Actualizado 29/09/2016 08:33

Ladislao Biro, el argentino que revolucionó la escritura para siempre

Ladislao biro
WIKIPEDIA

   BUENOS AIRES, 29 Sep. (Notimérica) -

   Un objeto que revolucionó la escritura para siempre. Un objeto que está presente en el día a día de mucha gente. Y ello se lo debemos al inventor húngaro-argentino Ladislao Biro, creador del bolígrafo.

   Biro nació el 29 de septiembre de 1899 en Budapest --posteriormente se nacionalizó argentino-- y, en su honor, este jueves como cada año se celebra en Argentina el Día del Inventor. Un nacimiento que pudo no haberse producido con éxito.

   El médico que lo trajo al mundo en la capital de Hungría le dijo a su madre que sus posibilidades de vida no eran muchas dado su peso de poco más de 1 kilogramo.

   De modo que pudo no haberse inventado --al menos en aquel momento-- el bolígrafo. "Biro, usted está loco", le habían dicho muchas veces cuando iba a ver a expertos para presentarles su idea. Afortunadamente para muchos, el inventor hizo caso omiso.

   De acuerdo al diario 'El Clarín', se le ocurrió la idea cuando miraba cómo se imprimía la revista en la que escribía como periodista. Entonces, pensó su proyecto: un tubo capilar, con una tinta que por la fuerza de la gravedad fluyera hacia una bolilla que, al girar, dejara esa tinta sobre el papel y se secara instantáneamente.

IDEA, PROBLEMA Y SOLUCIÓN

   Así, junto a su hermano, quien era químico, lograron una tinta que era muy útil para la escritura a mano, pero que tenía el inconveniente de que no podía utilizarse con la pluma pues se trababa al escribir.

   Pero Ladislao ideó cómo resolver este último inconveniente observando a unos niños mientras jugaban en la calle con bolitas que al atravesar un charco salían trazando una línea de agua en el suelo seco: se dio cuenta de que en vez de utilizar una pluma metálica en la punta, debía utilizar una bolita.

La dificultad de trasladar ese mecanismo a un instrumento de escritura residía en la imposibilidad de desarrollar esferas de un tamaño suficientemente pequeño.

   En realidad, el sistema del bolígrafo ya había sido inventado en 1888, antes de que los Biro nacieran. De todas maneras, el mecanismo tenía fallas, entre ellas la falta de una tinta adaptable. Además, no se había comercializado. Laszlo Biro patentó su bolígrafo en 1938, tanto en Francia como en Hungría.

BIRO MEYNE BIRO

   Posteriormente, los dos hermanos junto a un amigo llegaron a Buenos Aires y formaron la compañía Biro Meyne Biro y en un garaje con 40 operarios y un bajo presupuesto perfeccionaron su invento, realizando el 10 de junio de 1943 una nueva patente en Buenos Aires.

   La empresa se dedicó a fabricar un producto de calidad pero lo suficientemente barato para que lo tuvieran todos, aunque en un principio su venta al público fue de entre 80 y 100 dólares, un costo excesivo para ésa época.

   Cuando su creación comenzó a promoverse se la llamó esferográfica y se hacía hincapié en que siempre estaba cargada, secaba en el acto, permitía hacer copias con papel carbónico, era única para la aviación y su tinta era indeleble.

EXPANSIÓN Y CAÍDA

   Su expansión fue tal que en 1953, con licencia del propio Biro, un italo-francés llamado Marcel Bich --fundador de la empresa Bic Francia en 1945-- introdujo el bolígrafo en el mercado de Estados Unidos.

   Bich utilizó el diseño argentino y nació el clácico bic transparente, desechable y de bajo costo. El producto alcanzó tanta fama que hasta es parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

    La sociedad formada por Biro y sus socios quebró, aquejada por falta de financiamiento y por nuevos inventos que no tuvieron éxito comercial. Un antiguo proveedor, Francisco Barcelloni, intentó entusiasmar a Biro para fabricar un bolígrafo de bajo costo.

   No logró convencerlo y se instaló por su cuenta; mejoró el flujo de tinta y ensayó una bolilla de triple dureza. Posteriormente, Barcelloni contrató a Biro para la dirección de la nueva fábrica.

OTROS INVENTOS

    Además del bolígrafo, a Ladislao Biro se le atribuyen otros inventos como un perfumero que usaba el mismo mecanismo del bolígrafo y que posteriormente sería la antesala del desodorante de bola; un modelo de pluma estilográfica (1928); una máquina de lavaropas (1930); la boquilla con carbón activado para cigarrillos o la caja automática de velocidades para los coches ue vendió a la General Motors en Berlín.