WASHINGTON, 4 May. (Reuters/EP) -
Las autoridades de Estados Unidos se enfrentan a una inabarcable acumulación de expedientes de personas que continúan residiendo en el país después de que expirasen sus visados, lo que supone un riesgo para la seguridad. Así se extrae del informe publicado el martes por la Oficina de Responsabilidad del Gobierno, un órgano del Congreso.
El sistema US-VISIT del Departamento de Seguridad Interior tenía pendientes en enero de 2011 cerca de 1,6 millones de visados potencialmente caducados. Un buen porcentaje de los acusados por cargos de terrorismo aprovechan esta circunstancia para continuar residiendo en Estados Unidos. Por ejemplo, cinco de los 19 hombres que secuestraron los aviones del 11-S no tenían sus papeles en regla.
"Es sencillamente inaceptable que todavía seamos incapaces de identificar sistemáticamente a la gente que permanece demasiado tiempo, algunos de los cuales podrían ser terroristas esperando a atacar a americanos inocentes", ha advertido el presidente del Comité de Seguridad Interna del Senado, el demócrata independiente Joe Lieberman.
Los responsables del programa US-VISIT afirman que han gastado 3,7 millones de dólares de los 5 disponibles (cerca de 2,5 y 3,3 millones de euros, respectivamente) para poner al día el registro, pero adelantan que necesitarán más fondos.
En el informe se detalla que las autoridades no revisan con prontitud los retrasos de 90 días o menos en la renovación del visado, o los casos que no se consideran una amenaza a la seguridad. Los funcionarios prefieren centrarse en los informes que despiertan más preocupaciones.
Un portavoz del Departamento de Seguridad Interior, Matthew Chandler, ha precisado que las prioridades son los inmigrantes ilegales que suponen una amenaza a la seguridad nacional, son ex convictos o implican otros riesgos para la seguridad pública.
Este mismo miércoles la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, comparecerá ante el Comité para hablar sobre seguridad fronteriza. Como reacción a la muerte del líder de Al Qaeda, Usama bin Laden, las autoridades estadounidenses viven una creciente preocupación por temor a que los terroristas perpetren actos de venganza en suelo norteamericano.