Actualizado 16/09/2015 10:27

Los brasileños se vuelcan con la ayuda a los refugiados sirios

   RÍO DE JANEIRO, 15 Sep. (Notimérica) -

   A Brasil y a Siria les separan miles de kilómetros y todo un océano, pero eso no impide que el país sudamericano sea el segundo que más refugiados sirios acoge en América, solo por detrás de Canadá, ni que los brasileños se hayan volcado con la reciente crisis humanitaria, ya que las organizaciones que atienden a los refugiados se encuentran desbordadas.

   Cáritas, la principal responsable de los refugiados dos en Río de Janeiro, es una de ellas; la coordinadora del plan de acogida, Aline Thuller, explicaba este martes que en los últimos días han recibido más de 500 mensajes ofreciendo ayuda de todo tipo, pero que no dan abasto ante la limitada infraestructura con la que cuentan.

   De momento, se está haciendo un banco de datos con todos los voluntarios y poco a poco se irán repartiendo tareas; lo más urgente es reunir colchones, comentaba Thuller ante un auditorio abarrotado en la Casa Rui Barbosa, donde aprovechó la oportunidad para hace una petición más personal.

   "Tenemos a un refugiado sirio que tiene el cuerpo lleno de metralla. Por favor, si alguien conoce a un cirujano que nos avise, si le tienen que operar por el sistema público tardará diez años", lamentaba.

   Cáritas trabaja desde 1976 acogiendo refugiados en Río de Janeiro y se encarga de buscarles alojamiento, ofrecerles asesoramiento en cuestiones legales y convencer a hospitales, escuelas o empresas de que tienen todas las garantías legales para usar los servicios públicos brasileños. En la actualidad hay alrededor de 6.000. La mayoría llegan del Congo, Siria, Angola e Irán.

   "Lo más importante los primeros días es recomponer los vínculos de confianza, porque son personas que han sufrido mucho y se han vuelto desconfiadas", explica Thuller, que advierte además de la complejidad del momento actual porque está aumentando mucho el perfil de mujeres que llegan en avanzado estado de gestación.

   Desde Brasil, el sentimiento generalizado es que Europa no está a la altura de la crisis humanitaria y que el efecto de conmoción por la fotografía del niño Aylan Kurdi en la playa duró poco.

   "¡Están cerrando las fronteras otra vez!", exclamaba indignada la asesora de Derechos Humanos de Amnistía Internacional Fátima Mello, que recordaba que han sido las grandes potencias occidentales las que han estimulado los conflictos que ahora están provocando este éxodo masivo.

   Desde Médicos Sin Fronteras (MSF) Renata Reis se emocionaba al explicar que este lunes la organización entregó a los ministros de la Unión Europea reunidos para abordar la crisis varios chalecos salvavidas que llevaban algunos de los refugiados que han muerto recientemente en el Mediterráneo.

   Los chalecos, pintados con oraciones y números de teléfono eran un testimonio vivo de la desesperación de los que arriesgan su vida por salir de su país, comentaba Reis. Sin embargo, parece que la acción no conmovió a los 28 ministros de Interior de la UE, que aplazaron el reparto de refugiados a octubre.

EL EJEMPLO DE BRASIL

   Charly Kongo es congolés y vive refugiado en Brasil desde hace siete años. Se siente muy agradecido y dice no entender la negativa de algunos países europeos: "La mayor guerra del mundo, la Segunda Guerra Mundial, pasó justamente en Europa, y ellos también huyeron de sus países. Esos europeos huían por los mismos motivos que nosotros", recordaba.

   Frente a la inoperancia europea resalta la actitud de Brasil, un país con muchas más desigualdades y problemas internos que sin embargo se ha mostrado de "brazos abiertos" para acoger refugiados, como dijo recientemente la presidenta Dilma Rousseff.

   En 2013 el Comité Nacional para los Refugiados (CONARE) publicó una norma que garantizaba la concesión de un visado especial a las personas afectadas por el conflicto armado en Siria que llegaban a Brasil. Esta disposición especial termina a finales de este mes pero parece claro que el Conare la prorrogará, como avanzó esta semana el secretario nacional de Justicia, Beto Vasconcelos.

   En Brasil los refugiados sirios pueden trabajar desde el primer día, no como en Europa, donde están "condenados" a vivir de las ayudas sociales, lo que a su vez alimenta el discurso de quienes los consideran parásitos que quieren aprovecharse del Estado de Bienestar, critica Kongo.