Actualizado 31/03/2016 17:59

Encuentran al soldado colombiano perdido en la jungla de Meta 23 días después

El Ejército de Colombia
REUTERS

   BOGOTÁ, 31 Mar. (Notimérica) -

   Terminó el calvario del soldado Yeffer Sánchez, 23 días perdido en la espesa jungla del departamento de Meta, una zona con fuerte presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tras extraviarse de su grupo del ejército colombiano.

   Con el paso de los día, viendo que sus compañeros no regresaban y que él no conseguía avanzar, la angustia comenzó a envolverle. "Había demasiado espesor en la selva. Avanzaba derecho, pero siempre retornaba al mismo punto. En ese momento me desesperé. Llovía todos los días y tocaba aguantar los días todo empapado", cuenta a BBC Mundo.

   Su uniforme, su machete y su fusil fueron sus únicos compañeros durante más de tres semanas; cáscaras, semillas y una tortuga, su alimento. Buscó agua en platanales, escarbando pocitos y en lianas.

   En la zona acechaban dos peligros: los animales salvajes y los guerrilleros de las FARC. La zona donde se perdió es conocida como El Charcón, como zona roja por la fuerte presencia del grupo revolucionario.

   "Sabía que si yo disparaba podrían encontrarme, pero no sabía quién. Por eso actué evitando que me detectaran. Me moví tácticamente. Apliqué lo aprendido en cursos de supervivencia", explica.

   "Vi a la guerrilla a la distancia y de inmediato me escondí. Me arrojé hacia al piso y bajé la cabeza lo más que pude para que no me pudieran ver", añade.

   Pero su mayor peligro no eran ni las personas ni los animales, sino el hambre y la deshidratación, llegando a pasar varios días sin conseguir agua. Por ello, incluso llegó a tratar --sin éxito-- de hidratarse con su propia orina.

   Durante los primeros días, su dieta se resumía en semillas y cáscaras. Pero un día se vio obligado a sacrificar a una tortuga con la que se topó para comer. Se la comió cruda. Y la proteína y grasa que ingirió le salvaron la vida.

   Y, por supuesto, la soledad, en medio de la humedad y el sonido de los animales merodeando, se convirtió en otro duro enemigo. "Cantaba bajito, para darme ánimos. Fueron las noches más horribles. No podía dormir pensando en lo que podía pasar. La barriga me sonaba y mi única ilusión era que al día siguiente encontrara la salida o que alguien me viera", recuerda Sánchez.

   Pero a los 23 días --aunque el soldado pensaba que 'solo' llevaba 17 días extraviado-- sucedió el milagro. "No me mate, yo soy el soldado perdido", le dijo al compañero que le encontró y contra quien apuntaba su fusil.

   "Tranquilo, hermano. Soy de la Brigada Móvil número 4 y llevamos 22 días buscándolo sin parar. Soy el soldado profesional Carlos Enrique Tunubalá", le respondió el otro militar. La pesadilla había terminado.