Actualizado 29/03/2017 13:17

Una niña colombiana y otra de Nicaragua traen a España su lucha por los derechos de las niñas

   MADRID, 6 Oct. (EUROPA PRESS) -

Brisa Isela Bucardo (16 años, Nicaragua) y Yadis Xiomara Chocó (15 años, Colombia), junto a sus compañeras Sabina Shrestha (17 años, Nepal) y Shatabdi (15 años, India), han llegado esta semana a España para contar la lucha que cada una de ellas, en su país, lleva a cabo para reivindicar los derechos de las niñas y para empoderar a las mujeres y adolescentes.

   Las cuatro colaboran con la ONG Plan Internacional en los programas que esta lleva a cabo en sus territorios y su visita a España forma parte de la campaña 'Por Ser Niña' y de la celebración del 'Día Internacional de la Niña', que se conmemora el próximo 11 de octubre.

   "Ser niña es ser invisible --explica Brisa Isela Bucardo--. Yo provengo de una zona indígena y hay niñas que no reclaman sus derechos. Ser niña ahí significa cuidar a los hermanos, cocinar, hacer los quehaceres del hogar. Ser niña significa servirle al hombre, tener hijos, ser una buena madre de familia y enseñarle a sus hijas lo que le enseñaron a ella".

   La joven, que quiere ser periodista para empoderar a mujeres de muchos países y ayudar a las niñas a hacerse valer, está terminando los estudios de secundaria y ya ha empezado a cumplir su objetivo a distancia: a través de un programa de radio, 'Zona 90', que emite en Radio Caribe y desde el que es capaz de llegar a zonas poco accesibles.

   Según explica, hasta ahora no había participación activa de las niñas en sus comunidades y estas todavía se ven abocadas en ocasiones a matrimonios concertados con hombres mucho mayores, sufriendo algunas violencia sexual o de género y desigualdad.

   Sin embargo, a medida que las niñas de la región comienzan a ir más años a la escuela y a llegar más lejos en su educación, el efecto es que "hay menos embarazos de niñas y menos violencia, porque conocen sus derechos y cambia su forma de pensar".

   Brisa Isela ha explicado que, en su caso, su principal apoyo ha sido su padre, que participa en grupos de hombres contra la violencia. "Mi mamá pensaba que las mujeres somos menos, pero mi papá le enseñó que eso no es así. Eso nos hizo cambiar totalmente -recuerda--. Ahora se sienten muy orgullosos de lo que hago".

   Además, sus compañeros y amigos la tienen por "una líder" y "una vocera" de ellos y esperan que llegue "muy lejos" para "hacer grandes cambios". Pese a ello, reconoce que cuando intentan llegar a las niñas "muchas veces los hombres se oponen y se molestan". "Tratan de cerrarnos la puerta, pero siempre buscamos formas de llegar".

MINAS EN LA RUTA HACIA EL COLEGIO

   En el caso de Yadis, de Colombia, la discriminación hacia las niñas se ve agravada en su región (una zona montañosa) por el hecho de que los colegios muchas veces están lejos de las poblaciones y, debido a la guerra, algún niño que iba hacia el colegio ha muerto por una mina. Aún así, señala que la situación está cambiando gracias al proceso de paz y a que organizaciones como Plan Internacional están construyendo más escuelas para acercar la educación a todas las poblaciones.

   Aún así, persiste el problema de que muchas niñas y mujeres no expresan sus opiniones por "miedo a no ser tenidas en cuenta", de la falta de espacios de participación en los que se sientan incluidas, la prevalencia de embarazos a temprana edad y enfermedades de transmisión sexual por falta de "autocontrol" y de "un proyecto de vida".

   "Ser niña significa tener que hacer muchas cosas que los hombres no van hacer: las niñas son las que van a ser madres y se van a encargar de cuidar el hogar, y también es poder dar tu opinión pero no participar en la toma decisiones", puntualiza.

   Pese a tener solo 15 años, ya tiene claro que quiere estudiar Derecho y especializarse en Derecho Político para, algún día, ser ministra de Educación en Colombia. Por ahora, preside la Mesa de Participación de Niñas, Niños y Adolescentes, desde donde lucha por los derechos de niños y adolescentes y es también presidenta de la Plataforma Juvenil de su municipio.

   Según explica, cuenta con el apoyo de sus padres y amigos, que le ven como una líder y un modelo a seguir, y que "les parece genial lo que hace". "A todos les parece genial, pero lo que yo quiero es que lo que yo hago lo puedan hacer otros también en otros lugares y empezar a participar", subraya.

"SER NIÑA ES PREPARARSE PARA SER UNA BUENA ESPOSA"

   En el caso de Shatabdi, de India, explica que en su país, lo que se espera de una niña es que se eduque y se embellezca para llegar a ser una buena esposa, siguiendo unos cánones muy estrictos, como "no exponerse al sol para tener la piel clara, no levantar nunca la voz ni reírse muy fuerte y hablar siempre de forma suave".

   "Ser niña en mi sociedad significa que cualquier decisión y cualquier problema lo ha de resolver el padre o el hermano mayor. Las niñas son invisibles y no pueden tomar decisiones, se les considera como compañeras sin ingresos y cuya función, esencialmente es cuidar de la familia, cocinar, mantener la casa y criar niños para sus maridos", explica.

   En su caso, comenzó a participar en un club juvenil y en un programa de empoderamiento de Plan Internacional, algo que a sus padres "no les pareció mal" pero "no le veían mucha utilidad". Sin embargo, su implicación hizo que su familia "viera un cambio" en ella y en su seguridad y capacidad para levantar la voz y discutir con los adultos, de modo que ahora le apoya para, como pretende, convertirse en médico.

   Su pretensión de seguir estudiando, sin embargo, "no está mal vista pero tampoco se considera algo bueno", al igual que el hecho de que una mujer se interese por estudios de la rama de ciencias.

   Además de estudiar, Stahabdi forma parte de un club juvenil en el que "expresarse sin restricciones" y participar en las actividades que más le gustan. También va a clases de defensa personal y participa en el programa 'Ciudades Seguras' de Plan Internacional, para debatir y llevar a cabo mejoras en los puntos calientes de la violencia en su ciudad.

LAS MUJERES Y NIÑAS COMEN LOS RESTOS

   Por su parte, Sabina Shrestha es una joven nepalí dispuesta a convertirse en lideresa de su país y abanderar los derechos de las niñas y de las mujeres, en una sociedad en la que, según explica, las niñas son consideradas como "débiles" y como una "carga" por la dote que debe pagar la familia en el matrimonio y en el que "es un deber de la mujer darle a su marido un hijo varón".

   Tanto es así que, según explica, en los hogares la mujer y las niñas comen las últimas, cuando los hermanos y el padre ya se han saciado, de modo que si no queda comida para todos "es lo que les toca" porque "son mujeres y no tienen por qué tener el estómago lleno".

   Además, tampoco pueden casarse con quien elijan sino con aquel que su padre escoja y, si una vez casadas sufren violencia por parte de su marido, "tienen que vivirlo porque es su destino" y porque su obligación es "hacerle feliz, aunque ellas no lo sean".

   Sabina quiere convertirse en una "líder de los derechos de la mujer" en su país y dedicar su vida a promover los derechos de la mujer y su educación para empoderar a las niñas y concienciar a la sociedad para poner fin a prácticas como los matrimonios infantiles concertados. Hasta ahora, junto con el grupo en el que participa, ha conseguido evitar seis matrimonios de niñas con hombres mayores, para que puedan seguir estudiando y desarrollarse. Además, se ha reunido con la presidenta de Nepal, Bidhya Devi Bhandari, para explicarle la situación de las niñas en su comunidad.

   Para la joven, no basta con eso y que es necesario "cambiar el país" para que "las cosas no vuelvan a ser los mismo". "Solo desde el liderazgo y desde el empoderamiento se puede cambiar el estatus de las niñas", asegura.