Actualizado 31/03/2017 14:01

La masacre de las bananeras, cuando la huelga no era un derecho

   BOGOTÁ, 5 Dic. (Notimérica) -

   La Masacre de las Bananeras fue el exterminio de los trabajadores de la multinacional estadounidense United Fruit Company, que tuvo lugar en el municipio colombiano de Ciénaga, en el departamento de Magdalena, la noche del 5 de diciembre de 1928, cuando el presidente de Colombia en aquel entonces, Miguel Abadía Méndez, ordenó asesinar a 1.800 trabajadores que estaban en huelga contra la empresa norteamericana, matanza de la que este lunes se cumplen 88 años.

   Los empleados de United Fruit Company llevaban un mes de inactividad organizada por el sindicato de trabajadores, que buscaba garantizar mejores condiciones para los empleados. Por este motivo, el Gobierno de Estados Unidos amenazó con invadir Colombia a través de su Cuerpo de Marines si el Gobierno colombiano no actuaba en defensa de los intereses de la United Fruit.

   Colombia nunca había presenciado una huelga de estas masivas características, ya que más de 25.000 trabajadores de las plantaciones se negaron a cortar los bananos producidos por United Fruit Company así como por productores nacionales contratados por dicha compañía.

   A pesar de la presión ejercida por Estados Unidos, la empresa y sus trabajadores no lograron llegar a un acuerdo colectivo y la huelga terminó con un baño de sangre durante la noche del 5 de diciembre en la que soldados colombianos abrieron fuego durante una reunión pacífica de millares de huelguistas, matando y dejando muchos heridos.

"¡VIVA LA HUELGA!"

La esencia de las medidas prohibía toda reunión pública de más de tres personas y fue por ello que tras los gritos de los huelguistas de "¡Viva Colombia!" y "¡Viva la huelga!", sin nadie esperarlo, aparecerían soldados colombianos que abrirían fuego contra los trabajadores de United Fruit Company allí presentes.

   La United Fruit Company era en ese momento la expresión superlativa del capitalismo estadounidense, ya que desde 1898 controlaba la zona bananera de Colombia y ejercía su poder económico en todos los eslabones de la cadena de producción en la Ciénaga Grande, dominando hacienda, sembrados, ferrocarriles y barcos.

   Este control se unía a la agitación social y sindical que el Gobierno de Miguel Abadía Méndez atravesaba en esos momentos, así como a las fuertes presiones que el Gobierno estadounidense ejercía sobre la administración del presidente colombiano, en defensa de sus intereses en el país iberoamericano.

   Dichas presiones fueron las causantes de las precarias condiciones en las que se encontraban los trabajadores que cada vez acumulaban un creciente sentimiento antiestadounidense, que se exacerbó con la llegada de los activistas del nuevo Partido Socialista Revolucionario, impulsores del, hasta entonces, incipiente movimiento sindicalista de Magdalena.

   En esa época, las reivindicaciones llevadas a cabo por los trabajadores se consideraban de tinte revolucionario, hasta la llegada de la justicia laboral 60 años más tarde, momento en el que pasaron a ser peticiones justas y elementales. Llegaron las indemnizaciones por los accidentes de trabajo, el seguro colectivo, el descanso dominical remunerado, la libertad para adquirir víveres en cualquier comercio, la prohibición de efectuar los pagos a los trabajadores a través de vales, entre otras medidas que favorecían al trabajador.

   Esa terrible noche, conocida como la masacre de las bananeras, ha quedado reflejada en obras como 'Cien años de soledad', del Nobel de literatura Gabriel García Márquez, en 'La casa grande' de Álvaro Cepeda Samudio, así como en una historia relatada por uno de los soldados que intervino en la masacre, escrita por el dramaturgo Carlos José Reyes.