Actualizado 17/05/2016 14:40

Tres historias de superación un mes después del terremoto de Ecuador

Terremoto Ecuador
REUTERS

QUITO, 16 May. (Notimérica) -

   Este lunes, Ecuador cumple un mes desde que un terremoto de magnitud 7,8 en la escala Richter sacudiese su costa, dejando 660 muertos, miles de heridos y de desplazados.

   Sin embargo, en el país son varias las historias de esperanza y de ayuda humanoa que quedan por contar. Por esa razón, la agencia estatal 'Andes' ha recogido tres historias de superación de tres supervivientes de uno de los peores terremotos de su historia.

   El primer caso es el de Pablo Córdova. Un teléfono sencillo (de gama baja) fue la salvación para Córdova, quien tras el terremoto, quedó bajo los escombros de una edificación que se encontraba en el centro de Portoviejo, provincia de Manabí.

   Córdova, quen trabajaba como administrador del Hotel El Gato, indicó que de milagro pudo sobrevivir al terremoto, pues a la hora que sucedió el terremoto (18:58) tenía que haber estado en la parte baja del hotel, para entregar el informe de actividades a su jefe, pero un retraso le cambió la suerte.

   "Todos los sábados a esa hora, de forma 'religiosa', el dueño del hotel llegaba para recibir el informe de actividades, pero ese día se retrasó y me quedé en el segundo piso esperando. Cuando todo se empezó a mover, lo único que pude hacer fue agarrarme a un pilar del edificio, después se escuchó un fuerte ruido y todo se empezó a caer. No tuve tiempo de bajar", dijo Córdova.

   El hombre de 54 años afirmó que tras el colapso de la edificación perdió el conocimiento, ya que algo golpeó su cabeza. "Cuando desperté todo estaba oscuro, no había mucho oxígeno, casi ni respiraba porque todo era polvo".

   Pese a que Córdova se encontraba atrapado entre los escombros del edificio de cuatro pisos, un teléfono, una linterna y el conocimiento sobre técnicas de relajación, le permitieron encontrar la calma.

   "En ese momento me acordé de unas técnicas de relajación que aprendí con un amigo que practicaba yoga. Puse mi mente en blanco, para no entrar en pánico. En el sitio donde estaba afortunadamente había quedado un espacio para moverme un poco y en medio de todo eso pude encontrar mi celular y una linterna".

   Dice que al encontrar dichos objetos pudo recobrar las esperanzas de salir, pues con la linterna examinaba el lugar y con el teléfono pudo llamar, para pedir ayuda.

   "La linterna me dio mucho ánimo, ya que podía ver algo, podía ver cómo estaban las losas y el celular fue mi salvación, aunque al principio no tenía señal, pero funcionaba correctamente".

   Córdova aseguró que debido a la deshidratación que estaba sufriendo, por la falta de agua, tuvo que tomarse su propia orina. "Con mi orina me mojaba un poco los labios, bebía un poco, ya que había mucha humedad y me estaba deshidratando".

   Después de casi 48 horas, el superviviente del terremoto contó que volvió a coger su celular y vio que había algo de señal, con lo que pudo llamar a sus familiares.

   "En ese momento me estaba desesperando un poco, ya que los escombros por dentro estaban cayendo, pensé que iba a morir y cuando me di cuenta de que tenía señal empecé a llamar a mi familia, aunque nadie me contestó en los primeros intentos. Luego de mucha insistencia me pude comunicar y di las coordenadas para que me rescataran".

   Con la voz entrecortada, Pablo indicó que cuando escuchó a los rescatistas colombianos (lo rescataron tras 48 horas), lo primero que hizo fue agradecer a Dios "por otra oportunidad de vida". "Me siento afortunado, ya que pude sobrevivir. Casi no me vi afectado físicamente, la verdad que estoy viviendo nuevamente".

   William Banchón es otro de los supervivientes de este terremoto. El hombre de 40 años, al igual que Córdova quedó atrapado entre los escombros de una edificación que sucumbió en el centro de Portoviejo.

   Banchón recordó que se encontraba en la parte alta del edificio donde funcionaba un local comercial que tenía, cuando el movimiento telúrico no le dio tiempo a ponerse a buen recaudo.

   El comerciante, quien se recupera de algunas lesiones sufridas en el Hospital Verdi Cevallos de Portoviejo, indicó que cuando todo se empezó a caer lo único que pudo hacer es cubrir a su hija de 10 años, que se encontraba con él en dicho lugar.

   "Al inicio pensé que era un temblor normal, pero luego fue tan fuerte el movimiento que al ver como caían los escombros, mi reacción fue cubrir a mi hija. Luego de eso el edificio se vino abajo, quedé enterrado del pecho hacia mis extremidades, pero afortunadamente mi niña salió ilesa", recordó el guayaquileño que lleva más de 20 años trabajando en Portoviejo.

   Cuando todo pasó, su hija salió por sus propios medios a buscar ayuda y después de varias horas pudo ser liberado por las personas que se encontraban en el lugar. "Mis amigos y varias personas que estaban en el sector me sacaron, fue muy difícil remover las losas caídas, pero afortunadamente pude salir con vida".

   Lo más traumático para Banchón es recordar las imágenes de los escombros que cayeron sobre varios comerciantes que había en ese lugar. "Es horrible recordar todo eso. Cuando me duermo tengo pesadillas, ya que vuelvo a ver como dos compañeros murieron aplastados por los escombros".

   Banchón resaltó el apoyo y atención que ha recibido tras el terremoto que azotó al país. "Gracias a Dios he recibido la ayuda adecuada, acá en el Hospital no nos ha faltado nada"

   El día del terremoto, Víctor Emilio Mendoza se encontraba en la parte de afuera de su local, un asadero de pollos llamado 'El Bellaco', uno de los más conocidos en Portoviejo.

   Mendoza, quien se ha quedado sin su principal fuente de ingreso debido a que el inmueble en el que estaba asentado su negocio colapsó, recordó que durante el terremoto no tuvo tiempo de entrar al local para evacuar a su personal, comensales y esposa que estaban adentro.

   "La verdad que todo fue muy rápido, yo estaba en el portal de mi negocio cuando todo se empezó a mover y en segundos se vino abajo la edificación. En ese momento lo primero que hice fue desesperadamente buscar a mi esposa que había quedado dentro del asadero. Gracias a Dios ella pudo salir por sus propios medios, ya que quedó en una parte que la protegió de los escombros", comentó Mendoza.

   Tras reencontrarse con su esposa, empezó a mover las losas caídas para intentar salvar a las personas que quedaron atrapadas. "Se podía escuchar a varios empleados pidiendo ayuda, algunos salieron con pequeños golpes, pero a una señora que trabajaba en la cocina los rescatistas le tuvieron que amputar el brazo, mientras que unas cinco personas que llegaron a comer en ese momento no sobrevivieron".

   Ahora Mendoza espera abrir un nuevo negocio para brindar apoyo a sus empleados que, además, perdieron sus casas.

   "Tengo que empezar desde cero. Sé que será muy difícil, pero estoy seguro de que volveré a levantar mi negocio y llamaré a mis empleados para que vuelvan a laborar conmigo, ya que muchos tienen familias que mantener y actualmente no tiene trabajo. Además, espero ponerle un negocioa a la señora que perdió su brazo  para que labore desde su casa".