Actualizado 17/08/2006 21:54

Juventud.- Unos 724 millones de jóvenes viven por debajo del umbral de la pobreza


MADRID, 17 Ago. (EUROPA PRESS) -

Unos 724 millones de jóvenes viven por debajo del umbral de la pobreza en todo el mundo, según el Informe sobre la Juventud Mundial 2005 de la Organización de Naciones Unidas (ONU) recogido hoy por la ONG Intervida. Del total de 1.153 millones de jóvenes que habitan el planeta, un 18 por ciento de la población, casi 209 millones subsisten con menos de 0,80 euros al día, por debajo del umbral de la extrema pobreza; mientras que los ingresos diarios de 515 millones son inferiores a 1,60 euros. A pesar de ser una de las porciones de población más importantes del planeta también son la más vulnerable a la marginación social que provocan la pobreza, el desempleo, el analfabetismo y la falta de formación.

La educación continúa siendo una de las principales herramientas de integración de los jóvenes, y es una de las asignaturas pendientes según la organización no gubernamental Intervida, ya que 133 millones de jóvenes no saben leer y escribir y 113 millones de niños no acuden a la escuela. Estas deficiencias dificultan seriamente las posibilidades de acceso a un trabajo digno, fundamental para su desarrollo personal, social y profesional. El desempleo juvenil está ya en máximos históricos y ha pasado del 11,7 por ciento en 1993 al 14,4 por ciento en 2003, lo que supone que 88 millones de jóvenes no encuentran trabajo.

Para paliar este déficit de lugares para su socialización, Intervida ha puesto en marcha los Centros Culturales Juveniles en cuatro países de Latinoamérica. En total son 35 centros repartidos entre Guatemala, El Salvador, Perú y Bolivia a los que asisten 80.000 jóvenes. Esta red tiene un claro carácter preventivo, ya que la idea no es tanto rehabilitar jóvenes en una situación especial -drogadicción, pandillas o problemas con la justicia- como prevenir a los jóvenes para evitar que lleguen a esas situaciones.

En los Centros Culturales Juveniles se desarrollan actividades culturales -dibujo, pintura, música, teatro-, deportivas, empresariales y de formación personal. Además, en aquellas zonas con población indígena, se presta especial atención a la promoción de la cultura tradicional, que cuenta con un escaso reconocimiento por parte de las comunidades.

Por otro lado, en los centros también se desarrollan talleres de formación profesional -carpintería, bordado, idiomas, mecanografía e informática- y orientación laboral.

Las instalaciones y su equipo son propiedad de la juventud, de manera que es su responsabilidad cuidarlas y se consigue así una mayor implicación. Se trata de que ellos mismos se encarguen de desarrollar las actividades y de gestionar los centros, con el fin de que el proyecto sea autosostenible.