Actualizado 28/08/2016 12:30

Los sueños rotos de los niños centroamericanos

Niña en Honduras, pobreza, infancia
REUTERS

   TEGUCIGALPA, 28 Ago. (Notimérica) -

"Lo he pensado mucho. Me voy a ir". Nering tiene tan solo 15 años y ya sabe cuál es su futuro. Nacido en un barrio del norte de Honduras dominado por las pandillas, este joven está determinado a salir del país.

   "Aquí hay que vivir con miedo", dice. Nering relata cómo unos desconocidos atacaron a su hermana y la asesinaron. También en su zona, cinco adolescentes de 14 a 19 años fueron disparados frente a un centro de ocio para jóvenes y al tendero que se encuentra "a la vuelta de la esquina" le dispararon.

   Desgraciadamente, la lista es interminable. Con su historia y la de Alexei, también de Honduras; Wilmer, de El Salvador; Yeremy, de Guatemala; y Alexis, Jackie y Nakisha, menores hondureños, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) denuncia el peligroso viaje que miles de niños no acompañados realizan desde Centroamérica a Estados Unidos en busca de una vida mejor.

   "Tratan de alejarse de las brutales pandillas que les atacan o de la pobreza y la exclusión que les impiden recibir una educación y tener esperanzas. Muchos viajan también hacia el norte para reunirse con sus familias", denuncia el informe.

   Los siete relatos elegidos por Unicef únicamente ponen cara a una realidad que, en el primer semestre de 2016, ya han experimentado más de 50.000 personas. Según la organización, en este periodo de tiempo casi 26.000 niños no acompañados y cerca de 29.700 personas que viajaban en familia fueron detenidos en la frontera de los Estados Unidos.

   Sin embargo, llegar a este lugar ya es un logro para muchos. En el mismo intervalo de tiempo, más de 16.000 refugiados y migrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras fueron detenidos en México. Además, cientos de personas mueren todos los años debido a las duras condiciones del camino.

Alexei, de 13 años, conoce bien el terreno. Recientemente, este hondureño trató de llegar a Estados Unidos con su madre y un hermano pero su ruta se truncó en Guatemala, donde decidieron dar marcha atrás. El pequeño, según UNICEF, no dijo los motivos, simplemente que "las cosas se pusieron feas".

   Entretanto, Wilmer, de El Salvador, también abandonó su hogar en febrero de 2015. El adolescente de 17 años deseaba estudiar en Estados Unidos ya que tuvo que abandonar la escuela en su país natal por las amenazas de las maras. Así, su sueño le impulsó a viajar con un 'coyote' --nombre que reciben en la región los traficantes de seres humanos-- al que pagó 70.000 dólares para que lo llevara al país norteamericano.

   "Iba en un grupo de 14, allí iban niños, niñas y jóvenes", relata Wilmer, quien fue retenido por las autoridades en varias ocasiones. "La primera vez nos agarraron en Guatemala. Uno de los amigos que iba en el grupo llevaba una camisa larga y nos dijeron que éramos mareros y nos iban a deportar, pero el coyote pagó fianza para que nos dejaran seguir".

   No obstante, su viaje terminaría en México. El grupo fue detenido en la capital, donde pasó diez días en prisión antes de ser enviados de vuelta a El Salvador. Ninguno de los menores disponía de un abogado, lo que aumenta las posibilidades de deportación. De acuerdo con UNICEF, de los casos que se iniciaron en 2015, se ordenó la deportación de un 40 por ciento de los niños que no disponían de representación, en contraste con el tres por ciento de quienes sí la tenían.

   La violencia se presenta como una de las principales causas que provocan esta dramática situación. Especialmente en El Salvador, el país con la tasa de homicidio más alta del mundo (103 asesinatos por cada 100.000 habitantes).

   Pero esta no es la única razón. En Honduras el 63 por ciento de la población vive por debajo del umbral de pobreza, una cifra que se sitúa en el 60 por ciento en Guatemala y el 32 por ciento en El Salvador.

   Por ello, no es de extrañar que miles de menores desprotegidos decidan arriesgar sus vidas por un futuro mejor.

"Hay que recordar que los niños, sea cual sea su condición, son ante todo niños. Tenemos el deber de mantenerlos a salvo en un ambiente saludable y enriquecedor", dijo el director ejecutivo adjunto de UNICEF, Justin Forsyth.