Publicado 24/01/2014 17:12

ANALISIS-Argentina se asoma a una crisis inflacionaria... otra vez

Por Alejandro Lifschitz

BUENOS AIRES, 24 ene, 24 Ene. (Reuters/EP) -

- Argentina hizo una apuesta riesgosa al distender el viernes su estricto control de cambios: su jugada puede provocar una estampida sobre el dólar, acelerar la ya elevada inflación y profundizar el drenaje de reservas internacionales.

El argumento oficial para eliminar la prohibición de adquirir dólares con fines de ahorro y para reducir el impuesto sobre su compra fue que el tipo de cambio llegó a un punto de equilibrio. Pero economistas y opositores políticos creen que la decisión muestra el fracaso de la política económica.

Aunque la devaluación de la moneda es un aliciente para el vapuleado sector exportador argentino, cuyos costos se dispararon por la escalada de los precios, también puede ser el combustible que genere un círculo vicioso de inflación en una economía completamente dolarizada.

Con la flexibilización del control de cambios, las posibilidades de una corrida sobre el dólar son altas porque los ahorristas están ansiosos por comprar divisas. Las apuestas al billete verde debilitarían aún más el peso argentino, que el jueves se derrumbó un 11 por ciento, su peor desplome en 12 años, aún a pesar de los controles cambiarios.

Y eso abriría la puerta a algo que los argentinos conocen bien: una nueva escalada de los precios.

Desde la noche del jueves las empresas de electrodomésticos -que importan la mayoría de sus componentes- comenzaron a subir los precios de sus productos. Las automotrices frenaron la venta de vehículos nacionales e importados para evaluar la situación, según fuentes del sector.

La inflación argentina es una de las más elevadas en el vecindario latinoamericano, y cálculos privados la estimaron en un 25 por ciento para el año pasado y pronostican un mínimo del 30 por ciento para este.

Al menos esos eran los cálculos antes de que se conociera la medida del viernes, que se da justo cuando comienzan las renegociaciones salariales en la que los gremios del país buscan como mínimo un alza del 35 por ciento.

"El problema es que entremos en una economía mucho más inflacionaria", dijo el economista Martin Rapetti, investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad. "El dólar es un activo que, a diferencia de otros, tiene un precio que arrastra a todos los precios de la economía".

El recuerdo de la hiperinflación de fines de la década de 1980 aún está fresco entre muchos argentinos. Entonces, los precios llegaron a acumular un alza del 3.000 por ciento anual.

Aunque a diferencia de esa época Argentina hoy tiene un bajo nivel de deuda y un déficit fiscal reducido que la blindan contra una crisis de esas proporciones, todavía tiene mucho de qué preocuparse.

"A menos que la jugada para debilitar la moneda esté seguida por una ancla para limitar la inflación a través de una política fiscal y monetaria coordinada, las ganancias nominales de un tipo de cambio más débil probablemente sean de corta vida", dijo Morgan Stanley en un reporte.

BUSCANDO DOLARES

La cuestión ahora es cómo hará el Banco Central para satisfacer la demanda de dólares cuando las divisas escasean por las menores exportaciones, un bajo nivel de inversión extranjera y la falta de acceso al mercado internacional de capitales.

Las reservas del Banco Central cayeron casi un 40 por ciento desde que la presidenta Cristina Fernández impuso el control de cambios a fines del 2011, que apenas permitía adquirir divisas a las empresas para operaciones de comercio exterior.

La autoridad monetaria ha tenido que inyectar dólares a diario en el mercado para mantener la economía a flote. También se vio forzada a transferir divisas al Tesoro para pagar vencimientos de deuda.

"Están agregando más demanda (de dólares). Esto no funciona así", dijo el economista Aldo Abram. El Banco Central "va a seguir perdiendo reservas", subrayó.

Las restricciones también han disparado la cotización del billete verde en el mercado negro, donde el peso vale alrededor de un 50 por ciento menos que en el mercado oficial.

Pero los analistas coinciden en que la crisis cambiaria es un síntoma y no la enfermedad que azota a la economía argentina, que este año el Gobierno espera se expanda cerca de un 6 por ciento mientras economistas privados calculan un 2 por ciento.

"Si no complementan la decisión de esta semana con más anuncios para mejorar las expectativas de inflación y devaluación de los agentes económicos deberíamos esperar más expectativas de inflación y devaluación", dijo Ignacio Labaqui, analista en Medley Global Advisors.

"Aún falta un anuncio con una estrategia coherente para contener la inflación", sostuvo.

Los economistas han dicho que, para moderar las presiones inflacionaria, el Gobierno debe reducir su elevado gasto público con el que mantiene fuerte al consumo doméstico. Esto implicaría enfriar a la economía, una decisión política que la presidenta considera inaceptable.

Fernández sabe que eso podría causar inestabilidad social, porque implicaría reducir un enorme entramado de subsidios sociales que han reducido la pobreza y el desempleo.