Actualizado 15/12/2015 14:56

Julia Suárez, la monja mexicana que traspasa fronteras

   NUEVA YORK, 15 Dic. (Notimex/Notimérica) -

   Hace ocho años, Julia Suárez, una monja mexicana, llegó a Estados Unidos con una misión: ayudar a todo aquel que lo necesitara. Después de haber atendido a miles de personas, la mayoría inmigrantes mexicanos, su labor ha traspasado fronteras y ha sido galardonada por el Gobierno de su país con el premio Ohtli.

   Esta religiosa franciscana de 37 años, que nació en la ciudad de Puebla en el seno de una familia de 10 hermanos, se estableció en el Bronx, una de las zonas más desfavorecidas de la ciudad de Nueva York.

   Allí, en el sótano de la Iglesia Saint Jerome, se encuentra el centro comunitario de Saint Jerome Hands, donde colabora Suárez y que ofrece cursos de inglés e informática, certificados de primaria y secundaria, talleres y servicios que van desde proveer alimentos y ropa hasta el uso de ordenadores y llamadas de larga distancia.

   RECONOCIMIENTO DEL GOBIERNO MEXICANO.

La labor humanitaria que ha llevado a cabo Julia todos estos años ha sido reconocida por el Gobierno mexicano. El pasado mes de octubre, la canciller mexicana, Claudia Ruiz Massieu, le entregó el premio Ohtli, el mayor galardón para personas de nacionalidad mexicana afincadas en Estados Unidos.

   "No veo mi trabajo como algo extraordinario, sino que hago lo que tengo que hacer por vocación. Si debo atender lo hago lo mejor que puedo, si me hablan pongo atención lo mejor que puedo. El trabajo me ha dejado muchas satisfacciones cuando puedo ayudar a la gente" afirma la religiosa.

   SAINT JEROME HANDS RECIBE A MILES DE PERSONAS.

   Este centro comunitario del Bronx, representa un respiro para un vecindario en constante transformación, tradicionalmente estaba poblado por familias afroamericanas, pero ahora están llegando cada vez más musulmanes e hispanos, de los cuales la mayoría son mexicanos.

   Según cuenta la franciscana, la mayor parte de los mexicanos que acuden en su ayuda, vienen de zonas rurales y "son trabajadores, demasiado, por lo que es común que otros se aprovechen de ellos. Muchos son analfabetas o no terminaron la primaria, aunque también se ven profesionales que no ejercen sus carreras".

   RECIBIÓ LA LLAMADA DE DIOS A LOS 16 AÑOS.

   La labor de Suárez en Nueva York representa una continuación de la llamada que sintió desde los 16 años de edad, cuando tuvo la certeza de que consagraría su vida a Dios.

   Tras haber colaborado en varias misiones de su país, en Tijuana pudo vivir en primera persona las necesidades de los migrantes: "vi que los paisanos que buscaban emigrar a Estados Unidos necesitaban aprender inglés y, en general obtener mayor educación", explica.

   Todos los que acuden al centro en busca de ayuda necesitan orientación para obtener documentos, ayuda para realizar trámites en el ordenador o simplemente restablecer contacto con sus familias en México.

   "Cuando suceda mi cambio, me iré satisfecha de lo que he podido realizar aquí. Me gustaría seguir este tipo de trabajo, sobre todo en parroquias en México, donde siempre se puede hacer algo por la comunidad que más lo necesita. Eso me motiva", destaca la hermana Julia.