Actualizado 05/03/2017 08:45

¿Una nueva etapa en la historia de América Latina?

Rafael Correa
WIKIMEDIA
  

   MADRID, 5 Mar. (Notimérica) -

   Después de una década de bonanza económica en América Latina (principalmente debido al ascenso de los precios de las materias primas y el petróleo) la región se encuentra en este momento atravesando un periodo de ralentización cuyas consecuencias, además de ser visiblemente económicas, también tienen un importante peso en cuanto a lo político.

   La pérdida económica y el aumento de las desigualdades en América Latina están marcado el comienzo de una nueva etapa en la región, que desde hace unos años está caracterizándose principalmente por el desarrollo de cambios en la tendencia electoral de los latinoamericanos. Mientras la década pasada predominaban los gobiernos de izquierdas en el territorio latinoamericano, desde hace unos años éstos se han visto en la obligación de ceder posiciones a gobiernos conservadores y de corte neoliberal.

   Las elecciones de Mauricio Macri en Argentina o de Pedro Pablo Kuczynski en Perú, son solo dos ejemplos de lo que anteriormente se ha mencionado. Igualmente, la cercanía electoral entre el candidato ecuatoriano de Rafael Correa, Lenín Moreno, y la del empresario y líder de Alianza por el Cambio, Guillermo Lasso, evidencia nuevamente la pérdida de confianza de los latinoamericanos en las políticas de corte izquierdista en la región.

CRISTINA Y NESTOR

   Pero además, la desaparición de las izquierdas en los cargos de poder en América Latina están relacionadas con la desaparición de los líderes personalistas que protagonizaron aquel 'giro a la izquierda' durante la década de los años 80's: Néstor Kirchner, al que su esposa no ha conseguido suplantar de la misma forma; Lula Da Silva, cuya sucesora, Dilma Rousseff ha acabado siendo destituida de su cargo tras un impeachment y sustituida por el liberal Michel Temer; Hugo Chávez, al que Nicolás Maduro está haciendo un flaco favor de cara a la imagen del chavismo; o Fidel Castro, cuya muerte casi coincidió con la decisión de su hermano Raúl de llevar a cabo una apertura comercial con el histórico enemigo, Estados Unidos.

   Así, de las experiencias de izquierda que emergieron en la región durante las décadas de los años 80's y 90's --Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Uruguay o Venezuela--, las de las principales fuerzas territoriales han desaparecido. Del mismo modo, esta situación puede cambiar de nuevo con las elecciones que se celebraran este año (los actuales comicios de Ecuador, y los futuros en Honduras y Chile), que a pesar de no ser muy numerosas, sí poseen gran trascendencia para la región.

EL FUTURO ELECTORAL DE LA REGIÓN

   El final de la 'Década Dorada' (2003-2013) en la que la bonanza económica y las políticas sociales han sido protagonistas, ha dado paso a un nuevo mapa electoral en América Latina que se definirá por completo en 2018, cuando dos de los pesos pesados de la economía de la región renueven sus Presidencias (México y Brasil) y otros dos países cuyos procesos políticos internos se están postulando como dos acontecimientos históricos para América Latina, Colombia y Venezuela.

   La permanencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que Enrique Peña Nieto ha liderado durante la última legislatura, se ha visto salpicado por graves escándalos de corrupción, así como por la violencia: la desaparición de los 49 estudiantes de Ayotzinapa, las revueltas y protestas por el 'gasolinazo' de las últimas semanas (que han dejado más de 600 detenidos) o las poco variables cifras de homicidios y raptos del narcotráfico. Todo ello no han favorecido el apoyo a una Presidencia que se ve, además, obligada a enfrentase al que hasta ahora era uno de sus principales socios: Estados Unidos.

   Por otra parte, la ligera mejora económica de Brasil, que poco se corresponde con una mejoría en el ámbito social, así como los polémicos casos que salpican al cuerpo político del Partido de los Trabajadores de Brasil con los juicios a Lula y Dilma y la trama de Obredechet, no hacen prever grandes cambios en la situación política y económica del país más grande de la región.

DILMA Y LULA

   Por último, queda aún por ver cuáles pueden ser las repercusiones de todo ello en Colombia y Venezuela. Mientras los procesos de paz en el país andino han sido internacionalmente aplaudidos --hasta el punto de otorgar al presidente de la Nación de Colombia, Juan Manuel Santos, el premio Nobel de la Paz-- y han supuesto un punto y a parte en la historia del progreso social en la región, la victoria del 'No' tan publicitado por el expresidente Álvaro Uribe en el plebiscito sobre la reinserción de los guerrilleros de las FARC, hace prever que los procesos electorales no van a ser previsibles por el momento.

   Así mismo, la continua caída de la economía venezolana, las constantes denuncias por parte de la oposición chavista y el interés contrario que el gobierno de Nicolás Maduro suscita en el ámbito internacional hace pensar que los próximos comicios no se van a desarrollar como los anteriores, o por lo menos no van a tener la misma repercusión.

INTEGRACIÓN INTERNACIONAL

   A pesar de la heterogeneidad de América Latina, existen semejanzas entre sus países que, entre otras cosas, se han mostrado en el predominio de victorias electorales del mismo corte en ocasiones semejantes. Igualmente, la integración de la región en el panorama internacional y mundial ha permitido ver cómo las transformaciones geopolíticas y económicas globales han hecho mella.

   El nuevo modelo político que se postula en la región tendrá como principal objetivo el desarrollo de economías más productivas y competitivas que permitan el crecimiento de los países latinoamericanos y su posicionamiento a nivel internacional, al mismo tiempo que aseguren el avance de políticas sociales que equiparen los distintos sectores de la sociedad latinoamericana.

   De no cumplirse estas medidas, la escasa confianza que los latinoamericanos tienen hacia la política podría desaparecer, acrecentando las ya notables tensiones sociales en la región y haciendo perdurar problemáticas como las importantes olas migratorias, los altos índices de corrupción o la permanencia de bandas de narcotráfico en el territorio. Solo si se otorga confianza y seguridad a los ciudadanos, de manera equitativa, se podrá acabar con todo ello.