Actualizado 20/06/2013 12:14

Venezuela.- Rescatan a un comerciante portugués que llevaba once meses secuestrado en un zulo subterráneo en Aragua

CARACAS, 20 Jun. (EUROPA PRESS) -

La Policía judicial venezolana ha rescatado al comerciante portugués Joao Dos Santos Correia, de 45 años, secuestrado en julio de 2012 por una banda criminal en el estado de Aragua (centro-norte) y retenido desde entonces en un zulo subterráneo en el vecino estado de Carabobo, según ha informado el propio Cuerpo de Investigaciones Cientificas, Penales y Criminalísticas (CICPC) en su página de Internet.

El rescate se produjo ayer miércoles tras "un intenso operativo de inteligencia", según la Policía judicial. El comerciante había permanecido estos últimos once meses encerrado en un 'búnker' improvisado construido en los sótanos de una vivienda en la localidad de Trincheras, en el estado de Carabobo, al oeste de Aragua.

Según el director nacional del CICPC, José Gregorio Sierralta, el hombre fue secuestrado en Cagua después de echar el cierre en un negocio de su propiedad, tras lo cual los captores --pertenecientes a "poderosa organización delictiva" identificada como 'Los Caliches del Centro' y formada por colombianos y venezolanos-- reclamaron a sus familiares el pago de un rescate de seis millones de dólares por su liberación.

De momento ha sido detenida una mujer que cumplía la labor de "cuidadora" del comerciante portugués y que se encontraba en la casa --con techo de zinc y rodeada de maleza-- en el momento del hallazgo. La Policía ha activado un operativo especial para localizar a los hombres que participaron en el secuestro, ha precisado Sierralta.

Tras el rescate, Dos Santos declaró, con lágrimas en los ojos, que no había sido agredido físicamente por los captores y recordó que su zulo "no tenía nada, solo una luz artificial" y que durante este tiempo "jamás" pudo comunicarse con sus familiares.

El sótano donde amanecía y dormía el portugués no medía más de tres metros de largo por dos de ancho, según la Policía judicial. Contaba con un retrete, una colchoneta sobre una cama improvisada, una pequeña jofaina donde recibía el alimento, una bombilla de escasa potencia cubierta con papel de aluminio y una cruz hecha con ese mismo material.