Publicado 19/08/2013 16:51

El telescopio James Webb se pone a punto para suceder a Hubble en cinco años

Telescopio James Webb
NASA


MADRID, 19 Ago. (EUROPA PRESS) -

El telescopio espacial James Webb (JWST) se pone a punto para su lanzamiento, que está programado para 2018. El que será el telescopio más potente lanzado al espacio, ya cuenta con la mayor parte de sus espejos y dos de los instrumentos que le permitirán explorar, como nunca antes se ha explorado, el Universo.

JWST es un gran telescopio espacial de infrarrojos que, se espera, que encuentre primeras galaxias que se formaron en el Universo temprano, conectando el Big Bang con la Vía Láctea. Gracias a sus innovadoras tecnologías, Webb será mirar a través de las nubes de polvo para ver estrellas que forman los sistemas planetarios y podrá observar objetos tenues junto a otros más brillantes y que, con sistemas fuera del rango infrarrojo, no se podrían observar.

El telescopio contará con un gran espejo, 6,5 metros de diámetro y un parasol del tamaño de una pista de tenis. Estas piezas no caben totalmente abiertas en un cohete, por lo que se podrán doblar y abrir una vez que JWST esté en el espacio exterior. Concretamente, se situará en una órbita alrededor de 1.500.000 kilómetros de la Tierra.

España ha formado parte del desarrollo del JWST, ya que ha colaborado en la construcción del espectrógrafo MIRI, que será capaz de observar a través de las densas capas de polvo que rodean a las regiones de formación de estrellas, de estudiar las galaxias en los comienzos del Universo y de analizar nuevos planetas en formación y la composición del medio interestelar.

Por su parte, la Universidad de Arizona se ha encargado de la cámara de infrarrojo cercano (NIRCam), programada para observar los objetos más distantes del Universo, proporcionar imágenes de las primeras galaxias jamás formadas y ayudar a explorar planetas alrededor de estrellas distantes.

Este proyecto, en el que participan la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial de Canadá, estuvo en peligro en el año 2011, cuando fue examinado para su cancelación por parte del Congreso de Estados Unidos. Entonces, ya se habían gastado 3.000 millones de dólares y más del 75 por ciento de su hardware estaba ya en producción o en fase de pruebas.

Finalmente, el Congreso revocó los planes para cancelar el proyecto y en su lugar se puso un tope de financiación adicional para completar el proyecto en 8.000 millones de dólares.