Actualizado 18/07/2015 17:55

Los inmigrantes tienden a ser menos delincuentes que los estadounidenses

   NUEVA YORK, 18 Jul. (Notimérica) -

   La relación preconcebida entre inmigración y delincuencia en los Estados Unidos se ha desmentido con la publicación del estudio de 'The American Inmigration Council' que ha revelado que los migrantes --ya sean legales o no autorizados-- tienen una menor probabilidad a cometer delitos frente al resto de la población estadounidense y, concretamente, afirma que la tasa de los delitos procedetes de México es tres veces menor que los propiamente nacidos en el país.

   El informe señala que un varón mexicano de 18 a 39 años y con una educación básica, inferior a las enseñanzas del curso de bachiller, tiene una tasa de encarcelamiento del 2,8 por ciento, respecto al 10,7 por ciento de un hombre con las mismas características nacido en Estados Unidos. Esta tasa es cinco veces inferior entre los salvadoreños y guatemaltecos, donde ambos inmigrantes adquieren el diferencial del 1,7 por ciento.

   Los inmigrantes encarcelados en EEUU, de las edades y características ya mencionadas, representan aproximadamente el 1,6 por ciento, mientras que sus pares no inmigrantes ocupan el 3,3 por ciento de las prisiones, según afirma este análisis que toma como base las cifras del Censo de 2010 y la encuesta de 'American Comunity Survey (ACS)' --articulada por los mismos autores que firman este estudio.

   Las conductas de los reclusos inmigrantes también han revelado notables aspiraciones frente a los nativos estadounidenses: manifiestan una actitud menos propensa a participar en actividades "antisociales" violentas o no violentas; a ser reincidentes entre los adolescentes de "alto riesgo"; y los jóvenes inmigrantes que estudiaron en las escuelas secundarias y preparatorias de los Estados Unidos, a mediados de la década de 1990 y que ahora son adultos, tienen una de las tasas de morosidad más bajas de todos los hombres del país.

   Esta tendencia se ha mostrado con claridad en ciudades consideradas como "las puertas de la migración", véase Miami (Florida), Chicago (Illinois), El Paso y San Antonio (ambas en Texas), y San Diego (California).

   La investigación también indica que dichas estadísticas no son simplemente el producto de un sistema eficaz de inmigración. De acuerdo con una investigación realizada por los economistas Kristin Butcher y Anne Morrison Piehl, la "evidencia sugiere que la deportación y la disuasión de la amenaza de la comisión del delito de los inmigrantes no están impulsando resultados". Por el contrario, reafirman que "los inmigrantes parecen ser autoseleccionados para tener bajas inclinaciones criminales".

    'The American Inmigration Council' demuestra que a medida que el número de inmigrantes ha aumentado en los últimos años en los Estados Unidos, los índices de criminalidad han caído considerablemente. Entre 2009 y 2013, la cuota de nacidos en el extranjero de la población estadounidense creció de 7,9 por ciento a 13,1 y el número de inmigrantes no autorizados se triplicó (3.500.000 - 11.200.000).

   Durante este mismo periodo, según datos recogidos por el FBI (aportados en el informe), la tasa de delitos violentos se redujo un 48 por ciento e incluyó el asalto agravado, robo, violación y asesinato. Y del mismo modo, la tasa de delitos contra la propiedad disminuyó hasta un 41 por ciento, aunando el descenso en los índices de robo de vehículos de motor, hurto/robo menor y allanamiento de morada. "Estas cifras han sido una tendencia nacional constante en todo el territorio del país", dice el análisis.

    El estudio ha revelado la existencia de una relación a la inmersa entre el crimen y la inmigración: los inmigrantes no tienden a ser criminales, bajan la tasa de la delincuencia, tienen menor probabilidad a ser encarcelados y una menor propensión a las conductas delictivas.

   A pesar de la abundancia de pruebas que demuestran que la inmigración no está vinculada a las tasas de criminalidad, muchos políticos estadounidenses sucumben a sus miedos y prejuicios sobre lo que imaginan que los inmigrantes podrían llegar a realizar. Como resultado, demasiadas políticas de inmigración se redactan sobre la base de estereotipos en lugar de lo sustancial.

    Las deportaciones durante la administración del presidente Barack Obama han superado el gasto de dos millones de dólares, donde cada año miles de millones de dólares se invierten en fortificar la frontera y aplicar estrictas leyes de inmigración, mientras tanto, familias y comunidades son desgarradas en este proceso y cientos de inmigrantes mueren en los desiertos y montañas del suroeste al tratar de cruzar al país desde las tierras mexicanas. "Estas tragedias podrían evitarse con un nuevo sistema de inmigración, los beneficiarios serían dobles: la población estadounidense y extranjera", concluye el informe 'The American Inmigration Council' .