Estados Unidos sigue firme tras bambalinas.

"Esto es parte del nuevo estilo de Obama para hacer las cosas en Latinoamérica: no imponer soluciones, permitir que Arias continúe con las negociaciones", sostuvo Mark Ruhl, un especialista en Honduras del Dickinson College en Pensilvania.

¿Y SI FALLAN LAS NEGOCIACIONES?

Una ronda inicial de conversaciones en Costa Rica el fin de semana pasado terminó en punto muerto. Zelaya exige su reinstauración inmediata, mientras que Micheletti sostiene que el Ejército lo derrocó legalmente porque violó la Constitución hondureña al tratar de eliminar los límites para la reelección presidencial.

Si las negociaciones fallan, queda la pregunta de qué opciones siguen abiertas para el Gobierno de Obama, que ya está ocupado con guerras en Irak y Afganistán y está siendo probado por crisis en Corea del Norte e Irán.

El ex presidente Bill Clinton, que fue el último demócrata en la Casa Blanca antes que Obama, envió tropas para reinstaurar en el poder en Haití al depuesto líder de ese país, Jean-Bertrand Aristide, en 1994.

La intervención en Honduras no es considerada una opción y un líder del Congreso de Estados Unidos es partidario de aplicar presión de otra forma.

En una columna de opinión publicada esta semana, el senador demócrata John Kerry, presidente de la Comisión de Servicios Exteriores, opinó que el Gobierno debía endurecer las sanciones, que hasta ahora se han limitado a recortar 16,5 millones de dólares en ayuda militar y a la amenaza de suspender 180 millones de dólares más en ayuda civil.

"Si aquellos que derrocaron a Zelaya continúan intransigentes, debemos considerar cortes adicionales, sin dañar a los pobres más de lo que ya lo han hecho los políticos hondureños", escribió Kerry en el periódico The Miami Herald.

"Además, deberíamos considerar la aplicación de medidas punitivas, incluyendo la suspensión de visas de viaje, para cualquier persona involucrada en la supresión del pueblo hondureño", agregó.

Es improbable que la idea de aplicar más sanciones sea popular entre un grupo de legisladores republicanos que piensa que Zelaya estaba demasiado inclinado hacia el encendido presidente socialista venezolano, Hugo Chávez.

La semana pasada, esos legisladores enviaron una carta instando al Gobierno de Obama a revertir su postura y a apoyar la remoción de Zelaya.

Una legisladora republicana, la representante Ileana Ros-Lehtinen, dijo que el derrocamiento de Zelaya fue "legal y constitucionalmente sensato". Pero aunque le gustaría ver un cambio de postura por parte del Gobierno, no está segura de qué tan rápido pueda suceder eso.

"Creo que se han enterrado en un agujero. No sé si podrán salir, o si les importa hacerlo", agregó a Reuters.

Mientras tanto, simpatizantes de Zelaya han estado haciendo activo cabildeo en Washington esta semana para que Obama aumente la presión sobre el Gobierno interino de Honduras.

"Estamos pidiendo sanciones económicas y es la única forma en que podemos sacar del poder a los líderes golpistas", afirmó Marvin Ponce, un miembro del Congreso hondureño que forma parte de una delegación pro-Zelaya en la capital estadounidense.