Publicado 04/03/2018 11:44

El mito de Chávez acude de nuevo al rescate de Maduro, acosado por la crisis económica y política

Nicolás Maduro da un discurso con la imagen de Hugo Chávez
REUTERS / MARCO BELLO

El presidente busca reivindicarse en las urnas para remontar una crisis que arrastra desde la muerte de Chávez

CARACAS, 4 Mar. (EUROPA PRESS) -

Venezuela se prepara por quinto año para conmemorar la "desaparición física" de Hugo Chávez, unos fastos que esta vez tendrán lugar en una situación de máxima tensión política y crisis humanitaria que ha puesto a su delfín, Nicolás Maduro, en el punto de mira de la comunidad internacional e incluso del 'chavismo'.

Chávez sigue muy presente en la vida diaria de los venezolanos. Su imagen, aquella en la que luce uniforme oliva y boina roja con la mirada perdida en el horizonte, aparece en la televisión, carteles y muros. Y desde Twitter, donde aún conserva 4,2 millones de seguidores, sigue enviando mensajes (a través de su hija María Gabriela).

'El Comandante' se ha convertido para muchos venezolanos --y latinoamericanos-- en un icono moderno equiparable a su mentor y amigo Fidel Castro. En sus 14 años de Gobierno, la población bajo el umbral de la pobreza pasó del 50 al 28 por ciento, la renta per cápita se multiplicó por cuatro y las llamadas misiones otorgaron un acceso a la salud, la educación y la vivienda sin precedentes, según datos de la ONU.

Los críticos, en cambio, le reprochan que sentó las bases de la "dictadura" de Maduro con la alianza cívico-militar --cordón sanitario del Gobierno-- y estrechando el cerco sobre los medios de comunicación independientes y cualquier rival político que despuntara.

La crisis económica, sostiene la oposición, proviene también de la era Chávez. Los beneficios de las exportaciones petroleras se convirtieron prácticamente en el único ingreso público, la industria nacional se desmontó poco a poco y comenzaron la locura cambiaria y una tendencia inflacionista que todavía no ha encontrado freno.

Maduro ha tratado de preservar el legado 'chavista' en una coyuntura económica que no se lo ha permitido. El precio del barril de petróleo se ha desplomado en el mercado internacional, dejando al Gobierno sin dinero para mantener las costosas misiones e importar productos de primera necesidad, como comida o medicamentos.

Los aires de cambio en América Latina tampoco han ayudado. En estos cinco años el mapa 'bolivariano' se ha desintegrado con nuevos gobiernos en Brasil, Argentina o Ecuador. La diplomacia del petróleo, con la que Chávez se aseguró la lealtad de varios países, sobre todo caribeños, se ha desinflado y hasta Cuba ha virado hacia Estados Unidos (brevemente) para sobrevivir a la crisis venezolana.

La nueva coyuntura, que ya afloraba en 2013, ha supuesto una prueba de fuego para Maduro, a quien Chávez ungió como su heredero político en una de sus últimas alocuciones, a pesar de que ya entonces voces 'chavistas' alertaban de que quizá no era la persona indicada para el puesto.

CRISIS HUMANITARIA

Los apuros económicos de los venezolanos se hicieron evidentes cuando miles de ellos comenzaron a hacer cola durante horas a las puertas de los supermercados --públicos y privados-- para poder llenar la cesta de la compra ante la llegada de nuevos cargamentos.

Como botón de muestra, la Navidad de 2017 trajo la crisis del 'pernil', una pata de jamón cocido que es el producto estrella en Venezuela durante estas fiestas y que el Gobierno había prometido enviar a los colmados estatales pero que llegó a cuentagotas y a precios desorbitados.

El desabastecimiento ha disparado los precios hasta registrar un alza del 4.000 por ciento solo el año pasado, según estimaciones de la Asamblea Nacional --controlada por la oposición--, ya que no hay datos oficiales. Expertos de la ONU calculan que una familia venezolana necesita ganar 63 salarios mínimos para acceder a la canasta básica.

Como consecuencia, "la desnutrición está afectando ya a 1,3 millones de personas y en promedio cinco o seis niños mueren cada semana por desnutrición", indica Hilal Elver, relatora especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, en un informe reciente.

Los mismos expertos han alertado de que "la situación de salud ha alcanzado niveles intolerables". La falta de medicinas y otros insumo médicos "está provocando muertes que se podrían prevenir". Por ejemplo, "alrededor de 15.000 personas que padecen enfermedades renales están en riesgo de perder la vida".

La Mesa de Unidad Democrática (MUD) --coalición opositora-- y la Organización de Estados Americanos (OEA) no han dudado en hablar de "crisis humanitaria". La ONU, aunque más discreta, ha pedido a Maduro que tome medidas de choque y, "si hiciera falta, solicite cooperación internacional". Colombia y otros países se han ofrecido a enviar ayuda.

Maduro, por su parte, niega que haya tal "crisis humanitaria" --"Vayan a los restaurantes (...) Las garrafas de whisky corren por ahí. Esa es Venezuela", ha dicho esta misma semana-- y ha achacado las dificultades a una supuesta "guerra económica" orquestada por "la derecha" para derrocar a su Gobierno.

DECLIVE POLÍTICO

La oposición, que empezó a organizarse en la recta final del mandato de Chávez con la creación de la MUD, ha liderado la contestación social a Maduro con dos grandes revueltas, en 2014 y 2017, que se han saldado con más de 150 muertos y 237 presos políticos, según la ONG Foro Penal, entre ellos destacados disidentes como Leopoldo López o Antonio Ledezma (ahora prófugo).

La tensión política ha batido récord este último año, hasta el punto de que ha forzado al Gobierno y la MUD a una nueva negociación --la enésima--, que saltó por los aires en febrero, tan solo dos meses después de arrancar, para intentar pactar las condiciones en las que deben celebrarse las elecciones presidenciales de 2018.

La coalición ha optado por no participar en unos comicios que anticipa como un "fraude" porque Maduro, gracias a la polémica Asamblea Constituyente, acumula todo el poder del Estado, y la MUD y sus principales partidos y dirigentes han sido inhabilitados esgrimiendo cuestiones burocráticas.

El Gobierno ha seguido adelante en solitario y, en un giro inesperado de los acontecimientos, y sacando provecho de la rebelión interna en la MUD, ha sellado con el opositor Henri Falcón un acuerdo sobre "garantías electorales" que permitirá a Maduro no comparecer en solitario a las elecciones presidenciales, fijadas ya para el 20 de mayo.

El mandatario venezolano ha encontrado resistencia más allá de las desgastadas filas de la MUD y antiguos 'chavistas' como la ex fiscal general Luisa Ortega Díaz o el ex ministro de Petróleo Rafael Ramírez han señalado a Maduro por su mala gestión, corrupción e incluso crímenes de lesa humanidad.

El todopoderoso Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha sufrido escisiones y la simbiosis entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas parece resquebrajarse con notables 'deserciones' como la del piloto Óscar Pérez, que secuestró un helicóptero para atentar contra el Tribunal Supremo y el Ministerio de Interior, y pequeños motines.

CHÁVEZ, AL RESCATE
Este panorama ha obligado a Maduro a recurrir (otra vez) al mito de Chávez. El presidente inscribió su candidatura tras visitar el Cuartel de la Montaña, donde yace embalsamado el antiguo dignatario, y, en un gesto simbólico, entregó al Consejo Nacional Electoral (CNE) el Plan Patria 2019-2025, que da continuidad al testamento político de su antecesor.

Maduro confía en una catarsis electoral para poner fin a cinco años de agonía política y, a ritmo de reguetón, ha retado a la MUD a lanzar un candidato de consenso para poder anotarse una nueva victoria: "Despacito te lo vamos a meter todito, diez millones de votos por el buche".

Las encuestas señalan, no obstante, que necesitará algo más que un 'hit' para remontar una popularidad en mínimos históricos --20 por ciento--. La maquinaria 'chavista' ya se ha puesto a funcionar y por delante quedan diez días de culto al líder que en el pasado han dado sus frutos.