Actualizado 09/10/2006 14:12

Iberoamérica.- Expertos del BID hablan del papel del Estado en el desarrollo de los pueblos

"Un buen negocio para todos: Responsabilidad Social de las Empresas (RSE) y Desarrollo Económico"

MADRID, 9 Oct. (EUROPA PRESS) -

Cada cierto tiempo surge un fenómeno como consecuencia de algún cambio importante en nuestras sociedades que demuestra que si bien el sistema capitalista puede no ser perfecto sí que se reinventa y se adapta lo suficiente como para convertirse en la segunda mejor opción, quedando el primer puesto desierto.

Como ya sucedió en su momento el comunismo impulsó que el sistema capitalista se viera en la necesidad de evolucionar con la aparición del Estado del bienestar. Ahora, posiblemente en respuesta a las consecuencias positivas y negativas de la globalización, a la incapacidad de muchos gobiernos de hacer frente a las necesidades sociales y ambientales y al fortalecimiento de la sociedad civil que es capaz de hacerse oír, nuestro viejo sistema capitalista sigue evolucionando y algo que estaba ahí sin hacer mucho ruido surge con fuerza con el nombre de responsabilidad social de la empresa. La empresa acepta por tanto que tiene responsabilidades ante la sociedad y el medio ambiente que les provee de sus insumos y compran sus productos, responsabilidades que incluyen manejar estos recursos de manera eficiente.

¿Qué implica esto para regiones del mundo en desarrollo como Latinoamérica y el Caribe? Tradicionalmente se piensa que el desarrollo económico es un papel que corresponde al Estado y a organismos bilaterales y multilaterales de cooperación al desarrollo y que el papel de la empresa es producir los bienes y servicios que la sociedad demanda, generando empleo y contribuyendo con impuestos. Aun cuando este papel empresarial no es suficiente ni siquiera en países desarrollados, lo es menos es un país en desarrollo.

Más de una empresa piensa que con los impuestos, las compras de insumos, los sueldos a empleados, y los dividendos generados es más que suficiente. No debemos confundir la operación básica del negocio con la responsabilidad. Responsabilidad no es pagar impuestos, si no pagar todos los que corresponden, sin evasión. Responsabilidad no es pagar sueldos, si no sueldos justos y ofrecer condiciones de trabajo dignas y enriquecedoras. Responsabilidad no es comprar bienes, responsabilidad es comprar bienes en términos justos, que han sido producidos con sueldos dignos, en condiciones laborales saludables, con respeto por el medio ambiente, y, de ser posible contribuyendo al desarrollo de comunidades en condiciones adversas. Responsabilidad no es tener más clientes y venderles mas productos, responsabilidad es educar a los clientes actuales y potenciales para que tomen las decisiones en consonancia con sus necesidades.

Si una empresa pone en práctica estas actividades de una forma coherente puede ayudar a mejorar su acceso a bienes y servicios, empleos de calidad, nuevas oportunidades de actividades económicas que generen autoempleo y pueda contribuir a generar cadenas de valor responsables. En otras palabras, las empresas responsables pueden ofrecer soluciones sostenibles a problemas socioeconómicos. El potencial de la RSE es aún más relevante y necesario en países en desarrollo como son la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe.

Es evidente que el sector privado no puede ni le corresponde resolver todos los problemas sociales y económicos de un país. No obstante, en algunos casos si las empresas quieren que la población esté educada, sana y con unos ingresos dignos para poder prosperar no tiene más remedio que contribuir para conseguirlo. No queremos decir con ello que cubrir las deficiencias del Estado es responsabilidad de las empresas, pero a veces se hace inevitable contribuir. En este sentido, la responsabilidad social empresarial en países en vías de desarrollo tiene un carácter diferente a la responsabilidad en países desarrollados. La clave está en hacer estas contribuciones sin crear dependencia de la comunidad de la empresa y tratando de hacerlo estratégicamente desde el punto de vista empresarial, a efectos de asegurar la sostenibilidad de sus esfuerzos.

El apoyo de los donantes internacionales puede ser muy importante, pero por sí solo no es suficiente ni sostenible. Las iniciativas empresariales de responsabilidad ante la sociedad que se basan en actividades económicas (empleo, compras en la comunidad, entre otras) son las que tienen un impacto masivo y han resultado más efectivas para ayudar a los más desfavorecidos a salir de la pobreza y evitar la dependencia de las ayudas de las agencias de cooperación. Estas iniciativas fortalecen el tejido socioeconómico, y suelen ser más sostenibles, es lo que se puede considerar el desarrollo de un sector privado responsable.

DESAFÍOS

Aunque de gran tradición, los esfuerzos filantrópicos en Latinoamérica no han conseguido tener el impacto que se buscaba. Algunas empresas han tenido una visión paternalista de su papel en la sociedad y sus esfuerzos se han centrado en educación primaria, salud, y actividades culturales mientras han dejado de lado el impacto real de sus actividades empresariales. La RSE es una contribución más sostenible al desarrollo económico que la efímera y variable filantropía. Con la RSE se está generando desarrollo equitativo desde el sector privado.

La puesta en marcha de modelos de desarrollo que combinan una buena gobernabilidad pública y privada, el empresariado social y la RSE, utilizando recursos del sector privado y su capacidad de innovación es una de las formas más efectivas de promover el desarrollo sostenible. Entre todos tenemos que conseguir que la evolución del sistema capitalista del que hablábamos al principio continúe y se convierta en un buen negocio para todos.

Antonio Vives.

Gerente del Departamento de Desarrollo Sostenible.

Estrella Peinado-Vara.

Especialista en sector privado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).