Actualizado 04/07/2009 03:59

Giro a izquierda de Zelaya atemorizó a empresarios y políticos

Por Enrique Andrés Pretel

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - El ganadero hondureño Agenor Navas recuerda perfectamente el temor que sintió cuando el derrocado presidente Manuel Zelaya convocó al sector privado y anunció su decisión de ingresar en el bloque comercial promovido por el Gobierno socialista de Venezuela.

Para muchos empresarios, la firma en el 2008 de una alianza con el presidente Hugo Chávez, integrada por varios gobiernos izquierdistas, fue el inicio de una crisis política que culminó el domingo con el allanamiento de la casa de Zelaya por militares y su expulsión del país a punta de pistola.

La agresiva retórica revolucionaria y antiestadounidense de Chávez generó inquietud en la conservadora Honduras, un empobrecido país productor de café y textiles que por décadas tuvo a Washington como norte político y comercial.

"Estados Unidos ha sido para nosotros en toda la historia el mejor aliado. El pueblo hondureño se identifica con Estados Unidos y no digamos el sector privado", dijo Navas, ganadero y ex militar.

"Cuando Mel Zelaya dijo 'Hoy Honduras ha dado un giro a la izquierda', causó terror", relató.

Zelaya llegó al poder en el 2006 como líder del conservador Partido Liberal. Pero, tras su adhesión al bloque comercial que promueve Chávez para contrarrestar la influencia de Washington en la región, sus críticos aseguran que su discurso empezó a teñirse peligrosamente de izquierdismo.

Aunque según sondeos su popularidad se había resentido en meses recientes, Zelaya conquistó el apoyo de muchos hondureños pobres subiendo el salario mínimo, bajando el precio en la gasolina y otorgando bonos a sectores de bajos ingresos.

Líderes empresariales critican que ese giro populista, unido a un discurso de lucha de clases, debilitó la confianza de inversores y disparó la tensión social en el país más pobre de la región después de Haití y Nicaragua.

"Su discurso era una copia al carbón del modelo venezolano", dijo Santiago Ruiz, de la federación hondureña de ganaderos y agricultores, cuyo sector representa casi un 30 por ciento de la pequeña economía centroamericana.

Zelaya, un magnate maderero que suele llevar vistosos sombreros de vaquero y botas de montar, ha prometido regresar al país apoyado por la amplia condena internacional a su derrocamiento, mientras la OEA trataba el viernes de encontrar una salida a peor crisis centroamericana en dos décadas.

Sin embargo, la férrea oposición del Congreso, la Justicia y empresarios es un desafío para el retorno del mandatario, a quien el Gobierno civil interino ha prometido encarcelar por cargos que van desde abuso de poder a traición a la patria.

LA SENDA DE CHAVEZ

Pese a que Honduras también vivió años de zozobra política e intervención militar que caracterizaron a Centroamérica en las décadas de 1970 y 1980, nunca tuvo cruentas guerras civiles como las de sus vecinos Nicaragua, Guatemala y El Salvador.

Aliado de Washington durante la Guerra Fría, todavía unos 600 soldados estadounidenses permanecen en una base del pequeño país de 7,7 millones de habitantes.

Zelaya buscó seguir el camino marcado por Chávez e imitado por el ecuatoriano Rafael Correa y el boliviano Evo Morales al romper con los partidos tradicionales y las elites económicas buscando el apoyo popular para reformar la carta magna y abrir el camino a la reelección.

Pero analistas dicen que el contexto político hondureño es muy diferente al de los otros mandatarios que enarbolaron el llamado socialismo del Siglo XXI como bandera de reivindicación política en países con enormes inequidades sociales y desprestigiados partidos políticos.

"Se pelea con instituciones, iglesias, grupos económicos, con su propio partido y cree que va a lograr crear una base política propia. Pero no le funcionó porque la adhesión partidaria aquí tiene algo de cuasi religioso", dijo Juan Ramón Martínez, ex candidato presidencial y comentarista político.

Ahora, el Gobierno provisional trata de defender su caso en el exterior y explicar que lo sucedido fue una sucesión forzosa pero legal porque Zelaya violentó la Constitución. Incluso, Micheletti dijo estar dispuesto a adelantar las elecciones previstas para noviembre si con eso se zanja la crisis,

"La comunidad internacional pronto entenderá que lo sucedido aquí fue correcto", dijo Daniel Fracusse, de la poderosa asociación manufacturera, que viajará con una comisión de diputados y empresarios a Washington la semana que viene.

Mientras, el país permanece diplomáticamente aislado, algunos países vecinos cerraron sus fronteras comerciales y la detención de préstamos por parte de organismos internacionales podría poner en jaque las debilitadas finanzas del país.

Pero, los que ven a Zelaya como un peligro para la democracia y la economía dicen estar dispuestos a resistir.

"La mayoría del pueblo hondureño está dispuesto a quedarse solo y a comer grama y papel. Eso vamos a comer, pero no vamos a permitir por ningún motivo, ni por la OEA, ni por la ONU, vamos a perder el país", sentenció Navas.