Actualizado 21/07/2009 19:02

Pobre Honduras, más pobre sin ayuda tras golpe de Estado

Por Juana Casas

TEGUCIGALPA (Reuters/EP) - Niños de una escuela en Honduras hacen fila esperando su porción de arroz con leche y, mientras, sus maestros se preguntan si podrán seguir dándole la merienda cuando sea cortada la ayuda internacional en rechazo al Gobierno instalado en el país tras un golpe de Estado.

La crisis política y la condena internacional desencadenada tras el derrocamiento de Manuel Zelaya el 28 de junio fue seguida por la amenaza de duras sanciones económicas, que podrían poner en jaque al país más pobre del continente americano después de Haití y Nicaragua.

Desde entonces, ha tratado de buscarse una salida a la crisis política mediante una mediación internacional. Pero los esfuerzos han fallado y el fin de semana naufragaron negociaciones en Costa Rica.

Ahora, los interrogantes sobre el futuro de Honduras se multiplican.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) dijo recientemente que la crisis política desencadenada tras el golpe de Estado ya afecta a los más de 3,5 millones de niños hondureños.

Para los que asisten a la Escuela Roberto Sosa en Tegucigalpa, el conflicto podría traducirse en no acceder al plato de comida que reciben bajo el programa de "Merienda Escolar", uno de los tantos beneficios que podrían verse afectados por las restricciones de ayuda internacional.

"Para muchos niños, éste es el sustento alimentario diario", dijo Mario Bravo, director de la escuela enclavada en un distrito de Tegucigalpa, mientras observa las bolsas de arpillera con frijoles, maíz y harina apiladas en un aula.

Los alimentos, que han llegado ahí a través de Naciones Unidas y el Gobierno hondureño con fondos de organismos multilaterales que ahora están en suspenso, son dados a las madres de los alumnos que se turnan para cocinar en el curso.

El Gobierno de facto ha garantizado que continuará dando fondos para este programa y asegura que puede resistir, apostando a que la presión externa se suavizará después de los comicios previstos para noviembre y a que el presidente que asuma en enero podrá negociar la vuelta de las ayudas.

Sin embargo, muchos colegios temen que los fondos que reciben dejen de llegar ante la difícil situación económica.

"El Gobierno depende de estas ayudas. Es tremendo, aunque no se vea, todo esto repercute directa o indirectamente", dijo Antonio Quetglas, un cura español de 78 años que lleva casi medio siglo en Honduras coordinando centros de asistencia en la ciudad industrial de San Pedro Sula y en Tegucigalpa.

TENSION SOCIAL

La cooperación internacional alcanza casi un 20 por ciento del presupuesto nacional de Honduras cercano a los 5.600 millones de dólares, pero ahora más de dos tercios está congelada por la decisión del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Venezuela de detener las ayudas al Gobierno de facto que asumió después del golpe.

El lunes, la Comisión Europea anunció que suspendió toda la ayuda presupuestaria a Honduras, luego de que fracasaran los esfuerzos por resolver la crisis desatada por el golpe.

Gremios empresariales han anunciado que congelarán los precios de algunos alimentos para ayudar al Gobierno de facto a amortiguar el impacto económico de la crisis y el golpe, que podría empeorar si Estados Unidos cumple con su amenaza de retirar 180 millones de dólares en fondos para el desarrollo

Pero dependiendo casi exclusivamente de una reducida recaudación fiscal y unas debilitadas reservas, parece poco probable que las autoridades provisionales tengan margen de maniobra para inyectar recursos en programas sociales en forma sostenida.

"La ayuda internacional se vuelve incluso más importante para Honduras en medio de la crisis global. Este es uno de los mayores desafíos del Gobierno de facto, pues podría ser fuente de fuerte tensión social", dijo Heather Berkman, analista de Eurasia Group para Centroamérica en Nueva York.

Sin embargo para muchos hondureños que viven en la pobreza, y representan el 70 por ciento de la población, con ayuda o sin ayuda su vida es difícil en un país que ya ha sentido el impacto de la crisis global, con una gran caída de las remesas -que son cerca de un 25 por ciento del Producto Interno Bruto- y menores exportaciones de café y textiles.

SIEMPRE DIFICIL

Fidelina Cepeda, una viuda de 52 años que en un día bueno, gana apenas 80 lempiras (4 dólares) por 12 horas de trabajo haciendo tortillas, dice resignada que nunca vio llegar la asistencia a Santa Cecilia, un barrio de escarpadas calles sin asfalto y casas de madera con techo de zinc.

"La situación para nosotros siempre está macaneada (difícil)", dijo Cepeda, quien está al frente de una familia de nueve adultos y cinco niños, al asegurar que los precios han subido un tercio desde el golpe y le es más difícil llegar a fin de mes.

"Eso de las ayudas ha sido más para los que han andado apegados a los políticos, aquí seguro que no. Sean unos u otros, ninguno se preocupa por nosotros los pobres", se lamentó, batiendo con fuerza el maíz con una cuchara de madera.

Mientras, la empobrecida Honduras se ve cada vez más pobre, con una inflación que se aceleró más del 10 por ciento el año pasado y un creciente desempleo que afecta a casi tres de cada 10 hondureños.

La gente de los barrios más humildes se queja de que la falta de oportunidades empuja a los jóvenes a la marginalidad. Las chicas se prostituyen. Los muchachos se unen a las temibles 'maras', bandas juveniles fuertemente armadas que dejan decenas de muertos en las calles todos los fines de semana.

Y hay miedo por lo que pueda pasar.

"Aquí los hombres salen a robar y sus mujeres se quedan esperando en casa a que vuelvan", explicó Fidelina. "Si es que vuelven, porque a muchos los quiebran (matan)", admitió con gesto de resignación.

(Con reporte adicional de Enrique Andrés Pretel; Editado por Silene Ramírez)