Publicado 22/07/2015 16:02

Tibia resistencia de cubano-estadounidenses al deshielo de relaciones diplomáticas

   MIAMI, 22 Jul. (Reuters/Notimérica) -

   Ron Magill, un cubano-estadounidense de 55 años y que trabaja como portavoz del zoológico de Miami, se sintió gratamente sorprendido a su regreso de un apacible viaje por La Habana a comienzos de este año.

   Gran parte de sus amigos y conocidos, muchos de ellos cubano-estadounidenses de segunda y tercera generación, respondieron cálidamente cuando les contó que recorrió la isla en abril con los directores del acuario y del zoológico estadounidense.

   "Me sorprendió la falta de respuestas negativas y me abrumó la cantidad de respuestas positivas", señaló.

   Hace no mucho tiempo, el viaje de Magill habría molestado a muchos en la comunidad de exiliados de la ciudad, porque en su opinión las visitas menoscababan la política de aislamiento contra el gobierno comunista de Cuba.

   Durante décadas, los líderes cubano-estadounidenses han usado su poderosa influencia política para que mientras Fidel Castro y su hermano Raúl gobernaban la isla se mantuvieran las sanciones de Estados Unidos.

   Con esa idea en mente, se podría haber esperado un movimiento de indignación entre los exiliados tras los anuncios de hace seis meses sobre el histórico descongelamiento de las relaciones, que culminó el lunes con la restauración de los lazos diplomáticos entre Washington y La Habana después de 54 años. Pero ese rechazo no se materializó.

   "Se acabó en Miami", dijo el abogado del estudio jurídico Akerman, Pedro Freyre, nacido en Cuba y que representa a clientes estadounidenses y extranjeros que buscan hacer negocios en la isla.

   Freyre, que antes tenía una postura más dura, dijo que la nueva política de Obama tiene una amplia aceptación entre los 1,5 millones de exiliados cubanos en el sur de Florida.

   Sin embargo, los líderes cubano-estadounidenses, como los precandidatos republicanos Marco Rubio o Jeb Bush, han acusado a Obama de querer ser conciliador con el gobierno comunista. Aunque esta opinión no es la más extendida.

VIENTOS DE CAMBIO.

   Los detractores del restablecimiento de los lazos diplomáticos no han tenido mucho éxito en movilizar grandes protestas en las calles. Y aunque muchos desaprueban la medida, la resignación es generalizada, moldeada por los cambios demográficos.

   La generación que se opuso a los Castro está envejeciendo y dando paso a los descendientes de cubanos nacidos en Estados Unidos, con una visión mucho más pragmática.

   Lo mismo se aprecia entre los exiliados más recientes, muchos de los cuales tienen parientes en Cuba y agradecen los beneficios económicos de estrechar la relación con Estados Unidos.

   La semana pasada, un sondeo mostró que el 40% de los cubano-estadounidenses votarían por un candidato que estuviera a favor de la normalización de las relaciones y que apenas un 26% estaría menos inclinado a hacerlo.

   Además, varios republicanos cubano-estadounidenses han manifestado su apoyo a la nueva política.

   "Los cubano-estadounidenses en todas partes, pero en particular los que se encuentran en el sur de la Florida, han ido despertando a la realidad de que el aislamiento de Cuba no fue y no es una estrategia sostenible", escribió este mes Mike Fernández, un empresario millonario y partidario de Bush, en una columna de opinión para el diario Miami Herald. "Es tiempo de aceptar el cambio", afirmó.

   Los que apoyaban que se mantuviera el embargo económico de cinco décadas contra Cuba se enfrentan a quienes apoyan la política de Obama.

   Estos opinan que es una estrategia de largo plazo que necesita tiempo para ver si alienta a Cuba a acelerar su paso a una economía de libre mercado y a mostrar más respeto por los derechos humanos.

   "La vieja guardia (...) no parece darse cuenta de que el mundo cambió", dijo Eddy Arriola, presidente de un banco comunitario en Miami, que trabajó en la comisión de finanzas de las campañas de Obama en 2008 y 2012.

   Mientras tanto, muchos exiliados cubanos están viajando a la isla. Magill regresó de su viaje convencido de que el cambio de política fue una decisión inteligente.

   "No estaba seguro antes de ir porque algunos de mis familiares se oponían a cualquier viaje a Cuba así que preferí verlo por mí mismo", dijo. "Nunca había estado tan orgulloso de mis raíces cubanas", agregó.