Actualizado 02/12/2006 21:10

México.- El nuevo presidente mexicano confirma que la migración no es la prioridad en sus relaciones con EEUU


CIUDAD DE MÉXICO, 2 Dic. (EP/AP) -

El nuevo presidente mexicano, Felipe Calderón, ha tomado definitivamente distancia de la prioridad de su antecesor Vicente Fox, al no hacer de la inmigración un tema de prioridad en sus relaciones con Estados Unidos.

En su lugar, tratará más bien de traer hacia México el dinero de los inversores estadounidenses, principal atractivo para que miles de mexicanos crucen cada año la frontera, generalmente como indocumentados.

Calderón ya había expresado su distanciamiento de la estrategia de Fox en un viaje realizado en noviembre a Washington, tres semanas antes de asumir el poder.

En esa ocasión se abstuvo de responder si el empeño que Fox puso desde el primer día de su Gobierno en ese acuerdo y que se fue después de seis años sin lograrlo, había sido un error o no. Sin embargo, hizo notar que estaba dispuesto a generar condiciones en México para que las inversiones estadounidenses lleguen al país atraídos más bien por un buen clima de inversiones y un mercado laboral competitivo.

Eso justamente lo reafirmó en su primer mensaje a la nación que leyó durante 23 minutos y en el cual no usó en una sola ocasión la palabra "inmigración". Se refirió más bien a la "migración" como un problema que divide a las familias mexicanas y promueve la fuga de personas cualificadas.

Las prioridades de su Gobierno, según el propio presidente conservador, serán mejorar la seguridad, superar la pobreza extrema y crear empleos en México.

Con esa premisa, es posible que Calderón deje el esfuerzo de mejorar las condiciones migratorias de sus compatriotas en Estados Unidos al propio Congreso de Estados Unidos, donde el debate de ese tema ha sido uno de los causantes de la derrota del Partido Republicano, del presidente George W. Bush.

Otra potencial razón para abandonar la inmigración como carta sobre la mesa del diálogo con Estados Unidos es que a Bush le queda todavía dos años en el Gobierno. Para Calderón sería una pérdida de tiempo insistir en el tema con un interlocutor que no desea un acuerdo con México en ese campo. En los próximos meses posiblemente se verá a emisarios de Calderón visitando más el Congreso que las oficinas de miembros del gabinete de Bush.

La gestión será básicamente en oficinas de legisladores del Partido Demócrata que no sólo han planteado los proyectos que agradan a México, como el Kennedy-McCain, sino que a partir de enero serán mayoría en ambas cámaras del Congreso de Washington.

El senador demócrata Ted Kennedy, autor de uno del proyecto que lleva su nombre junto con el senador republicano John McCain, ha adelantado que posiblemente el tema de la inmigración no figure de forma destacada en la agenda demócrata en el plazo inmediato.

Pero Kennedy ha asegurado que su proyecto, el único que abre la posibilidad de legalización a millones de los 11 millones de indocumentados que viven actualmente en Estados Unidos, no está archivado. De esa cantidad, según las estimaciones más de la mitad de ellos son de origen mexicano.

Calderón ha dicho que para combatir la pobreza, uno de los elementos que promueve la migración mexicana hacia el norte, es necesario lograr tasas de crecimiento que eleven los salarios en México y, sobre todo, crear empleos.

Generar empleo, dijo, requiere de una mejor seguridad pública, mejorar la cualificación laboral de los mexicanos y eliminar los obstáculos que impiden a las empresas y la economía crecer más rápido.

Como consecuencia, según Calderón, se verá cuando menos en los primeros dos años un impulso al turismo e infraestructura, una gran promoción de micro, pequeñas y medianas empresas y activa generación de bienes y servicios de calidad.