HERMANOS MARISTAS
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   SANTIAGO, 11 Ene. (Notimérica) -

   La próxima visita del papa Francisco a Chile estará salpicada por las recientes declaraciones de los Hermanos Maristas chilenos, parte de la congregación religiosa católica con fines educativos y sociales a nivel internacional, que han admitido que ocultaron abusos sexuales a menores en colegios que administran en el país.

   Tres portavoces de la institución, Mariano Varona, Héctor Ville y Ernesto Reyes, en una entrevista concedida al diario español 'El Periódico', reconocieron que los casos de abusos cometidos entre las décadas de 1970 y 2010 fueron silenciados en lugar de ser denunciados.

   En el cuestionario, realizado a raíz de que se diera a conocer el caso del religioso de origen español Abel Pérez, quien acumula una veintena de denuncias por pederastia y estuvo 40 años bajo sospecha, los entrevistados no dudaron en afirmar que desconocían la gravedad de estos delitos.

   En referencia a una de las denuncias contra un hermano acusado, Armando Alegría, Varona advirtió de que no creía "que se tratara de abusos sexuales, sino más bien de juegos eróticos y fotografías de desnudos entre Armando y el muchacho". Con la excusa de que fue informado bajo secreto de confesión, el portavoz aseguró que "no correspondía denunciar. De todos los formadores que escucharon otros casos ninguno presentó ninguna denuncia. Lo que correspondía era ayudar a la persona a enfrentar la situación".

   Admitiendo que dar a conocer un episodio así "sería como una falta de respeto a una confidencia sagrada", Varona explicó "la estructura piramidal" rígida bajo la que funcionaba la congregación, con un superior (máximo responsable de cada comunidad) como intermediario que nunca denunció los abusos.

15.000 ALUMNOS MARISTAS

Al menos son siete los hermanos religiosos investigados por delitos cometidos en cinco centros diferentes en el país, entre los que se encuentran cuatro profesores de origen español: Abel Pérez, José Monasterio, Adolfo Fuentes y Jesús Castañeda. Los otros tres, Luís Cornejo, Armando Alegría y Luis Izquierdo, son de nacionalidad chilena.

   En la actualidad existen 12 centros maristas en Chile --que es la segunda comunidad educativa religiosa del país, precedida por los Salesianos--, donde cursan sus estudios más de 15.000 alumnos. Al menos 30 exalumnos de estos colegios han denunciado abusos por parte de estos hermanos, registrados en mayor medida cuando el país latinoamericano vivía bajo la dictadura de Augusto Pinochet.

   Los centros donde se han interpuesto las denuncias son el Instituto Chacabuco (Los Andes), el Instituto Rafael Ariztia (Quillota), el Colegio Champagnat (Villa Alemana), el Colegio Marcelino Champagnat de La Pintana y el Instituto Alonso Ercilla, ambos en Santiago); siendo este último en el que más casos de abuso han salido a la luz.

   Parece increíble que, a pesar de que se haya destapado el escándalo y debido a la cercanía de la fecha en la que fueron denunciados los últimos casos, en 2010, haya habido mínimos movimientos en estos colegios. Únicamente ocho familias del Alonso Ercilla han abandonado los servicios de este instituto.

MISMOS HECHOS QUE EN ESPAÑA

   Lo ocurrido en Chile no es más que una reproducción de lo que ocurrió en España, siguiendo el mismo mecanismo de abuso de poder y encubrimiento, con 12 profesores denunciados de tres colegios de Barcelona y Badalona. Desde este país se trasladaron los miembros de la congregación religiosa en funcionamiento en 79 países de los cinco continentes fundada por Marcelino Champagnat en 1987.

   Fue en 1951 cuando los maristas de Perú, Chile y Argentina decidieron crear un centro de formación en Valladolid (España), que recibió el nombre de Juniorado Hispanoamericano. Sus integrantes, que fueron reclutados en edades comprendidas entre los 10 y los 15 años para formar parte de estas escuelas, se trasladarían más tarde a Sudamérica en misión evangélica para ocupar puestos de poder en los Hermanos Maristas. Conviene destacar que cuatro de los siete sacerdotes denunciados en Chile fueron formados en este centro religioso.

   Desde entonces, han sido decenas los casos denunciados en distintos países de Iberoamérica, como en Argentina, donde también han aflorado testimonios de personas que fueron sometidos a vejaciones y abusos por la institución religiosa en los últimos años.

   En Chile, la congregación denunciada creó el pasado mes de diciembre una Comisión de la verdad con el objetivo de revisar los casos registrados en los últimos 50 años en territorio nacional. Este equipo está integrado expertos en derechos humanos cuya misión es recoger la información y los antecedentes de estas comunidades maristas.

   A las actividades de esta organización, que entrará en funcionamiento el próximo mes de abril, se suman las actividades de la denominada mesa de 'Nunca más', compuesta por estudiantes, ex alumnos, religiosos y expertos que trabajarán en la prevención de nuevos episodios.

DESTAPES Y EXPULSIONES

   El destape de esta mancha en la institución religiosa ha coincidido con la próxima visita del papa Francisco en Chile, quien visitará el país desde el 15 hasta el 18 de enero.

   Desde que ocupa el cargo en el Vaticano, Francisco no ha tenido problema en varias ocasiones a esta lacra de la Iglesia católica que en tantas ocasiones ha sido silenciada e ignorada.

   El pasado mes de septiembre, llegó a decir que "el abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan", a la vez que afirmó sentirse avergonzado "por los abusos cometidos por ministros sagrados, que deberían ser los más dignos de confianza".

   Con ello, el papa subrayó la necesidad de una "tolerancia cero" frente a estos episodios, reiterando que la Iglesia respondería a todos los niveles "con la aplicación de las más firmes medidas a todos aquellos que han traicionado su llamado y han abusado de los hijos de Dios".

   En abril, el pontífice expulsó de la Iglesia católica al sacerdote Pedro Mariano Labarca Araya, acusado de abusos en Chile, debido al "grave daño a la dignidad sacerdotal y a los compromisos religiosos".

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