Actualizado 14/06/2007 16:22

Argentina.- El padre de la niña que su madre se llevó a Argentina sin su consentimiento lleva ya seis meses sin verla

En este tiempo, Rafael ha tenido que conformarse con hablar con la pequeña por teléfono, y ha perdido quince kilos de peso


MADRID, 14 Jun. (EUROPA PRESS) -

El tiempo que Rafael lleva sin poder ver a su hija, que se encuentra en Argentina desde que su madre se marchó a este país con ella sin el consentimiento del padre, suma ya seis meses, durante los cuales ha tenido que acostumbrarse a que sus contactos se limiten a conversaciones telefónicas y a vivir en un continuo estado de ansiedad que le ha supuesto adelgazar, sin proponérselo, quince kilos de peso.

En estos seis meses, las conversaciones telefónicas han sido el único medio que ha tenido Rafael para tomar el pulso a la situación. Su deseo es que la relación con su madre, que se había complicado antes de su marcha, se normalice y todo "se solucione rápido y de forma afable". En este sentido, añadió que lo único que persigue es el poder ver a su hija "todos los días, y en el país en el que ha nacido, en España".

Sobre su estado anímico para aguantar en la lucha por su hija, Rafael reconoció que si aún sigue adelante es gracias a la pequeña Mar. "Es la única justificación que tengo todas las mañanas para salir adelante, no tengo futuro, procuro no pensar porque no quiero ni imaginarme que pueda estar un año sin mi hija", subrayó.

Él quiere que su hija vuelva a España, y por ello, ha puesto el caso en manos de un abogado, pero aclaró que su deseo sería que el asunto pudiese arreglarse "en familia". "Saben lo que quiero, quiero que mi hija esté conmigo y verla todos los días de mi vida, no quiero ser padre a 15.000 kilómetros de distancia, necesito verla", resaltó.

Mientras el día del rencuentro llega, ya sea gracias a la Justicia o al entendimiento entre los padres, Rafael continua guardando unas botas de agua del número 22 que le compró a Mar al nacer. "Las compré antes de que naciese con el número 22, de momento tiene un 21, y se las compré porque yo quiero pisar charcos con mi hija, se las compré por eso, quiero estar con ella y quiero tenerla, ese el futuro que veo, que pueda utilizar esas botas del 22 y que el día de mañana le pueda comprar el 23 y así sucesivamente", reconoció entre sollozos.

ANTECEDENTES.

El sufrimiento de Rafael comenzó hace medio año, cuando su pareja le dijo que había decidido pasar unos días con un familiar suyo que vive en Cuenca, dado que la relación de pareja no atravesaba un buen momento.

Rafael las llevó a ambas a la estación de Atocha, pero la madre, una vez allí, se marchó al aeropuerto y tomó un avión rumbo a Argentina, llevándose a la hija de ambos. Cuando lo supo, ya era demasiado tarde.

En este tiempo, Rafael suele hablar con la abuela de la niña, ya que, tal y como explicó, hablar con Alejandra resulta casi siempre imposible.

"Hablo a menudo con la abuela de mi hija y con la madre de mi hija, incluso con mi hija, después de seis meses me he dado cuenta que la mejor forma de llevarlo es no hablando con ellos del tema, no puedo insistir en que quiero ver a mi hija, prefiero escuchar y que me cuenten cómo está mi hija, porque si digo que me creo con el derecho de ver a mi hija, me empieza a decir ciertos comentarios para sanarse su conciencia y dice que yo he echado a mi hija de casa", apuntó.

EN MANOS DE LA JUSTICIA.

Desde un primer momento, Rafael puso en manos de su abogado el caso para intentar recuperar a su hija lo antes posible, pero reconoció que la justicia "está tardando demasiado" y él está perdiendo un tiempo muy valioso para ver crecer a la pequeña de quince meses, Mar.

"No sé nada de derecho, ni como va la justicia en esto, pero sé lo que hace mi hija, se pone por teléfono y dice papá, sé que le han enseñado a contar secretos y que susurra por teléfono, y sé que esos susurros por teléfono no me hacen cosquillas en el oído porque no la tengo", indicó emocionado.

Sobre las diversas causas abiertas, entre ellas una en el Tribunal Internacional de La Haya, dijo desconocer en qué punto del proceso se encuentran e incidió en que sólo sabe "que se está tardando mucho", por lo que apostilló que no cree "que sea justa la justicia" porque el tiempo que ha perdido no lo podrá recuperar. "Le está creciendo una muela y yo no voy a volver a ver cómo crece esa muela nunca", comentó.