Actualizado 16/01/2018 10:01

El papa condena las "barreras" pero reconoce el miedo "legítimo" de los países de acogida

El Papa Francisco en una Audiencia General en el aula Pablo VI
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ROMA, 14 Ene. (EUROPA PRESS) -

El papa ha condenado las políticas que levantan "barreras" ante más de 4.000 migrantes, al tiempo que ha reconocido el "miedo legítimo" de las comunidades locales añadiendo que este temor no debe alimentar el odio y la confrontación recíprocos.

Francisco ha hecho estas consideraciones durante una misa en el Vaticano en la que han participado varios refugiados con motivo de Jornada Mundial de los Inmigrantes.

"No es fácil entrar en la cultura que nos es ajena, ponernos en el lugar de personas tan diferentes a nosotros, comprender sus pensamientos y sus experiencias", ha señalado el pontífice. A continuación, ha lamentado que frente a este obstáculo, la respuesta sea renunciar "al encuentro con el otro" y "levantar barreras" para defenderse.

Francisco ha pronunciado esta homilía durante una misa en la basílica de San Pedro en la que participaron migrantes y refugiados de 49 países diferentes que portaban sus diferentes banderas. En total había más de 4000 migrantes: 200 indios, 800 rumanos y 35 ucranianos de rito latino, 450 indios católicos siro-malabares, 50 libaneses maronitas, 60 fieles de la liturgia siro-antioquena, 150 de Sri Lanka, 200 de Cabo Verde, más de 2.000 filipinos y 25 chinos. También han acudido unos setenta diplomáticos acreditados ante la Santa Sede.

Y ante la comunidad de migrantes que asistió a la celebración de la Eucaristía ha destacado: "Las comunidades locales, a veces, temen que los recién llegados perturben el orden establecido, 'roben' algo que se ha construido con tanto esfuerzo. Incluso los recién llegados tienen miedos: temen la confrontación, el juicio, la discriminación, el fracaso".

Por ello, les ha instado a "conocer y respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que les han acogido" y también a comprender sus miedos.

"Estos miedos son legítimos --ha continuado el papa--, están basados en dudas que son totalmente comprensibles desde un punto de vista humano. Tener dudas y temores no es un pecado".

Sin embargo ha concluido: "El pecado es dejar que estos miedos determinen nuestras respuestas, condicionen nuestras elecciones, comprometan el respeto y la generosidad, alimenten el odio y el rechazo. El pecado es renunciar al encuentro con el otro, con aquel que es diferente, con el prójimo, que en realidad es una oportunidad privilegiada de encontrarse con el Señor".

Así, Francisco ha invitado a los fieles a olvidarse de las ideas preconcebidas al subrayar que "el verdadero encuentro con el otro no se limita a la acogida sino que nos involucra a todos en las otras tres acciones que resalté en el Mensaje para esta Jornada: proteger, promover e integrar".