Actualizado 08/12/2014 01:10

ANÁLISIS-Brasileña Rousseff dispuesta a controlar los excesos... por un tiempo

Por Anthony Boadle y Alonso Soto

BRASILIA, 5 nov, 5 Nov. (Reuters/EP) -

- Un rápido apretón del cinturón y luego vuelta a los negocios de siempre.

Esa parece ser la estrategia para los próximos meses de la recién reelecta presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que está intentando recuperar la confianza de la comunidad empresarial sin sacrificar su agenda de reducción de la pobreza y de asegurar una fuerte presencia del Estado en la economía.

Desde su ajustada victoria del 26 de octubre en segunda vuelta, Rousseff ha alimentado las esperanzas de una actitud más amistosa con los mercados al permitir que el banco central suba las tasas de interés, algo que sorprendió a los inversores y debería ayudar a controlar una inflación que supera el 6,5 por ciento anual.

La prensa local también se ha permeado con informaciones de que Rousseff hará un fuerte recorte del gasto presupuestario y que está buscando un sustituto más amistoso con los mercados para el veterano ministro de Hacienda, Guido Mantega.

Los inversores buscan cualquier signo de cambio tras el primer mandato de Rousseff, que estuvo marcado por un crecimiento económico anual promedio del 2 por ciento y el aumento de los déficits presupuestarios, amenazando la calificación crediticia de Brasil.

Los comentarios del jefe de gabinete de Rousseff, Aloizio Mercadante, uno de los posibles candidatos para hacerse con las riendas del Ministerio de Hacienda, fueron una de las señales más recientes de que es probable que las esperanzas de un cambio profundo en las políticas se vean defraudadas.

"No podemos tener un recorte drástico (en el gasto del Gobierno) que lleve a la recesión. Tenemos que proteger los trabajos e ingresos de la gente", dijo a la prensa el miércoles.

Otros aliados de Rousseff aseguran que es improbable que cualquier cambio que ocurra sea muy profundo o largo.

Aseguran que Rousseff hará los gestos necesarios para ganar algo de respiro frente a las agencias calificadoras de riesgo y evitar una rebaja, y después volverá a su gasto agresivo en programas contra la pobreza y de infraestructuras.

"Si debemos tomar algunas medidas duras que implican sacrificios, lo haremos", afirmó a Reuters el senador Humberto Costa, líder en el Senado del gobernante Partido de los Trabajadores (PT).

No obstante, Costa precisó que tales medidas deberían ser "limitadas" y aplicadas solo unos meses, para después ser retiradas.

El apretón del cinturón tendría el propósito de "permitirnos regresar a políticas basadas en el crecimiento económico y la continua redistribución del ingreso", dijo.

"CONVENCIDA DE QUE SU MODELO FUNCIONA"

Los ministerios de Planificación y Hacienda están exprimiendo los números para decidir qué recortes de gastos se pueden hacer, empezando con asuntos fáciles como los viajes oficiales y los suministros para oficinas, indicaron funcionarios del Gobierno a Reuters con la condición de mantener el anonimato.

Los mayores ahorros podrían provenir del combate contra el fraude en la seguridad social, acabar con la herencia de pensiones vitalicias por parte de esposos de servidores públicos, oficiales militares y jueces, y el fin de los bonos salariales que cuestan mucho al estado en una economía cercana al pleno empleo, dijeron los funcionarios.

Los últimos pasos serían políticamente complicados. Además, aún se quedarían lejos de cambios económicos importantes, como una reforma del código fiscal, considerada necesaria por los inversores para que Brasil vuelva al crecimiento por encima del 4 por ciento de la década anterior.

Los funcionarios no ven mucho espacio para hacer cambios.

"El Gobierno hará algunas concesiones para apaciguar a los inversores, pero no cambiará su modelo, que prioriza el crecimiento a todo costa", dijo un funcionario del Ministerio de Finanzas que pidió no ser identificado debido a su destacado puesto.

"Rousseff está convencida de que su modelo funciona, y no creo que vaya a cambiar en el próximo mandato", añadió.

Gobiernos anteriores del PT, incluyendo al primer mandato de Rousseff, han contenido el gasto fiscal en su primer año para evitar irritar demasiado a los mercados y, a menudo, para compensar excesos anteriores.

Los recortes serán especialmente necesarios esta vez. Las cuentas del Gobierno se han deteriorado tanto con Rousseff, que Brasil se arriesga a anotar este año su primer déficit presupuestario primario en casi dos décadas.

PENDIENTES DEL MINISTERIO DE HACIENDA

Economistas esperan que los recortes de gastos esperados no cubran el déficit fiscal en el 2015 y el Gobierno se vea instado a subir impuestos, como una contribución sobre bienes manufacturados y un gravamen a la gasolina.

Funcionarios del Gobierno no han querido hablar sobre la magnitud de los recortes, o sobre cuándo serán anunciados, pero medios locales han publicado estimaciones que llegan hasta los 50.000 millones de reales (20.000 millones de dólares).

"El Gobierno quiere enviar el mensaje de que está comprometido a reducir la inflación y que hará todo lo posible por reducir la tasa a la meta oficial", afirmó a Reuters un alto funcionario cercano al círculo interno de Rousseff, sin especificar cuál podría ser el tamaño de los recortes.

Los inversores están atentos ante cualquier esfuerzo por redefinir el tamaño y magnitud del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil, lo que señalaría que Rousseff es seria respecto a la disciplina fiscal.

No obstante, los analistas prevén que ella se resista por la importancia del banco para impulsar el crecimiento y crear empleos.

Los inversores concuerdan en que la mayor señal sobre la dirección que tomará Rousseff en los próximos años será su elección como nuevo ministro de Hacienda.

A nivel privado, varios altos funcionarios han dicho que Rousseff debe escoger a un economista del mercado o a un líder empresarial para reconstruir los vínculos con el sector privado.

Aún así, hay pocas señales de que opte por el hombre al favorecen los inversores, el ex jefe del banco central Henrique Meirelles.

A Rousseff le gusta microgestionar la política económica y podría preferir a un cercano, el ex viceministro Nelson Barbosa, que fue el arquitecto de su programa de viviendas de bajo costo.

Nombrar a un asesor cercano como Barbosa significaría la continuidad en sus políticas, dijeron funcionarios a Reuters.

La elección del respetado Meirelles, que es respaldado por el líder del PT y ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, señalaría que Rousseff está dispuesta a aflojar su férreo control sobre la gestión económica y a optar por políticas más amigables con los mercados.