Actualizado 18/09/2018 14:57

Un año del terremoto en Ciudad de México, el día que la solidaridad salvó cientos de vidas

A girl hugs a Mexican marine officer as she offers hugs to people near the site
REUTERS / JOSE LUIS GONZALEZ
 

   CIUDAD DE MÉXICO, 18 Sep. (Notimérica) -

   Hace exactamente un año la tierra azteca tembló, y con ella toda la región. El país norteamericano, acostumbrado a las sacudidas y presuntamente protegido con medidas de seguridad y de alerta sísmica, recordaba aquel mismo 19 de septiembre de 2017 el sismo sucedido en el año 1985 en Ciudad de México, el peor de la historia.

   Pero aquel martes 19 de septiembre de 2017 no hubo homenajes, ni tampoco fue un día normal para nadie. México volvió a revivir el horror a las 13.15 horas, cuando un terremoto de 7,1 con epicentro en San Felipe Ayutla (Puebla) se sintió en todo el sur del Estado, derrumbando edificios y dejando atrapadas a miles de personas.

   Tan solo 12 días antes, el estado de Chiapas había vivido un sismo de 8,2 que se había sentido hasta en países vecinos, como Guatemala, El Salvador, Honduras o Belice. El número de víctimas en aquella ocasión fue de un centenar, aunque casi un millar de personas resultaron heridas y hubo más de dos millones de afectados. La población afectada, de las más pobres de la región, continúa luchando por salir adelante.

   Sin embargo, la gran densidad de población y la estructura del subsuelo de Ciudad de México --la metrópoli se encuentra sobre el suelo fangoso de lo que alguna vez fue el lago de Texcoco-- hicieron que el número de afectados y de víctimas del sismo del 19 de septiembre fuera mayor. A día de hoy, las cifras oficiales indican que fueron 230 los muertos solo en la capital, donde más de 6.000 viviendas, así como otras infraestructuras y edificaciones, resultaron dañadas.

   Por primera vez desde la instalación de la alerta sísmica en la capital, esta no sonó con su suficiente antelación estimada, lo que hizo que miles de personas no pudieran huir y salir a las calles a tiempo, quedando atrapadas dentro de los edificios. Su activación fue 11 segundos después de que se iniciara el temblor, que se prolongó durante aproximandamente tres minutos.

ESPONTANEIDAD Y SOLIDARIDAD

   Acto seguido, cientos de personas, desconcertadas y asustadas, se adentraron entre los escombros de los edificios colapsados en busca de supervivientes, antes incluso de que las autoridades pudieran coordinarse y acudir a los lugares afectados. Sin embargo, y a pesar del despliegue del Ejército y de todos los efectivos de bomberos, policías y sanitarios, así como las brigadas que viajaron desde otros países para ayudar, los civiles mexicanos no cesaron en su afán de ayudar.

   La solidaridad y espontaneidad entre los ciudadanos mexicanos ante la situación será para siempre recordada por el impresionante despliegue: miles de voluntarios hicieron cadenas humanas para retirar escombros y abrir paso a las ambulancias, se hicieron públicas las redes Wifi particulares ante la caída de la red telefónica, se montaron puestos de auxilio en las calles, centros de acopio ciudadano, se acogieron a cientos de personas que habían perdido sus casas...

   Brigadas como la de los Topos --que surgieron a raíz del terremoto de 1985 integradas por voluntarios capacitados en la atención de desastres naturales-- volvieron a reunirse para llevar a cabo actuaciones de salvamento y auxilio durante días. Por otro lado, estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Universidad Autónoma de Ciudad de México (UACM), Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) e Instituto Politécnico Nacional (IPN) se conformaron en diversas brigadas de apoyo, rescate, atención, acopio y de ayuda psicológica a través de estudiantes, profesores y trabajadores.

VICTIMAS

   A pesar de todo, y en especial a causa de la falta de alerta, las evacuaciones no se pudieron llevar a cabo de manera adecuada en Ciudad de México, donde el total de víctimas registradas fue de 225. El resto de ciudades afectadas también registraron importantes daños materiales y fallecidos: uno en Oaxaca, seis en Guerrero, 15 en el Estado de México, 46 en Puebla y 75 en Morelos. Si bien la mayor parte de los muertos era de nacionalidad mexicana, también hubo 4 fallecidas taiwanesas, un argentino, un español, una panameña y un surcoreano.

   Once meses después de los hechos el gobierno local contabilizó 11,495 inmuebles afectados, los cuales repercutieron en la vida de 30.000 personas. De todos los afectados, se registró la caída de 40 edificios en colonias como Condesa, Roma, Del Valle, Narvate, Miravalle, Portales, Guerrero o Lindavista, entre otros. Pero fueron dos los que concentraron un mayor número de víctimas tras su derrumbe: el Colegio Enrique Rébsamen --donde se confirmaron 25 víctimas mortales en la escuela, 21 niños y cuatro adultos-- y el Multifamiliar Tlalpan 3000 --donde se reportaron 27 fallecimientos--.

   Lo sucedido en el Colegio Enrique Rébsamen, sin embargo, sacó los colores a los medios de comunicación por su cobertura. Según comenzó a circular la noche del 20 de septiembre, en el interior del edificio permanecía atrapada una menor llamada Frida Sofía, con quien presuntamente los rescatistas mantuvieron algún tipo de contacto. Las cadenas de televisión 'Azteca' y 'Televisa' mantuvieron en vivo durante nueve horas el supuesto rescate de la menor, hasta que horas más tarde otros medios de comunicación denunciaron incongruencias y una "desmesura mediática" sobre los hechos. El día 21 de septiembre, la Armada de México informó que nunca hubo una menor con ese nombre ni se tuvo ningún tipo de contacto con ella.

RECONSTRUCCIÓN

   Las pérdidas materiales y humanas se les suman todas las afecciones psicológicas que han quedado entre los ciudadanos, especialmente entre los supervivientes de los hechos. Asimismo, los largos trámites burocráticos requeridos por las Administraciones públicas de México han retrasado y dificultado el transcurrir normal de los ciudadanos afectados, algo que ha provocado que muchos de ellos se vean obligados a día de hoy, un año después, a permaneces en acogida o en precarias situaciones.

   Las protestas de los mexicanos damnificados han llegado a cortar las calles, muchas de las cuales han mantienen escombros y edificios apuntalados a la espera de ser rehabilitados o reformados. Así, a pesar de los proyectos solidarios, en los que también han participado personalidades del mundo de la actuación o la música, la recaudación de fondos no ha sido suficiente.