MADRID, 15 Abr. (EUROPA PRESS) -
La Organización de Estados Americanos instó ayer a la comunidad internacional a jugar un papel más activo en Haití tras varios días de disturbios por los elevados precios de los alimentos, informó la BBC en su edición digital.
El organismo, basándose en investigaciones previas a los disturbios de la semana pasada, elogió a través de un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) los esfuerzos del Gobierno del presidente, René Preval, por mejorar la seguridad pública y la administración de la justicia, pero dejó claro que hay muchas carencias.
"La Comisión hace énfasis en la importancia que tiene el papel de la comunidad internacional en apoyar al Gobierno de Haití en la aplicación de las recomendaciones", según el documento. El informe recomienda además la creación de un "plan exhaustivo de seguridad" para hacer frente al crimen organizado y la impunidad.
"Las instituciones haitianas siguen siendo débiles, cuentan con pocos recursos y poco personal, además de no estar adecuadamente entrenadas y ser desorganizadas", según la CIDH.
"Como resultado, las instituciones estatales casi no son capaces de llevar a cabo sus funciones de manera adecuada, la corrupción es abundante, e incluso, las instituciones haitianas son en gran parte incapaces de proveer servicios básicos para la población en las áreas de salud, educación y bienestar social", agregó el documento de la OEA.
IMPUNIDAD
El Consejo de Seguridad condenó enérgicamente además la muerte en los disturbios de la semana de un policía nigeriano que formaba parte de la misión del organismo en Puerto Príncipe e instó a las autoridades locales a tomar todas las medidas necesarias para castigar a los responsables del homicidio.
La ONU instó "al Gobierno de Haití a tomar todas las medidas necesarias para identificar y llevar a la justicia a los autores de este ataque" y respaldó la investigación conjunta de la policía haitiana y Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH).
El agente nigeriano murió el sábado al ser alcanzado por disparos cerca de la catedral en Puerto Príncipe mientras los cascos azules de la ONU lanzaban gases lacrimógenos en otras partes de la ciudad para reprimir grupos de manifestantes.