Actualizado 05/02/2008 18:54

Guatemala.- Víctimas del genocidio recuerdan ante Pedraz cómo el ejército "quemó sus casas y asesinó a mujeres y niños"

El juez instruye esta investigación en la A.Nacional en virtud de la jurisdicción universal correspondiente a delitos de lesa humanidad


MADRID, 5 Feb. (EUROPA PRESS) -

Los dos testigos protegidos que declararon hoy ante el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz en torno a la investigación sobre el genocidio maya en Guatemala --que provocó entre 1978 y 1984 más de 250.000 víctimas, de las que más de 45.000 siguen hoy desaparecidas-- como el ejército guatemalteco "arrasó" sus aldeas y "torturó y mató a algunos de sus familiares y vecinos".

El titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 instruye este caso en virtud de la jurisdicción universal correspondiente a los delitos de lesa humanidad y tiene previsto interrogar también entre el 3 y 7 de marzo y el 5 y 9 de mayo a otras víctimas del genocidio, familiares de los asesinados y personas que tuvieron alguna relación con estos hechos.

"En 1984 capturaron a mi suegra de 65 años y como ella no quería ir con el ejército, la dejaron muerta, torturada y quemada, atrás sus manos, atrás sus pies". Este es uno de los recuerdos que guarda una de las diez primeras víctimas que este mes declarará ante el juez Pedraz, quien recordó aquellos años "como una persecución tremenda". "Yo sinceramente no tenía nada contra el ejército pero me destruyeron todas mis pertenencias, añadió este guatemalteco en su declaración como testigo protegido para explicar como, hasta en tres ocasiones, tuvo que empezar de cero huyendo de los ataques del ejército.

"El 15 de mayo del año 1982 el ejército y los patrulleros de autodefensa civil, destruyeron las tejas con varas y luego las prendieron fuego, las hicieron cenizas. Con dolor y sentimiento me dejaron desnudo otra vez, sin la casa perdí todo el esfuerzo que había hecho con mi familia", de este modo comenzó este testigo su relato como víctima del genocidio en Guatemala, por el cual, según contó, tuvo que enterrar a varios miembros de su familia.

"Gracias a Dios que yo salí a tiempo, pero mis vecinos, que no se animaron, dos de ellos fueron asesinados en sus propias casas", dijo. "Yo los enterré junto a otros compañeros de la comunidad, así, con su ropa pero sin cajón (ataúd)", relató.

En otro momento del testimonio, explicó como uno de sus vecinos "fue capturado y desapareció en ese mismo día". "Después de un mes supimos que el ejército lo torturó y le sacaron los ojos del finado y estuvimos buscando durante varios días y nunca pudimos localizarlo", explicó.

SE UNIÓ A LA GUERRILLA.

Ante esta situación, reconoció ante el juez que se unió a la guerrilla en 1983 "por dos razones": "Porque el ejército mataba a nuestros hermanos inocentes y arrasaron con nuestras pertenencias" y "porque estaba entre dos cañones; si me entregaba al ejército, la guerrilla me mataba, y si me iba con la guerrilla, el ejército me mataba de todas formas. "Era la manera de hacer una lucha conjunta, pueblo y guerrilleros, para vencer a los asesinos y liberar a mi pueblo perseguido y explotado durante 500 años", justificó.

Sin embargo, "seis meses después" de aquella decisión se dio cuenta de que su familia "no tenía qué comer". La guerrilla no le concedía el permiso para visitar a sus hijos y su esposa hasta después de haber cumplido "dos años" en la lucha. Pese a ello, con él hicieron una excepción y le permitieron ir a ver a su familia tres días.

"Fue entonces cuando decidí no regresar a las filas", comentó el testigo, que relató como se tuvieron que construir una casa "sin paredes" que tan solo constaba de un techo y que la falta de recursos les llevó a acostumbrarse a comer "raíces y hiervas". "Mis hijos estuvieron totalmente desnutridos", dijo.

"Recuerdo mucho el dolor que nos hicieron los criminales, deje enterrados compañeros que fueron asesinados por el ejército, compañeros que murieron por el hambre y otros que murieron por enfermedades", confesó ante el juez esta víctima, que además comentó la existencia de un cementerio clandestino en el que "hay 25 personas sepultadas ya que en el cementerio oficial se encontraba apostado el ejército".

SEGUNDO TESTIMONIO.

Por su parte, el segundo testigo de hoy --ayer ya prestaron declaración los dos primeros-- declaró también ante el juez que fue en el año 1979 cuando "comenzaron los rumores de la existencia de ladrones y de comunistas que venían a quitarnos nuestras cosas para dárselas a los pobres". Según relató, en aquellos días, se escuchaban "bombardeos" y "el Ejército preguntaba por los guerrilleros" que explicaban a los campesinos "lo que querían y para qué luchaban".

"Así supimos que eran guerrilleros y no ladrones y así empezó a llegar el Ejército a las aldeas", continuó el testimonio, según el cual, en el año 1981 el Ejercito como medida de control "obligó a toda la gente de los pueblos y de las aldeas a que se sacasen un carnet militar de identificación". No obstante, el testigo explicó que gente "infiltrada" en el Ejército continuó incriminando a personas a las que acusaban de ser guerrilleros, "así como de otros delitos y envidias por lo que fueron arrestadas o secuestradas".

Según contó el mismo testigo, en una ocasión, un grupo de mujeres se organizó para ir en manifestación hasta el lugar en el que el Ejército expedía los carnés de identificación para preguntar "dónde estaban sus maridos e hijos". "Las mujeres venían enojadas y lanzaron piedras a la cara de los oficiales por lo que salieron los soldados a disparar a la gente", aseguró esta víctima, que además recordó como "tiraban granadas, pero no hubo muertos, sólo tres heridos".

"En el año 1982, el ejército entraba en las aldeas y quemaba todas las casas --prosiguió--, antes solo llegaba a buscar gente, pero como ya no la encontraba porque se escondía, entonces quemaban sus casas. Había personas que se escondían en la iglesia y ellos los capturaban, asesinaron a mujeres y niños".

De este modo, declaró el testigo como el ejército "intensificó" su ofensiva contra la guerrilla y la población para contrarrestar las acciones del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). "El problema es que no encontraban guerrilleros sino población civil y al que encontraban lo mataban", concluyó.