Actualizado 09/08/2015 14:44

El patrimonio de Salvador de Bahía lanza un SOS a la Unesco

   SALVADOR, XX (Notimérica)

   El patrimonio histórico de Salvador de Bahía, Patrimonio de la Humanidad desde 1985, está en grave peligro debido a la inoperancia de las autoridades, según critican varias organizaciones de arquitectos, que han hecho un llamamiento de urgencia a la Unesco para que intervenga.

   Salvador, primer capital de Brasil, fue fundada en 1549 por orden del rey de Portugal, y aún hoy alberga el casco histórico colonial más grande del país; un tesoro de cientos de iglesias y casarones antiguos que en gran parte amenaza ruina; más de 100 de los 5.000 edificios históricos catalogados del centro está en peligro, según el Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan).

   "El centro está abandonado a su suerte. Los edificios simplemente se caen sin que nadie haga nada", explicaba en una entrevista a Notimérica la presidenta del Instituto de Arquitectos de Brasil (IAB-Bahía), Solange Araújo, que junto con los representantes del Consejo de Arquitectura y Urbanismo de Bahía y el Sintarq (Sindicato de Arquitectos y Urbanistas Bahianos) enviaron el pasado mes de junio una carta urgente a la Unesco.

   En la misiva, los arquitectos pedían al organismo internacional que envíe a la ciudad una comitiva que evalúe el estado de la ciudad, y clamaban contra décadas de ineficiencia de la administración, exponiendo carencias tan flagrantes como que el Ayuntamiento de la ciudad no cuente con un área de patrimonio o que la empresa que trabaja en las obras del centro no tenga a profesionales especializados en conservación de monumentos.

   "La gota que colmó el vasó" para recurrir a la Unesco fueron las 31 demoliciones que el Gobierno del Estado llevó a cabo en tan solo una semana en los alrededores de la Ladeira da Montaha. Las lluvias de junio derribaron casas que llevaban años abandonadas e incluso murió una persona. Todo ello en el área conocida como el "frontispicio" de la ciudad, su fachada marítima, donde se encuentran monumentos como el Elevador Lacerda o la Iglesia de Conceição da Praia, un imponente monumento que los colonos trajeron prácticamente listo desde Portugal.

   La belleza del escenario que los navegantes veían nada más entrar en la Bahía de Todos los Santos y que tantos pintores holandeses retrataron en el siglo XVI está dando lugar a un paisaje desolador: casas de las que apenas queda la fachada, solares llenos de mala hierba, tejados donde crecen los árboles y un nivel de decadencia que convierten la zona en insegura a cualquier hora del día.

UNA HISTORIA DE DESIDIA

   Y es que Araújo recuerda que la conservación del patrimonio no puede limitarse a la simple restauración de edificios aislados, porque tiene efectos básicos en la vida de las personas: "Una ciudad solo se recupera colocando habitantes dentro. Los problemas en Salvador empezaron en los años 70, cuando el Gobierno trasladó toda la esfera administrativa a las afueras de la ciudad, vaciando el centro de trabajadores. Más tarde, en los 90 se decidió reanimar el Pelourinho, pero convirtiéndolo en un centro comercial a cielo abierto para turistas".

   Con una política higienista que buscaba acabar con la pobreza y la prostitución el Gobierno expulsó a miles de vecinos, que dejaron paso a decenas de hostales, restaurantes y tiendas de 'souvenirs', creando un centro pintoresco en el que no vive nadie. El turista que se limite a visitar el Pelourinho posiblemente no tenga esa percepción de abandono, pues en las escasas calles que conforman el corazón turístico de Salvador la situación no es dramática, pero el Pelourinho es "una parte ínfima" del centro, recuerda Araújo.

   Salvador ya tiene experiencia en la destrucción de su patrimonio, con algunos puntos negros en su currículum dignos de mención; como cuando en 1933 las presiones de la compañía de tranvías consiguieron que se demoliera la Catedral, una majestuosa obra iniciada en el siglo XVI de la que ahora apenas quedan unos cimientos visibles en la Praça da Sé.

   La arquitecta alerta de que la ciudad no puede volver a tropezar con la misma piedra, pero lamenta que gran parte de la población no comparta esa inquietud y que incluso apoye las demoliciones, ya que se ha conseguido instaurar la idea de que la única solución al abandono y la peligrosidad del centro es hacer tábula rasa.

   La Unesco tiene 48 lugares del mundo en su lista de patrimonio en peligro, aunque ninguno de ellos está en Brasil. Araújo está convencida de que las autoridades de Bahía no permitirán Salvador tenga el dudoso honor de inaugurar la lista, por lo que confía en que la Unesco dé un toque de atención que sirva de revulsivo.