Actualizado 01/05/2009 23:39

Paraguay.- El hombre fuerte de la dictadura de Stroessner regresa por sorpresa desde su exilio

ASUNCION, 1 May. (Reuters/EP) -

El ex ministro del Interior de Paraguay Sabino Augusto Montanaro, político de la dictadura procesado por torturas y otros crímenes de lesa humanidad, llegó hoy por sorpresa a Asunción procedente de Honduras, donde se gozaba de asilo.

Montanaro, de 86 años, fue hospitalizado tras su llegada a la capital paraguaya en un centro de salud privado frente al cual se congregaron activistas de Derechos Humanos y víctimas de la dictadura exigiendo cárcel para el otrora hombre fuerte del régimen del general Alfredo Stroessner.

"Ningún privilegio para un asesino", dijo el activista Martín Almada, cuya esposa falleció mientras él era torturado cuando Montanaro era ministro del Interior y quien reclamaba su traslado a la cárcel nacional.

Poco después de las protestas, el juez Arnaldo Fleitas ordenó el traslado de Montanaro al hospital de la Policía, mientras que la Fiscalía anunció la conformación de un equipo multidisciplinario para evaluar su estado mental y determinar si aún puede ser imputado.

Citando fuentes del hospital, medios locales señalaron que Montanaro, sobre quien pesa una orden de captura por delitos contra los Derechos Humanos, sufre arteriosclerosis senil y la enfermedad de Parkinson, pero que su salud es estable. "Es su voluntad, por eso lo trajimos", indicó Augusto Montanaro, uno de los hijos del ex ministro.

El Comandante de la Policía Nacional, Viviano Machado, dijo que la justicia deberá determinar el lugar de reclusión de Montanaro, quien vivió en Honduras como asilado político desde el derrocamiento de Stroessner en febrero de 1989. "Se va a cumplir exactamente lo que la justicia determine", aseguró.

Por su parte, el abogado defensor del ex ministro dijo que éste ya no tiene edad para ser encarcelado. Durante la dictadura de 35 años de Stroessner, quien murió en Brasilia a los 93 años en 2006 sin enfrentar cargos, cerca de 400 personas desaparecieron y unas 18.000 sufrieron torturas, según datos de la Comisión de Verdad y Justicia.